■ El violinista ofrecerá hoy el último de tres conciertos en la Sala Miguel Covarrubias
“Como intérpretes, nuestro fin no es dar las notas, sino emociones”: Philippe Quint
■ El propósito de las presentaciones es instituir un festival de música de cámara, informó Carlos de la Mora, presidente de la Academia de Música del Palacio de Minería
Hacer música es uno de los actos más vitales que cualquier ser humano puede emprender. Por lo menos eso es lo que considera el reconocido violinista de origen ruso Philippe Quint: “La música refleja la vida. Nuestro punto como intérpretes no es dar las notas, es traer emociones. La vida está plagada de lo sublime y lo imperfecto, y eso mismo ocurre con la música: muchas veces es muy bella y otras no tanto; sin embargo, nunca deja de ser un acto maravilloso”.
Naturalizado estadunidense y nominado a dos premios Grammy, el músico nacido en San Petersburgo se encuentra de regreso en México para ofrecer una serie de tres conciertos; el primero ocurrió el viernes pasado, mientras el último tendrá lugar este domingo a las 12 horas, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.
Lo acompañan el pianista William Wolfram, el violonchelista Boris Andrianov y el violista Maurycy Banaszek, con quienes dará cuenta de un programa integrado por el trío número 39 en sol mayor, Gitano, de Haydn; el cuarteto para piano KV 478 de Mozart y el cuarteto con piano número uno de Brahms.
Generar oportunidades para nuevos músicos
La pretensión es que esos conciertos se constituyan en la primera piedra para instituir un festival de música de cámara en la ciudad de México, que será auspiciado por la Academia de Música del Palacio de Minería.
Así lo indicó el jueves el presidente de esa instancia, el ingeniero Carlos de la Mora, quien en conferencia de prensa resaltó que lo que se persigue con dicho proyecto es cumplir el objetivo principal de la academia: promover oportunidades educativas para jóvenes talentos.
De allí que en esta ocasión, además de los conciertos, los mencionados músicos ofrecerán conferencias magistrales, asesorías y compartirán sus experiencias profesionales y vivenciales con estudiantes de la especialidad, así como con jóvenes intépretes.
Pero la propuesta concebida y planteada por Phillipe Quint va más allá, a su decir, pues el festival tambien buscará acercar y promover la música de concierto entre aquellos sectores que, por determinado motivo, no tienen o se les dificulta el acceso a ella, como personas de la tercera edad, con capacidades diferentes y las de escasos recursos.
¿Por qué proponer un festival así para México? “En mis 30 o 40 visitas que he realizado en estos ocho más recientes he aprendido a amar al país y a su gente. Ha habido una increíble química con el público y quiero retribuirle algo a esta fantástica comunidad, mediante esta propuesta artística y educativa”, aclara el violinista.
En entrevista, el intérprete expresa su convicción sobre la fortaleza que mantiene la música de concierto, aun en esta época en la que lo comercial impera y marca los cánones en la mayoría de las sociedades.
“Estoy cierto de que la música de concierto no está en crisis; se trata de una expresión permanente, contrario a géneros acaso más populares y comerciales, como el rock o el pop, en donde sus creadores e intérpretes desaparecen rápidamente”, indica.
“Frecuentemente puede escucharse a un artista que es famoso por dos años y todo mundo canta sus canciones, pero después desaparece para siempre.
“Eso nunca pasará con Mozart, Brahms y Beethoven. A lo mejor no son los compositores más atractivos para las generaciones más jóvenes, pero tienen una audiencia mucho más amplia y una cercanía muy grande.”
Experiencia íntima, no requiere estadios llenos
A su juicio, el sonoro no tiene por qué ser forzosamente un arte de audiencias masivas: “Cuando esta música fue escrita, en particular la de cámara, se presentaba en salones muy pequeños. La música de cámara es una experiencia muy íntima, no requiere un estadio lleno, con gente gritando y arrojando cosas”.
En cuanto a repertorio, Philippe Quint niega tener uno favorito, y afirma que se siente a gusto con autores de todas las épocas, lenguajes y estilos: “Me gusta toda la música. Conforme uno se adentra en ella, va confrontándose con diferentes tipos y formas de belleza. Es un proceso infinito, no hay límites.”
Por último, explica que la principal razón por la que escogió el violín es porque ése es el instrumento más cercano a la voz humana. De hecho, comenta que ha tratado de imitar su sonido mientras lo interpreta; “es decir, canto mientras toco”.