Sin reducción de emisiones contaminantes
Mientras apenas 37 de casi 200 países han aceptado reducir sus emisiones contaminantes en los próximos cuatro años y así enfrentar los efectos del cambio climático, las grandes potencias industriales todavía no adoptan una política menos agresiva con el medio ambiente. En aras de crecer a cualquier costo hacen mal uso de los recursos naturales. Además, Estados Unidos y otras potencias no exigen que China e India, sus grandes maquiladoras, cumplan esa tarea sin afectar el medio y la salud pública. Los datos sobre el comportamiento ambiental del mundo este año lo confirman. Muestran, además, que las emisiones de gases de efecto invernadero en los 40 principales países industrializados siguen en ascenso.
No debe entonces extrañar que pocos crean en los planes anunciados para reducir el deterioro. Así, con mucha cautela se tomó el del gobierno brasileño de comprometerse, por primera vez, en reducir de aquí a 2018 la deforestación de la selva amazónica en 70 por ciento sobre el promedio de la última década. De lograrse, el mayor pulmón verde del planeta (que ya perdió una quinta parte de su masa forestal) contribuiría a evitar que se emitan a la atmósfera casi 5 mil millones de toneladas de dióxido de carbono, cifra que significa tres veces el compromiso adquirido por los países industrializados en el Protocolo de Kyoto. Y hablando de éste, se espera que Obama cumpla la promesa de reducir antes de 2020 las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos a los niveles de 1990.
También en México se promete. El responsable de las áreas naturales protegidas, Ernesto Enkerlin, pidió a la sociedad que confíe en que la reserva de la biosfera Montes Azules, y en general la selva Lacandona, no sufrirán destrucción en caso de que Petróleos Mexicanos dé inicio a tareas de exploración y explotación en esa parte del estado de Chiapas, desde hace 40 años con grave deforestación.
De cumplirse su promesa, sería la primera en hacerse realidad en esta administración, porque otras anunciadas por el licenciado Calderón son letra muerta. Por ejemplo, aumentar la seguridad de la población, disminuir la violencia y la criminalidad, reducir la tala en selvas y bosques, así como crear miles de empleos; evitar la contaminación de las cuencas hidrográficas y aumentar el ingreso y la calidad de vida de la población más necesitada, unos 40 millones de habitantes.
Por su parte, don Marcelo Ebrard prometió convertir a la ciudad de México en la más verde de América Latina. Esto exige, por un lado, una política de reforestación urbana. Y por el otro, evitar que la expansión de la mancha de concreto continúe sobre las áreas verdes y agrícolas de la capital. Si bien el número de asentamientos irregulares y la pérdida de áreas verdes disminuyó en los últimos 12 años, en cambio sigue la urbanización sin control sobre tierras agrícolas y arboladas en los estados de México e Hidalgo, precisamente donde se ubican los municipios con mayor crecimiento poblacional de la cuenca de México. Por eso la necesidad de establecer el tantas veces prometido plan metropolitano de crecimiento y cuidado ambiental, que evite la pérdida acelerada de recursos naturales, de pulmones verdes en la región, hoy habitada por cerca de 30 millones de personas.
Si aumenta el número de vehículos en circulación en la cuenca de México, si es menor la velocidad de los mismos al transitar, si todavía en los municipios conurbados es laxa la norma para verificar el buen estado de autos y camiones; si la chatarra automotriz suma decenas de miles de unidades; si el consumo de gasolina y diesel aumenta cada día; si hay menos árboles, es dable cuestionar los datos oficiales según los cuales este año ha sido el más limpio en materia de calidad del aire, el mejor en 22 años. Hoy la ciudad de México no figura entre las más contaminadas del planeta y ascendió 15 sitios positivos en la lista mundial.
Inventos para exportar: la muralla para contener la contaminación del aire generada en las ciudades vecinas. Felicidades.