■ Mejor solos que mal acompañados, insiste Dolores Padierna sobre una alianza con el PSD
El PRD acudirá a los comicios de 2009 sin “la izquierda que México necesita”
■ Primera derrota de Jesús Ortega como presidente perredista; protestas en el Consejo Nacional
Ampliar la imagen Protesta de un perredista, ayer, en las instalaciones del sol azteca, en Monterrey 50, donde la militancia demanda ser tomada en cuenta por la dirigencia nacional Foto: Marco Peláez
A señas y gestos, René Arce intenta que Guadalupe Acosta Naranjo siga su ejemplo y levante su voto. Nada. El ex presidente interino del Partido de la Revolución Democrática refunfuña, aunque tampoco vota en contra.
Jesús Ortega acaba de subir a la tribuna a reconocer su primera derrota como presidente del PRD. Incapaz de obtener dos tercios de los votos en el Consejo Nacional, Ortega da marcha atrás en su afán de amarrar la coalición electoral con el Partido Social Demócrata (PSD) y propone “que el PRD vaya sin alianzas electorales ni coaliciones con partidos” tanto en el ámbito federal como en los locales. Así, el PRD va a los comicios de 2009 sin “la izquierda que México necesita”.
“Mejor solos que mal acompañados”, había dicho Dolores Padierna en una reunión reciente de la Comisión Política Nacional (CPN), y lo repite aquí.
“Ir sólo con el PSD es enterrar la posibilidad de integrar en el futuro una coalición de izquierda ganadora”, completa en tribuna Juan José García Ochoa, subsecretario de Gobierno del Distrito Federal (GDF), quien aprovecha el viaje para recordar que la administración de Marcelo Ebrard ha sido blanco favorito de los socialdemócratas. “Su única manera de promoverse ha sido pegarle al GDF.”
Después de la intervención de Ortega, se vota: el PRD no va ni con melón ni con sandía. En realidad, sin embargo, era un asunto de táctica de Nueva Izquierda (NI), para la cual la coalición con el PT y Convergencia estaba muerta. “Tenemos que mostrar que por nosotros no quedó”, dice un dirigente de NI.
De todas maneras incluyeron en el documento a discusión una “gran coalición” que incluyese a las tres fuerzas mencionadas.
Seguros de sacarla adelante, los dirigentes de NI ya tenían lista y fotocopiada la plataforma electoral PRD-PSD, de 68 puntos. Los legajos se quedaron sobre un escritorio, inútiles, para enojo de Acosta Naranjo, quien poco antes, en la tribuna, había querido ser irónico al referirse a las “virtudes democráticas” del petista Alberto Anaya y a las gracias del “prócer revolucionario y comandante Dante Delgado”.
Acosta recuerda que los petistas apoyaron a Jorge Hank en Baja California y a Ana Rosa Payán en Yucatán. Un militante de Hidalgo informa que en esa entidad el PSD es controlada por la Sosa Nostra y otro de Guanajuato que allá el jefe es el ex priísta Wintilo Vega. Algo así como una competencia de ver quién encuentra más mugre en los aliados potenciales.
“Se quejaban de andar cargando a los partidos chiquitos, y ahora quieren que vayamos con un partido que representa 0.02 por ciento y está en extinción”, dice Padierna en tribuna.
“El presidente de Convergencia, Luis Maldonado, dijo que su objetivo es desfondar al PRD, y le agradecemos la sinceridad”, suelta Acosta Naranjo.
“¡Qué lástima que el ánimo sectario, el fundamentalismo, nos nuble!”, lamenta el senador René Arce.
Abajo, en los pasillos, un dirigente del DF recuerda que el de la voz “prestó” militantes en Iztapalapa al líder del PSD, Alberto Begné, cuando éste se agarraba del chongo con Patricia Mercado. Otro añade que Begné es personaje admirado por Jesús Ortega Martínez, el presidente del PRD que lamenta haber insistido “hasta la saciedad” en una alianza con los antiguos aliados del Frente Amplio Progresista (FAP).
