■ Arte efímero y colectivo, en el Museo Nacional de Culturas Populares
Despliegan colorida alfombra de maíces, frutos y semillas
■ La familia Lira, de Huamantla, pintó mientras se presentaba un libro que registra en fotografías creaciones de diversos artistas de México y el mundo
Ampliar la imagen La presentación del libro estuvo a cargo de los investigadores Cristina Barros y Marco Buenrostro, colaboradores de este diario. Arriba, momento en el proceso de la creación colectiva Foto: María Luisa Severiano
El Museo Nacional de Culturas Populares acentuó su colorido con una alfombra de maíces de diversos tonos, semillas, frutos, cañas y otros materiales, casi siempre de origen natural, la cual fue “pintada” en la sala Cristina Payán por la reconocida familia Lira y vecinos suyos de Huamantla, Tlaxcala, dentro del concepto del “arte popular y colectivo”, diferente al “arte individualista y dominado por el mercantilismo”.
La creación in situ de la alfombra, que permanecerá en exhibición unos días, sirvió de marco para la presentación del libro Arte efímero: encuentro internacional en Huamantla, que hace un registro fotográfico de los tapetes y alfombras hechos con semillas, flores y otros materiales, por artistas provenientes de diversos lugares de México y el mundo, durante el acto realizado el 14 de agosto de 2007, en las fiestas de la Virgen de la Caridad.
Antes que nada, dijo Alejandro Lira, representante de esa familia de artistas, e hijo del reconocido alfombrista José G. Lira Hernández (1931-2007), “nuestro arte es un arte colectivo”. Agregó que hacer un tapete o una alfombra también es un acto de fe.
El alfombrista, dijo, no sólo debe reunir el requisito de lo artístico, “sino conocer su comunidad, su cultura, su entorno social y hasta político”. El artista, abundó, “no es por sí solo, sino que atiende a una demanda colectiva”.
La presentación del libro sobre estas obras, que duran apenas unas horas y que son creadas en el suelo mediante diversas técnicas y materiales, como los mencionados, además de tierra, arena o aserrín, estuvo a cargo de los investigadores Cristina Barros y Marco Buenrostro, colaboradores de La Jornada, además de Leonor Lara de la Fuente, del Museo de Historia Natural, quien reflexionó sobre “una de las fiestas más delicadas del mundo”, la de Huamantla: “Esta celebración es una resistencia a la comercialización de la vida, la oportunidad de ver el lado opuesto de la globalización, de la masificación y el egoísmo. Es una respuesta que cada día es más valiosa y necesaria, dada la deshumanización producida por un sistema que no ama ni respeta las culturas de las comunidades.”
Raíces en la tierra
Cristina Barros hizo un documentado recuento del variado uso de las flores en el México antiguo, entre ellos, el de jardines para la nobleza, en un concepto que fue anterior a los jardines botánicos europeos, y el de ofrendas para los dioses mesoamericanos, que incluía ya el arte efímero de las alfombras, prácticas que, con algunas transformaciones, persistieron en la Colonia y hasta el presente.
“Provenimos de un tronco cultural fuerte con las raíces bien fincadas en la tierra”, dijo Barros. Agregó que “es indispensable que los mexicanos, y sobre todo los jóvenes, conozcamos nuestra historia y raíces; sólo así defenderemos lo nuestro y tendremos con qué salir adelante. La herencia de nuestros abuelos, comunitaria y no individualista, es la luz que ha de iluminar el camino.”
Marco Buenrostro, a quien le tocó ilustrar a los presentes sobre los innumerables detalles de creación, técnicas y materiales que rodean la creación de tapetes y alfombras efímeros, comentó: “Nuestra cultura es particular y diferenciada de otras del mundo. Tenemos una propia, que mana de las diferentes y vigorosas culturas que poblaron el territorio de lo que hoy es México. Otras experiencias de la cultura popular, que también son efímeras, son, por ejemplo, el canto y la música, la comida, el papel picado, la pirotecnia. Lo efímero existe en todas las culturas, pero los mexicanos tenemos un énfasis en ese aspecto”.
Buenrostro dijo que cuando un tapete se firma pasa a ser obra de autor. Pero recordó que en Humantla “hay un acuerdo y orgullo de la población para participar en esta tarea colectiva; es decir, lo popular es siempre colectivo”.
Por ello, advirtió que los coleccionistas y personas que comercian con el arte popular son quienes están impulsando a los artistas a firmar, pero “muchas veces esto destruye la creación popular”.