Ciudad Perdida
■ Marzo, mes de las definiciones en el PRD
■ Barrales navega con la brújula descompuesta
Será en marzo próximo, si la descomposición en el PRD se acelera, cuando en un acto masivo, que se efectuaría en esta ciudad, se decida la suerte de ese partido.
Y el proceso de deterioro evidente tendrá que ver, desde luego, con el listado de candidaturas que en breve se dará a conocer, que para el perredismo significa algo más que la lucha interna para saber qué tribu conjunta a la mayoría. Se trata de la viabilidad del proyecto de país que hasta antes de que Nueva Izquierda fuera impuesta en la presidencia de ese partido, estaba claro.
Para el perredismo, no para Nueva Izquierda (NI), los candidatos del chuchismo, se llamen como se llamen, significan derrota, cuando menos en el Distrito Federal. Lo que abandere esa tribu llevará etiqueta de derrota, aunque para NI más bien parece que la derrota del partido del que se apropiaron les resultaría una victoria.
Una ola creciente de militantes y simpatizantes del PRD aseguran, por todos lados, que no asistirán a las urnas en caso de que la gente de René Arce sea postulada a cualquier puesto de elección popular, así estén apoyados por la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
En términos de lo que siempre han sido –aunque durante algún tiempo lo hubieran ocultado–, los miembros de Nueva Izquierda siguen siendo aquel partido de Rafael Aguilar Talamantes, primero Socialista de los Trabajadores (PST) y luego el tristemente célebre ferrocarril (FCRN, siglas del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional), que trabajaba sin denuedo por y para el PRI.
En ese sentido, y con la advertencia de la ciudadanía de izquierda de rechazo total al PRD de los chuchos, la abstención servirá para que el PRI pueda hacerse de algunas posiciones, tanto en la Asamblea Legislativa como en alguna delegación, y el nuevo PST habrá cumplido con su misión.
Así las cosas, el ir por el camino de las elecciones internas –con el riesgo que eso significa– podría evitar candidaturas fallidas, y sobre todo un altísimo grado de abstención, que parece ser la intención del renovado ferrocarril.
Habría que decir que también en Nueva Izquierda se ha hecho una medición del asunto y que el grupo de Arce, obligado a sumarse a la idea de la elección, sabe que no apuesta a perder todo, y que en Venustiano Carranza, y en algún distrito, por ejemplo, de GAM, podrían lograr algo, pero además entrarán a una competencia que tenían perdida.
En Iztapalapa, bastión principal de esa tribu, Marcelo Ebrard habría demostrado que la mejor candidata es Clara Brugada, lo que dejaría fuera a cualquiera de los testaferros de Arce, incluida su esposa, Gloria Oliva, por eso, y no por otra cosa, Arce accedió a la competencia.
De cualquier forma, con la mira corta y la brújula descompuesta, Alejandra Barrales se ha reunido con los chuchos, quienes le sacaron a ella y al jefe de gobierno un acuerdo para ir, por debajo o por encima de la convocatoria, a una serie de reuniones en las que se podría establecer acuerdos para llevar candidatos comunes. En esas negociaciones está, imagínese usted, Francisco Chiguil, el ex delegado de GAM.
Por eso, si las cosas siguen por ese camino y el deterioro se profundiza, en marzo podría terminar el callejón en que se ha metido el PRD, y que huelga decir, no tiene salida. Malo para el PRD, muy malo para Ebrard, pero peor para el DF y el país.
De pasadita
Sin ánimo de ofender, les cuento lo que escuché en un café la tarde del sábado. Era entre tres la conversación, uno mucho más joven que sus acompañantes. Haciendo memoria, uno de los de mayor edad recordó que la esencia del chuchismo, sus raíces, estaban en el PRI, “cosa de recordar a Rafael Aguilar Talamantes, dueño del ferrocarril”. Entonces, dijo el más viejo, a Nueva Izquierda habrá que decirle chuchocarril, y soltó la carcajada.