Usted está aquí: lunes 29 de diciembre de 2008 Opinión Otro secuestro en el Distrito Federal

Néstor Martínez Cristo
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Otro secuestro en el Distrito Federal

Ampliar la imagen Los anuncios espectaculares no sólo obstruyen la visión de la ciudad o distraen a los automovilistas, también provocan accidentes como el de la imagen, donde una estructura publicitaria cayó sobre una vivienda, en la esquina de Acoxpa y Viaducto Tlalpan Los anuncios espectaculares no sólo obstruyen la visión de la ciudad o distraen a los automovilistas, también provocan accidentes como el de la imagen, donde una estructura publicitaria cayó sobre una vivienda, en la esquina de Acoxpa y Viaducto Tlalpan Foto: Alfredo Domínguez

Circulaba sobre la avenida de los Insurgentes, con dirección al sur, a la altura de la Ciudad Universitaria. Recién había alcanzado a ver de reojo, hacia mi izquierda, por entre los árboles, la fachada del espléndido Museo Universitario Arte Contemporáneo, inaugurado hace apenas unas semanas.

Amanecía. Mientras manejaba medité unos instantes sobre la importancia de que en México se construyan otra vez obras de ese calado. De que en este país se vuelva a pensar en grande.

Otro rápido vistazo hacia el mismo lado me estrujó, primero, y luego me conmovió. Al oriente, entre los azules y anaranjados que comenzaba a disparar el sol, la silueta de la mujer dormida se dibujaba perfecta en el horizonte. Era una mezcla entre lo bello y lo majestuoso del volcán, con todo lo que éste evoca.

Continué por Insurgentes hasta Perisur y, apenas crucé el Periférico por debajo, tomé inmediatamente a la derecha para subir por el trébol y así incorporarme a esta última vía rumbo a Xochimilco. Pensé que podría gozar de nuevo del espectáculo natural de los volcanes, pero ahora con la perspectiva de frente. La mañana era singularmente clara.

Ya sobre el Periférico busqué el horizonte. Primero eran pollos. Luego, salchichas. En seguida, una escuela y, detrás de ésta, un hospital y la foto de un político sonriente. También aparecieron brasieres, leche ligera y alguna película de estreno.

No volví a ver el horizonte... y mucho menos a los volcanes. Agresivos, invasores del espacio, me lo impidieron las decenas de anuncios espectaculares que han sido instalados de manera arbitraria a los costados del Periférico.

Me sentí agraviado. Mi indignación iba mucho más allá de la ilegalidad y la corrupción que tradicionalmente se ha escondido detrás de ese tipo de publicidad gigante. En realidad, mi malestar se derivaba de la pérdida de otro derecho, de uno más, que los ciudadanos del Distrito Federal hemos perdido sin darnos cuenta. Se trata del secuestro de un derecho muy particular, muy personal, casi íntimo podría decirse, a ver lo que otros ya decidieron que yo, y todos quienes circulamos por ahí, tenemos qué ver forzosamente, porque no hay alternativa.

Entonces me acordé con agrado de Andrés Manuel López Obrador y de la intensa lucha que su gobierno dio, hacia mediados de 2001 y 2002, para terminar con la anarquía existente en la colocación de los anuncios espectaculares.

A través del Bando Informativo Número 19, emitido el primero de junio de 2001, el entonces jefe de Gobierno señalaba que “al existir anarquía en la colocación de esos anuncios, se impide a la población el disfrute visual de la ciudad, monumentos históricos, vialidades, áreas verdes y paisaje circundante. Además de la contaminación visual, los anuncios espectaculares instalados en las vialidades primarias provocan distracción en los conductores vehiculares, siendo ésta una de las causas de accidentes viales”.

Dicho Bando se refería igualmente a la falta de cumplimiento de la norma en la colocación, así como al riesgo en que se pone a la población con la inadecuada instalación de los anuncios.

El Plan de Recuperación de la Imagen Urbana, surgido a partir del Bando Informativo 19, dispuso el retiro de cerca de 2 mil espectaculares instalados en vialidades primarias del Distrito Federal y, mediante licitación pública, ofreció diversas alternativas a los propietarios de los espectaculares, entre ellos, el de espacios en 172 estaciones y más de 2 mil 600 vagones del Metro.

La medida resultó exitosa y la ciudad se vio libre, por primera vez desde muchos años atrás, de tanta basura visual. Sin embargo, los gobiernos cambian y, con ello, los criterios.

Según la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Distrito Federal (Seduvi), el resurgimiento de los anuncios espectaculares es tal que supera los 3 mil 600, además de que existen también 14 mil vallas publicitarias. De todos éstos, reconoce la propia dependencia, 80 por ciento son irregulares.

La Seduvi asegura estar llevando a cabo un nuevo plan de limpia. Lo cierto es que no se ve, como tampoco se ven el paisaje, los monumentos históricos y mucho menos los volcanes.

Y en tanto la autoridad siga siendo omisa, este negocio espectacular nos mantendrá secuestrados todos los días a todos quienes habitamos en el Distrito Federal.

 
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