Usted está aquí: lunes 29 de diciembre de 2008 Sociedad y Justicia En riesgo la biodiversidad en Colombia por el cultivo itinerante de los cocaleros

■ Casi la mitad de los ecosistemas ya están afectados, revelan investigadores

En riesgo la biodiversidad en Colombia por el cultivo itinerante de los cocaleros

■ Se dispara 27% el crecimiento de siembras ilícitas

■ Fracasa el plan oficial para erradicarlas

Angélica Enciso L.

Colombia, uno de los 19 países megadiversos, posee 10 por ciento de la variedad de flora y fauna del planeta, la cual está en riesgo debido al cultivo itinerante de hoja de coca y al alto uso de herbicidas para fumigar esas plantaciones, así como a actividades productivas como la ganadería extensiva y la siembra de palma africana para el desarrollo de biocombustibles.

El estudio Cultivos de uso ilícito y ecocidio, del especialista Germán Andrés Quimbayo Ruiz y divulgado por Transnational Institute, con sede en Holanda, analiza el daño a los ecosistemas que genera la siembra de la coca en el contexto de “una política antidrogas que ha demostrado ser ineficaz y ha incluido polémicas estrategias de erradicación y control de cultivos de uso ilícito”.

La investigación busca responder a una campaña gubernamental conocida como “Responsabilidad compartida”, en la cual, de acuerdo con el autor, se culpa al campesino-productor de la destrucción ambiental que genera ese cultivo y se advierte que si el consumidor conociera el desastre ecológico dejaría de sembrarla.

El análisis señala que la producción de coca y cocaína ha ocasionado a nivel ecosistémico el sacrificio de extensas zonas de bosques, que incluyen áreas nacionales protegidas que muchas veces albergan comunidades indígenas ancestrales, y “la guerra asociada al narcotráfico ha afectado significativamente dichas comunidades y la biodiversidad”.

Recuerda que a comienzos de la década de los 70 se lanzaron estrategias para la erradicación de cultivos ilícitos con el uso de herbicidas y se ha identificado que esas siembras están entre los grandes agentes de cambio que más han afectado los ecosistemas, la biodiversidad asociada, el uso de suelo y el agotamiento de las fuentes de agua.

Además, los ecosistemas se ven perjudicados por la expansión de la frontera agropecuaria, la intensificación de la agricultura en sectores de alta productividad, la urbanización y el abandono de tierras marginales. De acuerdo con análisis de diversos expertos, entre la tercera parte y la mitad de los ecosistemas están alterados.

Sin embargo, reporta la investigación, los cultivos ilegales avanzan en las zonas boscosas y sobre áreas protegidas. Cita un estudio de la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Delito, el cual afirma que el crecimiento de esas siembras se disparó 27 por ciento entre 2006 y 2007, al pasar de 78 mil hectáreas a 99 mil. Agrega: “el avance de esos cultivos por lo general se manifiesta con una dinámica que comienza con el desplazamiento de habitantes a zonas de vocación forestal o áreas protegidas, conllevando a la masiva destrucción de los ecosistemas mediante la tala y quema de la vegetación primaria y al posterior establecimiento del cultivo”.

Señala que la acción de las políticas gubernamentales antidrogas, como la eliminación forzada de cultivos de uso ilícito, ha fracasado recrudeciendo el conflicto, debido a que sólo se ejerce control policiaco y militar que desplaza, más no erradica realmente, dichas siembras. “Los actores armados, junto a la histórica falta de presencia integral del Estado colombiano en zonas de conflicto, han hecho que las comunidades rurales más débiles y vulnerables se involucren nefastamente en la base de la cadena del narcotráfico, sin que existan alternativas reales e integrales de desarrollo y garantías plenas de apropiación del territorio.”

Refiere que el mayor impacto ambiental de dichos cultivos se debe a su carácter itinerante, debido a las políticas de erradicación. Agrega que la fumigación de siembras ha provocado que se recrudezca la contaminación. “Procesos como la destrucción de nichos ecológicos, del acervo genético en la biodiversidad local, la erosión, la contaminación y la disminución de fuentes de agua, así como la destrucción del bosque y la desaparición de especies endémicas, son resultado de la destrucción del bosque, gracias a la movilización de cultivos.”

Considera que el Estado colombiano debería revaluar su estrategia, que se enfoca desde hace años contra la oferta, y “debería reconocer que el modelo de reducción de ésta, dirigido a la destrucción de los cultivos, ha sido un fracaso, contraproducente y es uno de los principales responsables del ecocidio”.

 
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