■ Amenaza Washington a Londres para que no entregue esos datos
GB se resiste a divulgar informes secretos sobre los maltratos de EU a prisioneros
Londres, 5 de febrero. Aliado de Estados Unidos en la invasión a Irak y la guerra contra el terror del ex presidente George W. Bush, el gobierno británico mantuvo hoy su resistencia a divulgar informes confidenciales que podrían servir como evidencia sobre torturas practicadas por miembros de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a un etíope con residencia legal en Gran Bretaña, que en 2004 fue enviado secretamente a la cárcel estadunidense de Guantánamo en calidad de “combatiente enemigo”.
Infructuosamente, la defensa legal de Binyam Mohamed ha tratado de obtener la publicación de documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos –en poder de Gran Bretaña– que describen el trato que recibió entre 2002 y 2004, desde que fue detenido en Pakistán y trasladado a Afganistán, Marruecos y, finalmente, la base militar en el Caribe, donde aún permanece pese a que el gobierno británico solicitó al estadunidense su liberación puesto que en el momento de su detención tenía estatus de refugiado político.
El caso podría dañar la reputación del flamante gobierno del presidente Barack Obama tras de que dos jueces de la Corte Suprema señalaron hoy que Washington mantiene la amenaza de detener su colaboración en la guerra contra el terror –Londres fue escenario de un ataque con explosivos en 2006– si da a conocer la información confidencial que ha compartido en esta materia.
Los jueces responsables del caso (John Thomas y Lloyd Jones) dijeron en una sentencia que no harían del conocimiento público los documentos porque el secretario de Asuntos Exteriores, David Miliband, “cree” que existe “riesgo real” de que aumenten los actos de terror si Gran Bretaña pierde la cooperación estadunidense en materia de inteligencia.
Thomas y Jones señalaron además que Obama no ha cambiado la postura planteada por George W. Bush en su gobierno.
En medio de acusaciones de que de nuevo Londres ha quedado supeditado a las presiones de Washington, Miliband debió comparecer al Parlamento para explicar la versión surgida en los tribunales.
Miliband negó que Estados Unidos haya amenazado con romper la cooperación de inteligencia con Gran Bretaña, pero admitió su preocupación por los efectos que la información produciría en la opinión pública si fuera difundida.
Una de las presunciones que maneja la defensa de Mohamed, con base en sus testimonios sobre lo ocurrido entre 2002 y 2004, es que agentes de inteligencia británicos estuvieron presentes en los interrogatorios y las torturas o que, por lo menos, fueron cómplices.
“La cooperación de inteligencia depende de la confidencialidad. Compartimos nuestros secretos con otros países y los de ellos con nosotros. El principio fundamental para nosotros y para ellos es que podamos confiar la confidencialidad de la relación”, dijo Miliband en una entrevista con la televisión privada británica.
“En este caso (relativo a Mohamed), Estados Unidos ha dejado en claro, en documentos que han sido publicados, que habría inevitablemente serios y permanentes daños si el principio fundamental es violado”, dijo el funcionario, quien además confirmó lo dicho por los jueces Thomas y Jones acerca de que la Casa Blanca de Obama no ha cambiado su posición en este tema.
Sobre la controversia, el líder de la bancada demócrata liberal, Nick Clegg, comentó hoy que “no hay otro término que chantaje para lo que hacen los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Si los ministros británicos fueron cómplices en alguna forma en la aplicación de torturas o ayudaron a las autoridades estadunidenses a encubrirla, ellos podrán encarar las consecuencias en la Corte Penal Internacional”.