La vorágine de los libros
■ Si no hay placer en lo que se va a expresar, entonces no se escribe, dice a La Jornada
Mi lenguaje es mucho más lúdico, aunque manejo lo erudito: Glantz
■ La escritora posee “una mirada fragmentaria, convulsiva, pero al mismo tiempo abarcadora”
■ Presentó el segundo tomo de sus Obras reunidas, dedicado a la narrativa, en la FIL de Guadalajara
Ampliar la imagen Margo Glantz, ayer, durante la entrevista con La Jornada, en la FIL de Guadalajara Foto: Héctor Jesús Hernández/ La Jornada Jalisco
Guadalajara, Jal., 2 de diciembre. “No me interesaba escribir de manera tradicional porque esa no es mi forma de ver. Mi mirada es fragmentaria, convulsiva, pero al mismo tiempo abarca todo”, dice la escritora Margo Glantz, para quien ese quehacer debe ser como un juego.
“Muchísimos escritores dicen que podemos escribir fundamentalmente con lo que tenemos de niños, y una de las características esenciales es la capacidad de juego. Si no hay una cosa lúdica en la escritura, si no hay placer en lo que se va a decir –aunque a veces lo placentero se corta por el trabajo tan difícil que es coordinar las ideas, organizar las frases–, pues entonces no se escribe.”
Mosaico coherente
Margo Glantz, colaboradora de La Jornada, presentó el segundo tomo de sus Obras reunidas, dedicado a la narrativa, donde figuran Las genealogías, El día de tu boda, Doscientas ballenas azules, Síndrome de naufragios, De la amorosa inclinación a enredarse en cabellos y Apariciones. Es un volumen que revela toda una serie de obsesiones y un trabajo de escritura que se relaciona con la academia, pero que se libera.
“Comencé a escribir ficción cuando estaba en La Jolla, impartiendo un curso en la universidad, iba con mi hija, que tenía seis años. Como a veces no había niñera debía quedarme en casa y me dedicaba a comer como loca, sobre todo galletas Oreo.
“Entonces dije: ‘tengo que hacer algo para no engordar, por qué no hago una novela dietética’, y escribí Las mil y una calorías, que fue el primer libro de ficción que escribí.”
Desde entonces maneja la escritura del fragmento. “Siempre pensaba que escribiendo fragmentariamente no iba a llegar a ningún lado, porque me habían dicho varios amigos o profesores que había cosas muy interesantes pero que no estaban bien organizadas, que les faltaba estructura.
“Me di cuenta de que mi estructura era el fragmento, que el chiste era organizarlo de tal manera que pudiera hacerse un mosaico coherente, que cada fragmento se potenciara con el otro. Creo que lo logré bastante bien en Saña.
“Fue muy importante darme cuenta de que yo no iba a escribir de una manera muy tradicional porque no tenía la pasta para hacerlo y porque, además, no me interesaba hacerlo, ya que no tenía esa mirada sino una fragmentaria, convulsiva, pero al mismo tiempo abarcadora.”
–¿Se ha saltado sus propias reglas de juego?
–No tengo reglas muy coherentes. Me doy cuenta ahora de que cada vez me cuesta menos trabajo llegar a escribir ciertas cosas, porque ya tengo un oficio muy definido.
“Ahora no quisiera que ese estilo tan definido se tradujera en textos anquilosados y que no dijesen ya nada nuevo; no arriesgarme a encontrar nuevas estructuras, nuevas formas de lenguaje.
“Creo que mi lenguaje se ha simplificado, es mucho más lúdico, aunque siempre manejo lo erudito.”
Trabaja en tres libros
El oficio narrativo de Margo Glantz, profesora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México, camina con un pie en el ensayo y otro en la ficción, por eso es imposible encasillarla en algún género.
“Comencé por el ensayo y ahora estoy mucho más enfocada en la ficción.
“No tengo muchas ganas de escribir ensayo porque exige una concentración de pensamiento y de lógica muy especial que no tiene la escritura de ficción.”
Margo Glantz trabaja en tres nuevos libros, pero no reveló los títulos, “porque dicen que es de mala suerte y yo soy muy supersticiosa”.