■ Las piezas que se interpretan son modelos para regir el mundo, sostiene en entrevista
“Las orquestas son maquinarias de desarrollo social”: Miguel Salmon
■ Estamos en la época de directores jóvenes al frente de grandes conjuntos, señala
■ La calidad profesional debe estar siempre a la altura de la calidad humana, dice el musicólogo de 30 años
Ampliar la imagen Además de cursar actualmente un doctorado en musicología en la Universidad Sorbona de París, el director mexicano cuenta con estudios en filosofía, sicología e idiomas Foto: José Antonio López
Si algo ha aprendido de las grandes figuras de la dirección orquestal con las que ha tenido oportunidad de estudiar, asistir o simplemente tratar en estos siete años de residencia y trabajo en Europa es que “la calidad profesional debe estar siempre a la altura de la calidad humana”.
Así es como el joven director mexicano Miguel Salmon del Real sigue los preceptos de Pierre Boulez, Lorin Maazel, Simon Rattle y Daniel Baremboin, entre otros, y se ocupa en tener una preparación musical y humanística lo más completa posible; pero, sobre todo, en tratar de demostrar que “las orquestas, al igual que la música, son una maquinaria de desarrollo social”.
Lo son, explica, “porque aquéllas interpretan obras maestras y éstas son pequeños paralelos que representan un modelo de cómo debe regirse el mundo. Cuando alguien va a un concierto se convierte en testigo de esos ejemplos humanos; quien va a un concierto vive inspirado en ideales”.
De regreso temporal a México, donde señala que para él comienzan a abrirse poco a poco las puertas –apenas en septiembre dirigió la Sinfónica de la Universidad de Hidalgo, y en febrero hará lo propio con la de la delegación Coyoacán–, el también compositor y musicólogo de 30 años está convencido de que, “más que nunca, el director de orquesta debe adoptar la actitud de conquistador social”.
Precisa en entrevista: “El director de orquesta es un líder que debe estar consciente de las necesidades socioculturales de su entorno, y su deber es salir a tratar de conquistarlo; debe estar inscrito en su sociedad para promover no sólo el placer estético, sino el desarrollo humano de la misma.
“Nunca debe dejar de aspirar a ser visionario, porque es un intérprete, y éstos son necesarios en todos los tiempos; ellos nos ayudan a explicarnos y a entender nuestra realidad y el futuro deseable.”
Nacido en el seno de una familia sin antecedentes musicales profesionales, Salmon del Real cursa actualmente el primer año de doctorado en musicología en la Universidad Sorbona de París. Al margen de lo musical, cuenta asimismo con estudios en filosofía, sicología e idiomas.
Uno de sus principales orgullos, y así lo expone, es que se trata del primer y único director no sólo de México, sino del mundo, en ser seleccionado dos veces para tomar los cursos de dirección de orquesta en el legendario Festival de Lucerna, en Suiza. La primera ocasión, en 2005, fue invitado por Pierre Boulez, y dos años después por Meter Eövös; es posible que en 2009 repita la experiencia.
Afable al trato, durante la conversación destaca el papel que para todo pueblo tienen la cultura y el arte, bienes que asume tan indispensables como el alimento y la salud.
“Es una necesidad humana, sólo que más abstracta”, sostiene. “Un pueblo que tiene artistas, intelectuales, es un pueblo que sabe soñar y que por ende aprende a encontrar soluciones más prácticas a la realidad, porque el arte nos enseña a imaginar y a fantasear, lo cual es esencial para enfrentar la vida.
“Un gobierno que está conciente de esto apoya las instituciones artísticas y las trata, incluso, como instituciones sociales; no sólo las apoya, sino que las protege y promueve su proliferación.”
Otro de los puntos que aborda es la proliferación de directores jóvenes al frente de las principales orquestas del orbe.
“Hay una renovación en el mundo. Estamos en la época de los directores jóvenes en las grandes orquestas, como lo demuestran Simon Rattle al frente de la Filarmónica de Berlín y ahora Gustavo Dudamel en la de Los Ángeles”, agrega.
“Vivimos el cambio de milenio y el espíritu que se respira es de renovación y rejuvecimiento. Por eso muchas instituciones buscan líderes jóvenes, ya que personifican esta nueva etapa.
“Las orquestas más importantes del mundo están convencidas de que ser dirigidas por jóvenes las pone en contacto con los de su sociedad, y es lo que buscan. Es un ola que comenzó en Europa, pero que ya se deja sentir en América, incluso en México.”
Acerca de su quehacer como director, Miguel Salmon del Real señala que la más grande lección que le han dejado esas vacas sagradas con las que ha podido compartir es que el director de orquesta debe ser una figura completa.
“No sólo debe ser buen músico, sino poseer un talento desarrollado, entrenado y cualidades personales que le permitan desarrollarse en un grupo, principalmente cualidades humanas.
“Cuando estoy frente a una orquesta no sólo pretendo hacer un gran trabajo musical, sino que la gente disfrute desde el principio del proceso. La música es diversión, es un placer hacerla, y creo que es el mejor trabajo que pude escoger”, concluye.