México SA
■ ¡Oh, sorpresa!, los políticos ya se dieron cuenta de los abusos de los bancos
■ Ni buen juicio ni sentido común resuelven el problema de endeudamiento
Con sospechosa sincronización (cerca están las nominaciones para la elección intermedia) y aparente celeridad, legisladores de distintos partidos políticos han brincado a la palestra para “exigir” que cese el saqueo de los usuarios de la banca que opera en el país, porque, coinciden, resulta intolerable el grado de usura que ha alcanzado el “moderno” sistema financiero “mexicano”.
Qué bueno que sea así, pero resulta que tal saqueo no sólo se registra desde hace muchos años, sino que la solución del problema ha sido permanentemente pospuesta y remitida a la de por sí abultada agenda de pendientes nacionales. Pero, ¡oh sorpresa!, los tiempos electorales cómo “modifican” a los políticos profesionales. De repente descubren un sinfín de vicios, excesos, atracos y conexos –notorios a la vista de cualquier mortal– y brincan a la palestra con mágicas soluciones que, dicho sea de paso, en muchas ocasiones ya están en una u otra ley (que ésta se viole es otra cosa).
Candente el tema de la creciente cartera vencida en tarjetas de crédito, más la tradicional depredación en contra de los tarjetahabientes y la igualmente habitual inmovilidad de las “autoridades” financieras ante este tipo de situaciones, algunos legisladores quieren convencer a los apergollados usuarios del dinero de plástico y potenciales electores que ellos sí agarrarán el toro por los cuernos, y que para muestra bastan los encendidos discursos por estos días pronunciados. Una perorata similar se escuchó allá por el primer semestre de 1994, y hay que recordar cómo les fue a los deudores. A su vez, el gobierno federal se concentra en el colapso financiero de los grandes corporativos, saca los guardaditos para oxigenarlos y se mueve con rapidez para evitar su quiebra, mientras los organismos públicos dedicados a “vigilar” y “regular” el sistema financiero fingen demencia.
La banca que opera en el país lleva años repartiendo tarjetas de crédito como si fueran estampitas, cargando intereses verdaderamente fuera de toda proporción, cobrando decenas de comisiones que en sus países de origen ni por aproximación se animarían a proponer a los usuarios del dinero de plástico y saqueando a sus usuarios. En un gobierno medianamente civilizado este atraco en paquete hubiera resultado más que suficiente para que de inmediato interviniera la autoridad financiera. Lamentablemente, hace mucho que México no tiene uno de esos.
Recurrente es la “queja” por la masiva distribución de tarjetas de crédito, sin que para ello medie más que una sonrisa de la edecán que en cualquier centro comercial ataja a los potenciales usuarios. Recientemente un legislador refirió que en unos cuantos años, más de 7 millones de plásticos se repartieron en esas condiciones. Probablemente sean mucho más, pero en vía de mientras los “sorprendidos” legisladores “protestan” por esta anomalía, dejando a un lado los “olvidos” de la siempre vigilante autoridad financiera.
Pues bien, los legisladores tendrían que revisar la Ley de Instituciones de Crédito (en vigor desde 1990, cuya última modificación fue por ellos aprobada en julio pasado) para no “sorprenderse”. En su artículo 65 deja en claro que “para el otorgamiento de sus créditos (en cualquiera de sus modalidades), las instituciones de crédito deberán estimar la viabilidad de pago de los mismos por parte de los acreditados o contrapartes, valiéndose para ello de un análisis a partir de información cuantitativa y cualitativa, que permita establecer su solvencia crediticia y la capacidad de pago en el plazo previsto del crédito. De igual manera, las modificaciones a los contratos de crédito que las instituciones acuerden con sus acreditados, por convenir a sus respectivos intereses, deberán basarse en análisis de viabilidad de pago, a partir de información cuantitativa y cualitativa, en los términos del párrafo anterior. Cuando se presenten o se presuman circunstancias financieras adversas o diferentes de aquellas consideradas en el momento del análisis original, que le impiden al acreditado hacer frente a sus compromisos adquiridos en tiempo y forma, o cuando se mejore la viabilidad de la recuperación, las instituciones de crédito deberán basarse en análisis cuantitativos y cualitativos que reflejen una mejoría en las posibilidades de recuperación del crédito. La Comisión Nacional Bancaria y de Valores vigilará que las instituciones de crédito observen debidamente lo dispuesto”.
Paralelamente, la Ley para la Transparencia y Ordenamiento de los Servicios Financieros permite “regular las comisiones y cuotas de intercambio así como otros aspectos relacionados con los servicios financieros y el otorgamiento de créditos de cualquier naturaleza que realicen las entidades con el fin de garantizar (…) y proteger los intereses del público. El Banco de México estará facultado para emitir disposiciones de carácter general para regular las tasas de interés, comisiones y pagos anticipados de las operaciones que realicen con sus clientes las instituciones de crédito”.
Pues bien, en esta creciente bola de nieve que es la cartera vencida de las tarjetas de crédito, en el asalto vía comisiones y tasas de interés, ¿dónde estaban la “vigilante” CNBV, el “regulador” Banco de México y los legisladores?
Las rebanadas del pastel
Más sobre el dinero plástico: “sólo para puntualizar. Miguel Ramírez Jáuregui se pregunta, en un correo enviado a México SA (3 de diciembre), cómo gente con preparación puede endeudarse tan ‘alegremente, no sólo con una tarjeta de crédito sino varias’. Creo que aquí se toca un fenómeno digno de analizar más detenidamente. El consumo no sólo es una actividad económica ni la preparación intelectual salva forzosamente al individuo de dar respuestas preestablecidas acendradamente por un incesante golpeteo mediático a impulsos y motivaciones inherentes a su entorno. La vertiente sicológica del consumo es tan importante como la económica, basta decir que esta actividad fundamental para la sociedad tiende a devenir una patología adictiva. Este padecimiento, mucho más extendido y cotidiano de lo que percibimos, merma la economía del individuo y la familia, como cualquier adicción, y en la precariedad económica es fuente de profunda frustración que es origen de las conductas delictivas y criminales que padece este país. No se trata de algo que pueda ser sencillamente resuelto apelando al sentido común y buen juicio, como lo sugiere don Miguel Ramírez Jáuregui pero, insisto, el asunto merece un mayor y más profundo análisis” (Víctor Adrián Trujillo, [email protected]). El Club de Periodistas de México invita al 33 foro El poder del consumidor: ¿Qué son, qué representan y cómo enfrentar a los productos chatarra? Participan Alejandro Calvillo Unna, Adelita San Vicente Tello y el autor de estas líneas. Modera Celeste Sáenz de Miera (hoy a las 18 horas en Filomeno Mata 8, Centro Histórico).