Usted está aquí: lunes 22 de diciembre de 2008 Política Una Europa pasiva

Marta Tawil

Una Europa pasiva

El 3 de diciembre pasado la Unión Europea (UE) presentó un documento que define un plan para avanzar hacia un acuerdo palestino-israelí en 2009. Llama a aumentar la presión sobre Israel para que reabra las instituciones palestinas en Jerusalén, incluyendo la Casa de Oriente que fue sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de facto de la Autoridad Palestina en Jerusalén-este (ocupado desde 1967). El documento también expresa la voluntad europea de tener un papel en los acuerdos de seguridad palestino-israelíes entrenando a las fuerzas de seguridad palestinas y pide a Israel detener la construcción de asentamientos en Cisjordania (que no ha cesado desde la firma de los acuerdos de Oslo en 1993). Dos días después y en protesta contra el reciente asedio a Gaza, el Parlamento europeo rechazó (194 eurodiputados favorables, 173 contrarios) la propuesta de la Comisión y el Consejo europeos de profundizar la cooperación con Israel. Estos planes y críticas no son novedad como tampoco lo es su nula concreción.

A pesar de que Europa trató de involucrarse en Medio Oriente al terminar la guerra de octubre de 1973, el “diálogo euro-árabe” fue casi inexistente hasta junio de 1980, cuando los jefes de Estado y de gobierno europeos formularon la Declaración de Venecia que por primera vez definía una posición conjunta hacia la región. Pero el fin de la guerra fría les privó de la oportunidad de presentarse como una tercera vía: los gobiernos europeos prácticamente quedaron fuera de las negociaciones regionales para la paz iniciadas en Madrid en 1991. Aun así, algunos gobiernos europeos no han querido dejar a Medio Oriente solo, debido a sus intereses económicos, su dependencia del petróleo y del gas y las sensibilidades de sus opiniones públicas. Por la gran cantidad de musulmanes que habitan en los países europeos, el Islam y el islamismo se volvieron un asunto de política interna.

En parte por eso Europa intentó recuperar el terreno perdido con el lanzamiento de una asociación euromediterránea inaugurada en Barcelona en noviembre de 1995. En 1996-98 la UE recuperó su papel político y designó a un representante especial para Medio Oriente, Miguel Ángel Moratinos, remplazado en 2004 por Marc Otte. Aun así, para la UE fue difícil afirmarse en buena medida por falta de consenso interno. Además, durante el primer mandato de George W. Bush, Washington, que pretendió dividir a Europa entre la “vieja” y la “nueva”, se buscó aliados à la carte, como Inglaterra en Irak, Pakistán en Afganistán y por supuesto Israel. Durante el segundo mandato, Europa, en orden disperso, buscó áreas puntuales de entendimiento con Estados Unidos: Líbano, Palestina, Siria y en menor medida Irán.

En 2005 la UE pidió a sus diplomáticos en Jerusalén y Ramallah estudiar las decisiones del gobierno israelí en Jerusalén-este. El reporte precisó que la política israelí demostraba una intención clara de transformar la anexión de ese territorio en hecho consumado mediante la multiplicación de asentamientos judíos, la reducción de la presencia palestina con el hostigamiento administrativo y el aislamiento de Jerusalén-este de Cisjordania con el “muro de seguridad”; demostraba que se buscaba impedir al Jerusalén árabe desempeñar su papel tradicional como centro de actividades políticas, comerciales, religiosas y culturales y de convertirse en la capital de un futuro Estado palestino, algo que proponen los planes de paz. Pero los ministros de asuntos exteriores europeos prefirieron no avalar ese reporte argumentando que su publicación era políticamente inoportuna. Luego de la victoria legislativa de Hamas en 2006, Bruselas decidió cesar todo contacto con el gobierno palestino, dejando a la ONU y a Rusia llenar ese vacío.

El nuevo asedio a Gaza pareció por un momento impulsar a las voces críticas europeas. Pero no se tradujeron en alguna medida contra el gobierno israelí y la ministra israelí Tzipi Livni regresó a casa con la bolsa llena y un acuerdo que fortalece la cooperación entre la OTAN e Israel en materia de “lucha contra el terrorismo”. Además, la República Checa, que asumirá la presidencia rotativa de la UE durante el primer semestre de 2009, ya anunció que incitará a los demás miembros de la UE a fortalecer los intercambios comerciales con Israel y la cooperación en materia de seguridad, afirmando que beneficiarán económicamente a los palestinos, olvidando que hasta ahora ni la ayuda de la UE ni los esfuerzos por fortalecer al sector privado palestino han podido resolver el problema de su total dependencia económica hacia Israel, como tampoco el de los continuos bloqueos militares y la reducción dramática del número de palestinos autorizados a trabajar diariamente en Israel.

 
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