Usted está aquí: sábado 20 de diciembre de 2008 Deportes En feroz pelea contra la vejez, Melchor Cob sube otra vez al ring

■ El ex campeón mundial, de 41 años, enfrenta a Enrique Salgado, 22 años menor

En feroz pelea contra la vejez, Melchor Cob sube otra vez al ring

■ Muchos boxeadores regresamos a hacer el ridículo y podría manchar mi carrera, pero no pienso en perder, dijo el campechano

■ Al padre del Sugar, su contendiente, lo venció en 1989

Juan Manuel Vázquez (Enviado)

Ampliar la imagen La veteranía de Cob enfrenta la juventud de Salgado en la función Cuentas Pendientes La veteranía de Cob enfrenta la juventud de Salgado en la función Cuentas Pendientes Foto: Juan Manuel Vázquez

Cozumel, QR, 19 de diciembre. Solo, bajo un montón de cobertores, el veterano peleador Melchor Cob no tiene cabeza más que para una cosa: “Quiero un rehidratante. Lo necesito. Ya me lo estoy saboreando. Creo que ya me lo gané”, dice mientras se imagina bebiendo desesperadamente ese frío líquido color naranja que se desborda de su boca.

Sentado al borde de la cama y bajo esa montaña de mantas para sudar, Cob padece el infierno que todo boxeador sufre un día antes de la pelea. Tiene 41 años pero sigue activo y este sábado debe enfrentar a José Enrique Sugar Salgado, un joven de 19, a cuyo padre venció en 1989 en Campeche.

El tiempo es un tirano y el Baby Cob sufre cada vez más para dar el peso supermosca de 52 kilos 100 gramos. No todos son Archie Moore, quien a los 46 años seguía escribiendo a puñetazos páginas gloriosas en los cuadriláteros.

Por eso Melchor está nervioso y no soporta estar encerrado en la habitación del hotel, donde debe pasar horas con la calefacción a tope, haciendo rounds de sombra, moviéndose y escupiendo en una feroz pelea contra la vejez.

El pequeño gladiador maya tiene una gran historia. Fue dos veces campeón del mundo y su nombre está ligado a dos de los peleadores más famosos del pugilismo mexicano: Humberto Chiquita González y Jorge Travieso Arce. Ambos vencieron a Cob, y de algún modo deben sus carreras a los combates en los que estuvieron involucrados.

–Con ese prestigio, ¿por qué regresar y exponerse al riesgo de hacer el ridículo?

–A veces, muchos regresamos a hacer el ridículo, es cierto. Si lo hago voy a manchar mi carrera –dice haciendo un cálculo de su inversión de riesgo– y tendré que decir adiós. Pero en mi mente no está la posibilidad de perder.

“Me preparé muy bien. Estuve cuatro semanas en Puebla y dos en la ciudad de México y una más aquí en Cozumel. Eso es suficiente para adquirir una buena condición física, porque quiero dar un combate digno a la afición.

“Además, el niño ese viene con todas las ganas del mundo de querer ganarme, porque esta es su tierra, quiere aprovechar mi nombre para aspirar a cosas mayores y quiere saldar lo que le hice a su papá.”

Son muchas cosas en juego para descuidarse, admite Cob, para quien este reto servirá para tomar una decisión vital respecto al futuro. Si pierde no le queda más que retirarse, pero si consigue la victoria el panorama será distinto e inclusive no le parece exagerado pensar en disputar un tercer título del mundo.

“Yo estoy aquí para ponerle un alto y él para seguir ascendiendo, pero yo no quiero ser escalón de nadie. Todo puede ocurrir y hasta que termine el combate se sabrá si fue una buena decisión. Tengo que hacer el triple de esfuerzo, o mucho más, para demostrar que todavía puedo a mí edad”, reconoce.

Los retos a contracorriente son frecuentes en la vida del boxeador nacido en Chiná, Campeche, pues cuando consiguió su primer título lo hizo pese a que pocos le daban crédito para lograr la hazaña.

El 25 de marzo de 1991 a Cob se le presentó la oportunidad de enfrentar al filipino Rolando Pascua, por el cetro minimosca del Consejo Mundial de Boxeo, en el Gran Foro de Los Ángeles. Contra todo pronóstico, lo noqueó y obtuvo su primera corona.

