Los de Abajo
■ Desde la Grecia insurrecta
Las voces llegan de la Grecia insurrecta y rabiosa en mensajes y correos que cruzan el Atlántico. Son las hermanas griegas, compañeras de lucha zapatista, las que traducen al español y hacen llegar a México los gritos de la generación de quinceañeros que desde hace dos semanas ocupa las calles, los bancos y las grandes tiendas multinacionales. Se enfrenta a la policía, pone en crisis a la clase política y se hace escuchar.
Los grandes medios de comunicación del mundo recogen los pormenores de la revuelta y de la alta y pulverizada burocracia, mientras la palabra de los protagonistas queda en grafitis, volantes anónimos, mantas, pancartas, asambleas y conversaciones que se dan en cada esquina.
El texto sin firma, repartido en un barrio de Atenas, dice: “Los escuchamos cada día en los noticieros de la tele…Basta ya. Ahora nos van a escuchar a nosotros. Somos la generación de los 400 euros. De los programas stage del organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación (siempre con nuestros gastos), de la precariedad, de la carestía, de los dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones, políticos y los demás. Somos la generación a la que encierran en escuelas, intentando meter en nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la patria, su mentira y subordinación…
“Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía. Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen. Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron. Se acabaron sus noches tranquilas. No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos”.
Otra voz amiga relata: “Fuera del Congreso del país, una joven conversa con un policía en un momento de calma, le pregunta por qué golpean a los niños. El policía le pregunta cuántos años tiene. Ella contesta que tiene 18. El policía se ríe y le dice que ya va a cambiar de ideas cuando tenga cuarenta años. Ella contesta: “O sea que cuando tenga cuarenta años y maten a un niño de 15 a mi lado, ¿yo me voy a quedar callada?”
La palabra de Eugenia: “Aquí ya empezamos la fiesta de la rabia. Y ya se organiza también. En ocupaciones y creaciones de radios. Ocupaciones de edificios municipales. Objetivos concretos de ataques y comunicados. Y la palabra coordinadora gana su espacio con el tiempo. Y genera espacios en el presente…”
En una carta que circula dirigida a los padres: “PD: No nos tiren más lacrimógenos. Ya lloramos nosotros por nuestra cuenta...” (Se les terminaron los gases lacrimógenos y fueron por más a Israel… Se les van a volver a acabar).