Usted está aquí: lunes 1 de diciembre de 2008 Opinión Margarita Nolasco, pilar de la antropología

Iván Restrepo

Margarita Nolasco, pilar de la antropología

Murió Margarita Nolasco, antropóloga, investigadora de los problemas sociales y económicos de México, militante de izquierda y maestra de varias generaciones.

Ahora que la crisis se agrava y se crean desde el gobierno héroes patrios, cabe recordar algunas de sus aportaciones para conocer mejor los problemas claves del país. Por principio, ella llevó a feliz término, junto con los doctores Teodoro Dowing y Alejandro Toledo, la investigación más completa sobre la producción de café en México. Se trata de un trabajo ya clásico, cuyos frutos se plasmaron en un libro, Café y sociedad en México, en el cual se destaca que el grano es uno de los principales productos agrícolas de exportación de nuestro país. En el estudio aparece una constante: la desigualdad social y económica de quienes siembran café en cerca de 400 municipios. Al lado de los productores más ricos, están decenas de miles de ejidatarios e indígenas que se debaten en el minifundio y no cuentan con los apoyos necesarios para realizar el cultivo exitosamente. Unida a esta desigualdad, figura una extensa y estructurada red de compra que acapara las cosechas de los pequeños productores, y que finaliza con quienes controlan el mercado del café en el mundo.

Durante cuatro años, la maestra Nolasco y su grupo de investigadores siguieron al café desde el borde del predio donde se cosecha hasta los centros de consumo. Además, nos mostraron cómo los campesinos que siembran dicho grano contribuyen a la conservación del medio ambiente por tenerlo como parte de su diversificado ecosistema productivo, por sembrarlo bajo sombra y con ello evitar la deforestación que conlleva las plantaciones a cielo abierto. En el estudio se recalca la necesidad de defender la forma tradicional de siembra en las regiones tropicales montañosas, con relieves excesivos y climas cálidos, semicálidos y templados, muy susceptibles a un desequilibrio irreversible si no se observan técnicas de cultivo como las que efectúan los grupos ejidales e indígenas.

Otro campo pionero en el que laboró fue el de las fronteras nacionales. Tomó como eje de su investigación los 38 municipios que limitan con la nación más poderosa de la Tierra y los 20 que en el sur limitan con Guatemala y Belice. Visitó con su equipo de trabajo (María Luisa Acevedo, Virginia Molina, Miguel Ángel Bravo, Iván Roldán y Salustia Merino, entre otros) todos esos municipios y recopiló la información disponible sobre cada uno: desde sus habitantes hasta el medio ambiente, la economía y los componentes sociales. Advirtió oportunamente que la integridad nacional exige del Estado mexicano mayor atención sobre las condiciones imperantes en las fronteras, extremos de las condiciones del país en lo geográfico, lo social y lo económico.

No se equivocó al escribir hace 20 años que los abismos que distinguen los niveles de bienestar de quienes habitan nuestras fronteras crearían problemas de gran magnitud, como los de tipo ambiental: árido en el norte, de abundancia natural en el sur, pero en ambos casos con uso irracional de los recursos: el agua en el norte, y en el sur la destrucción de la selva, elemento clave para el desarrollo del país. En otro libro nos contó lo que piensan los niños de la frontera norte.

La doctora Nolasco analizó también la migración indígena a las fronteras nacionales, sus consecuencias ecológicas y humanas. Se ocupó igualmente de la migración indígena de Centroamérica a nuestro territorio, con más de un siglo de existencia, agravada las últimas décadas por la violencia y la crisis económica imperante en esa parte del continente. Según Margarita, la migración indígena hacia las fronteras va más allá del simple cambio de domicilio de miles de personas: significa pasar de un ambiente a otro distinto, de un sistema económico cerrado, a uno de tipo internacional, de mercado, en el que ellos y su cultura, tradiciones y tecnología ya no tienen ningún sentido social.

Margarita Nolasco perteneció, junto con Guillermo Bonfil, Arturo Warman y Salomón Nahmad, a una generación que ha dado con sus trabajos esplendor a la antropología. La extrañaremos.

 
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