“Antes de eso yo era un peleador casero, a nivel regional de Ciudad del Carmen, Mérida y otros pueblitos, apenas treinta peleas, pero ya era campeón de las Américas.

“Llevaba tres meses de preparación para disputar el título nacional en el DF, pero se canceló a dos semanas del compromiso. Ya me regresaba a mi casa y en eso me avisó el mánager Ignacio Beristáin que yo iba a pelear por el título del mundo, tres meses más tarde. Estaba recién casado y me dijeron: vete a tu casa a descansar y dale a tu señora lo que tengas que darle y disfruta tus dos semanas de reposo porque te lo mereces”, sostiene.

Pero el púgil campechano decidió que era demasiado el reto y prefirió seguir entrenando, alejado de su esposa, y así pasó seis meses de total abstinencia, “sin besos ni nada”, precisa Cob, en un ejemplo del sacrificio que está dispuesto a hacer cuando aspira a algo importante.

“Una vez me dijeron que yo le echaba un chingo de ganas cuando era retador, pero que cuando ya era campeón me volvía un huevón”, dice.

–¿Eso es cierto?

–Bueno, a veces por algo dicen las cosas.

Y por algo, la gloria del cinturón sólo le duró unos meses, porque en junio del mismo año su coco, Humberto Chiquita González le arrebató el campeonato. Cob asegura que fue porque estaba enfermo y no le permitieron cancelar.

“Me estaba llevando la chingada pero mi apoderado Rafael Mendoza me dijo: ‘No puedes abandonar la pelea’. Es que hay muchos intereses. Sí se podía suspender, pero como también manejaba a la Chiquita, pues le apostó a él porque le daba más frutos”.

Quiso recuperar el cinturón y enfrentó a González un año más tarde, pero no lo consiguió.

Cob debió esperar cinco años para realizar una proeza: ser campeón por segunda ocasión al vencer a Jesús Chong, por el cetro minimosca de la OMB, en 1997. Pero otra vez el gusto sólo le duró unos meses, porque se lo arrebató el argentino Juan Domingo Córdoba.

Ahí aparece el nombre del mediático Jorge Arce, al que quiso desbancar en 2003, pero el esfuerzo no rindió frutos. Cob asegura que le robaron.

“Le rompí su madre en Las Vegas. El Travieso dice que él no escoge rivales. pero no es cierto porque sí los elegimos, por eso él está ahí. Le di una chinga y lo dejé bien cortado de las cejas. Le alzaron la mano, pero… ahí lo dejamos. La segunda pelea que tuve con él es otra historia. Ya me había retirado. Dije después de todo: esto ya no sirve. Estaba desmotivado y perdí combates”, justifica.

Aquel pleito fue polémico y estuvo bajo sospecha, pues en el quinto asalto Melchor cayó por un gancho que para muchos ni lo tocó.

–Dicen que te caíste porque estaba pactado para beneficiar al Travieso.

–La gente puede dar su opinión, pero sólo los que están sobre el cuadrilátero saben lo que ocurrió. Me dio un recto que no alcance a recuperarme, en el quinto asalto sí me golpeó y me fui. Me senté y dije: ‘órale, me ganó’.

A unas hora del compromiso con el juvenil José Sugar Salgado, pagó el precio de la edad y se pasó casi cinco kilos del peso límite de la categoría supermosca. Tuvo que sufrir más tiempo para bajar al menos tres más y subir esta noche en la función Cuentas Pendientes, en Cozumel. Lo consiguió y otra vez su porvenir estará a prueba.

Soto-Lorenzo, por el superpluma

La credibilidad de Humberto Zorrita Soto y el dominicano Francisco Lorenzo estará hoy a prueba, y tratarán de demostrar quién es el verdadero campeón superpluma del CMB, después de aquel desafortunado combate en el que el mexicano fue descalificado en beneficio del retador que yacía descompuesto sobre la lona.

Ambos tuvieron problemas para dar el peso límite (58.900 kilos), pero todo quedó listo para que esta noche se rompa el récord de combates de título mundial en México al sumar 17 contiendas. La cifra anterior es de 1993, con 16 pleitos de campeonato.

 
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