“Nos vemos el 5 de julio”
El párrafo de alianza con los fapistas era ya retórica. A principios de la semana pasada, el último intento corrió a cargo de Hortensia Aragón y Dolores Padierna, encargadas de la tarea porque estaba difícil que los otros fapistas aceptaran reunirse con alguien de los chuchos.
El primero en aparecer en el restaurante fue Alberto Anaya, eterno líder del PT. El regio fue cortés: “Busquemos acuerdos estatales, es el espacio que queda”.
Dante Delgado ni se sentó ni se quitó la gorrita. Aragón quiso decirle que los acuerdos siempre han salido al cuarto para las doce, que todavía quedaban 22 días.
El ex gobernador de Veracruz la tomó de los hombros, al tiempo que le decía: “Amiga mía, nos vemos el 5 de julio, y al día siguiente comenzamos a preparar el 2012”.
Pleitos de corrientes
Para no decepcionar al público, a media tarde, un grupo de perredistas toma la tribuna. Lo encabeza José Antonio Rueda, líder de la Red de Izquierda Revolucionaria (Redir), quien ha pasado los últimos días tratando de abrirse un espacio en el secretariado. La noche del sábado le ofrecen la presidencia de una comisión, pero no la acepta.
Rueda lanza un rudo discurso contra los dos grupos mayoritarios del bloque de Izquierda Unida (IU), para regocijo de los chuchos. “Hortensia Aragón y Dolores Padierna se apoderaron de la negociación para solamente beneficiarse ellas, de manera abusiva y mezquina”, es lo menos que les dice.
Camilo Valenzuela decreta un receso.
La víspera, Jesús Zambrano abogó por Rueda. Los grupos mayoritarios de IU le respondieron: “Nosotros definimos a nuestros seis (integrantes del secretariado), no ustedes”.
Trepado en la tribuna, rodeado de letreros que rezan “Representación proporcional, respeto al estatuto”, Rueda dice contar con 22 consejeros, por lo cual les correspondería un cargo en la dirección nacional.
Aunque según sus adversarios sólo tiene seis votos, el dato curioso es que Rueda toma la tribuna de la mano de los consejeros afines a Elías Moreno Brizuela, subsecretario de Protección Civil del DF.
“Es la mano del jefe de Gobierno”, expresa un dirigente de IDN, “y una reacción a la decisión de no dejar pasar la coalición con el PSD”.
La agenda Beltrones
Los jefes de NI suelen llamar a los tiempos que corren una “nueva era” del PRD. Presumen que Ortega es el primer presidente del partido que llega al cargo sin la “bendición de los caudillos”. Es la hora de “un nuevo discurso de la izquierda”.
“Debemos dejar de vernos a nosotros mismos como nuestra actividad principal”, dice Jesús Ortega el sábado anterior, en un discurso improvisado, muestra de la excesiva confianza de un orador muy mediano (“desde que los gobiernos neoliberales gobiernan”, “si tomamos en cuenta nos daremos cuenta”).
Ortega ataca “a la derecha”, que busca instaurar el bipartidismo y prepara una ofensiva contra el PRD. Así, “la derecha” en abstracto. Porque sólo se lanza contra un personaje con nombre y apellido: “Elba Esther Gordillo y su mafia sindical”.
Después de Ortega hay una buena fila de oradores que se refieren a otro personaje y acompañan su nombre de un montón de epítetos y acusaciones. Dicen: desfachatez, impunidad, saqueo de las arcas públicas.
Carlos Navarrete corona la fila. Propone que el tema se retome en el Consejo Político Nacional, que ahí se decidan las acciones a tomar para enfrentar a un personaje que está “como el carrizo, hueco por dentro y vistoso por fuera porque promueve su imagen con dinero público”.
Claro, el personaje se llama Enrique Peña Nieto y es el gobernador del estado de México.
Ya de domingo, se hace ver al senador Navarrete lo curioso que resulta que los dos atacados directamente con sus nombres sean una enemiga y otro adversario del mismo personaje: Manlio Fabio Beltrones.
Ríe Carlos Navarrete, se sonroja: “¡Saquen ustedes sus conclusiones!”