■ Diez años le llevó a la comisaria del artista documentar el volumen publicado por La Fábrica
Por primera vez, un libro reúne las fotos más representativas de Korda
■ Incluye imágenes del mundo de la moda y el universo submarino poco conocidas
■ Es preferible pasar la vida persiguiendo un sueño que comprometer los ideales, dijo en su última entrevista
Ampliar la imagen Ernesto Che Guevara, en La Habana, arriba; sobre estas líneas, el comandante Fidel Castro. Las dos imágenes forman parte de un conjunto de 430, tomadas por el fotógrafo, incluidas en el libro Korda: conocido desconocido, de reciente aparición en España
Madrid, 27 de octubre. Alberto Díaz Gutiérrez, más conocido como Korda (La Habana, 1928-París, 2001) fue, sin duda, el mejor fotógrafo cubano del siglo XX. Con su cámara captó no sólo momentos históricos –como la evolución desde las propias entrañas de la Revolución– sino también instantáneas que hoy forman parte de la memoria visual del mundo, como su famosa imagen del Che Guevara.
Por primera vez un libro, Korda: conocido desconocido (Editorial La Fábrica), reúne en casi 500 páginas las 430 fotografías más emblemáticas de Korda, incluidas las hasta ahora poco conocidas del mundo de la moda y del universo submarino.
El nombre de Korda siempre ha estado ligado de manera irremediable a dos figuras históricas: el Che Guevara y Fidel Castro.
De su cámara salieron las imágenes más conocidas y relevantes de ambos líderes durante los años más duros de la Revolución Cubana, pero también de los albores del nuevo régimen en la isla, como la que aparece el guerrillero argentino en su despacho en calidad de presidente del Banco Nacional de Cuba, mientras recibe en audiencia a los escritores Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir.
Larga trayectoria profesional
Korda: conocido desconocido aparece después de más de 10 años de trabajo de su comisaria, la cubana Cristina Vives, quien no sólo se sumergió en el archivo de la familia Korda y del Estado cubano, sino que también acudió a todas las publicaciones en las que el fotógrafo mostró su trabajo durante su larga trayectoria profesional.
De singular importancia también fue el archivo del mejor amigo y colaborador de Korda, José A. Figueroa.
El libro está dividido en cinco grandes apartados. El primero se titula Studios Korda, en el que se incluyen sus primeras fotografías, las que tomó mientras alternaba su trabajo en una compañía de seguros –como fotógrafo de partes– con la que era su pasión, la fotografía artística.
De esta época figuran sus instantáneas más bellas de La Habana de aquellos años, con sus edificios prácticamente nuevos e impecables.
El segundo apartado del volumen es Los líderes, en el que se incluyen las fotografías más destacadas de Fidel Castro, del Che Guevara y de Camilo Cienfuegos, a quienes retrató lo mismo en su primera visita a Estados Unidos, como dignatarios de la isla, que jugando al golf o, inclusive, con la ropa sucia y el gesto cansado después de participar en la zafra azucarera de 1967.
El tercer capítulo del libro es El pueblo, en el que Korda muestra su singular estilo para el retrato y el fotoperiodismo, pues en ellas se refleja con nitidez el vaivén cotidiano de La Habana y de sus habitantes.
Mujer es el título del cuarto capítulo, en el que se incluyen numerosas fotografías de sus trabajos relacionados con la moda, pero también de algunas mujeres que captó en las calles de Cuba.
Por último, el quinto capítulo es El mar, en el que se muestra el trabajo que realizó a partir de 1969, en el Instituto de Oceanología de la Academia de Ciencias, para el que realizó el Atlas de corales cubanos.
En el libro también se incluye la última entrevista de Korda con un medio de comunicación, en este caso de la británica Another Magazine, en la que el fotógrafo recordó cuando Fidel Castro ordenó la intervención del Estado en los negocios privados, incluido su propio estudio y su archivo.
Al respecto, el fotógrafo señaló: “Es cierto que en 1968 perdí mi estudio y que todos mis equipos fueron confiscados, pero en ningún momento he renunciado a la Revolución. Por la Revolución dejé atrás bellas mujeres y automóviles de carrera. Es bueno llegar a mi edad satisfecho de todo lo que he hecho (…) Es preferible pasar la vida persiguiendo un sueño que comprometer sus ideales. Cada vez que miro hacia la escuela de la esquina y veo a los niños cantando en sus uniformes, sé que la Revolución ha triunfado. Esos niños son parte mía. Son parte de mi futuro, como lo son del futuro de Cuba”.