Usted está aquí: viernes 6 de febrero de 2009 Opinión La Ruta Sonora

La Ruta Sonora

Patricia Peñaloza
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■ La crema de 2008 (electrónico II)

El electrónico digital para bailar hace tiempo quedó atrás. Pero como ha sido preciso seguir moviendo el esqueleto, en las pistas a tales ritmos les siguió el electroclash, para luego llegar a eso que llaman “nu-rave” (nuevo rave), que igual abarca post-punk-funk tocado cual rock (batería, guitarra, bajo y teclados, como The Rapture), que post-house-disco ejecutado con teclados, tornamesas, disc-players y/o laptops. Tras el resucite de Daft Punk y el surgimiento de émulos de tal estilo, como Justice, ha seguido una camada de propuestas que trae loca a la muchachada neo-fosforescente (curiosamente, la mayoría de esta lista ya ha actuado en México, o pronto lo hará), cuyo objetivo es el mismo: danzar a través de un irremediable revival ochentero (la mayoría), al usar instrumentos de tal década con ideas de actuales veinteañeros.

1. Sébastien Tellier. Sexuality. Con su actitud posmoderna, fino, elegante aunque sarcástico, este consentido cantante parisino (entona francés, inglés e italiano) y multiinstrumentista, emite un tercer disco en el que, espacial y sensual, a lo Gino Vannelli, se rifa con un electro-pop suave pero intenso, pianos profundos y teclados Jean-Michael Jarréscos de por medio, lejano a lo obvio y cercano a lo exquisito. Maestro.

2. Late of the pier. Fantasy black channel. Con integrantes de no más de 20 años de edad, dirigidos por el mega-productor Erol Alkan, este cuarteto inglés, a pesar de parecer inscrito en el choteado dance-punk, se desmarca al sonar más complejo; al aplicar estrepitosamente ritmos disco-funk, ruidillos de videojuego, guitarras glam-metal, ambientes sicodélicos, cambios de ritmo repentinos. Como un viaje ácido entre Devo y Gary Numan. Estarán en el festival Mx Beat (14 marzo).

3. Metronomy. Nights out. Tras remezclar a Gorillaz, Björk, U2, entre otros muchos, el inglés Joseph Mount produce un disco brillante, con cantos pop ocasionales (lo demás, instrumental), electro-mantras tipo japonés y medio-oriental, oscuros beats electro-robóticos; ritmos, voces, guitarras, acordeones y metales desbielados, entre otras marcianadas anti-retro.

4. Cut Copy. In ghost colours. En segundo álbum, este trío australiano logra con solidez reunir en un solo estilo, sin sonar a fusil de lo hecho en el género hace veinte años, vertientes disímiles: melodías vocales pop, guitarras indie, grooves roqueros, sintes electro-disco, saxofones... Suavecitos, contagiosos. Reventarán el Vive Cuervo Salón, el 3 de marzo.

5. Hercules and love affair. Hercules and love affair. Fino trabajo pop, pensado más para el corazón quebrado que para las pistas (aunque en ellas funciona muy bien), al fusionar viejo house de Chicago con electro-disco (bajos funk, violines, metales), y sentidas melodías vocales, encabezadas por el imponente inglés Antony Hegarty y por Kim Ann Foxman. El productor estadunidense Andrew Butler está detrás, con la composición de Tim Goldsworthy. Extra-sensual.

6. Hot Chip. Made in the dark. Tercer álbum del quinteto de Londres que tras su exitoso The warning (2006), vuelve con su rock colorido para brincotear y sonreír, invadidos por armonías elaboradas y luminosos cantos templados. Como mezclar al más silly Paul McCartney con New Order.

7. Crystal Castles. Crystal Castles. Llamados como el castillo de She-ra (la de He-Man), o como un videojuego de 1983, de Canadá, Ethan Kath y Alice Glass recrean frenéticos al Atari 5200 para hacer un synth-pop-punk gritón que lleva a la agitación total. El puro beat macizo.

8. Neon Neon. Stainless style. Gruff Rhys, de Super Furry Animals, y el productor de hip hop Boom Bip elaboran un soundtrack ochentero para los excesos del fallido diseñador de autos John De Lorean, con los clichés pop de tal década, reinventados. El disco se conduce con reverencia melancólica, sin ironía: guitarras y baterías con eco, voces impostadas… Un viaje new wave futurista.

9. Does it offend you, yeah? You have no idea what you're getting yourself into. El debut de este cuarteto británico sí ofendió a muchos al parecer remedar a Justice. Pero escuchados con atención, son más una banda de vocación roquera, guitarrera, vocal-melódica y funky-bailadora, furiosa a la hora de cantar/gritar y jalar cual imán hacia la pista. Yeah!

10. Yelle. Pop up. Mientras las luminarias del electro galo cantan en inglés (Alizée no cuenta), esta guapa parisina canta divertida en francés sobre un post-house de bombo gordito, a veces retro, a veces cuasi hip-hopero, o un electro-pop del tipo claps & Casio. Sencillo pero danzarín.

 
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