La vorágine de los libros
■ Se reunió con García Márquez, Monsiváis, Sergio Ramírez y Steven Boldy
Pese al caótico ambiente, Fuentes recibió un homenaje en la FIL
Ampliar la imagen Mientras los escritores recordaban anécdotas, la gente no cesaba de llegar al auditorio Foto: Arturo Campos Cedillo
Guadalajara, Jal., 30 de noviembre. El homenaje a Carlos Fuentes se convirtió en una reunión de amigos en medio del caos: el auditorio Juan Rulfo resultó insuficiente para contener a las miles de personas que querían entrar al recinto, primero para escuchar la presentación de la edición especial de La región más transparente, y después, a Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, Sergio Ramírez y Steven Boldy. Fuentes estuvo en ambos actos.
Quizá los amigos que festejaron el cumpleaños 80 del autor de Aura no se dieron cuenta de que mientras los cinco autores recordaban sus andanzas de juventud, la forma en que se conocieron, las tertulias en que comentaron sus libros de cabecera o la escritura de guiones, decenas de personas intentaban ingresar al auditorio en el que ya no cabía nadie.
Afuera se colocaron dos pantallas de televisión y sillas; hasta ahí la presentación del libro transcurría más o menos de forma controlada, pero poco a poco los asientos y los monitores tampoco fueron suficientes.
De pronto, las puertas de cristal que dividen los salones del resto de la feria tenían pegadas, como calcomanías, las caras de decenas de personas, mientras desde dentro las fuerzas de seguridad intentaban calmar los ánimos. Por ahí se escuchó gritar a la directora de la FIL, Nubia Macías: “¡No se empujen! ¡Contrólame a la gente! ¿Cuánta gente más (puede pasar)?”
Y nadie pasaba. Los de seguridad ni siquiera querían dejar pasar a Günter Wallraff, quien a esa misma hora daría la conferencia El periodista incómodo.
Para ese momento, y justo cuando comenzaba el homenaje a Carlos Fuentes en la FIL, el presidente de la feria, Raúl Padilla, ordenó a los empleados de la Expo Guadalajara quitar los paneles que dividen el auditorio de la zona donde estaban las televisiones.
Todos querían entrar… y lo hicieron poco a poco, a cuentagentes. Lo peor es que muchos no iban al homenaje, sino a las diferentes mesas que se realizaban en ese momento.
Tras el caos no llegó la calma. Ni de puntitas se veía el presídium, y las personas sentadas en el suelo eran obstáculo para quienes se abrían paso a empujones.
Las ceremonias
El primer acto fue la presentación de la edición que preparó la Real Academia y sus filiales. El poeta José Emilio Pacheco se encontraba entre los invitados; es autor de uno de los textos sobre Fuentes incluidos en el volumen publicado por Alfaguara, cuyo primer tiraje es de 400 mil ejemplares.
Pacheco, quien el sábado tuvo su primer encuentro con el público en el salón de poesía, leyó “un resumen del resumen” de ese ensayo. La región más transparente, dijo, fue la primera y la última novela de la ciudad de México.
Fuentes, en esa ocasión, explicó a sus lectores, tomó a la ciudad como personaje al pensar en ella como una composición coral, “una gran sinfonía de voces, de clases sociales, de los vínculos entre las historias personales y colectivas”.
Al terminar esa ceremonia, todos los invitados salieron. Para la segunda parte del homenaje llegaron Fuentes, Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, Sergio Ramírez y Steven Boldy. Ramírez contó acerca de una noche en la que todos hicieron gala de memoria para recitar las primeras frases de sus libros de cabecera, hasta que llegó la madrugada.
Monsiváis contó varias estampas de diferentes encuentros con el homenajeado; Boldy de cómo comenzó su relación con Fuentes en Cambridge, en 1977.
A su vez, el autor de Aura relató su primer encuentro con cada uno. ¿Y García Márquez? Pues, como dijo el moderador, Vicente Quirarte: “escribe para no hablar”.