6° Ficco, el placer renovable
Hace apenas unas semanas, varios diarios en Estados Unidos señalaban, en el panorama de predicciones sombrías para la economía local, que entre todas las inversiones en peligro, era la industria cinematográfica afincada en Hollywood la que lejos de padecer los rigores de la crisis mundial, podría verse favorecida, incluso estimulada. La condición para contrarrestar los efectos de la depresión económica y moral en el ánimo de los espectadores consistiría, claro, en ofrecer un cine más firmemente orientado al entretenimiento ligero, desentendido de todo filo de crítica social, contenidos pesimistas o rebuscamientos expresivos.
Un cine de evasión, no muy diferente del que hoy ofrece la cartelera comercial, pero en lo posible con superficialidad más acentuada, un cine de consumo familiar, con catástrofes vistosas, comedias románticas a granel y finales felices en serie. Aunque esta suposición del cine como un boyante remanso de tranquilidad en medio del desastre, parece algo simplista, la idea no deja de seducir en muchos lugares fuera de la nación americana, y puede volverse, a corto plazo y sin mucho esfuerzo, en paradigma y credo de un cine mexicano sin paciencia sostenible para los riesgos y aventuras de la creación independiente.
De ser cierta esta perspectiva de creciente domesticación del gusto colectivo, la función de los festivales de cine, con el clima de entusiasmo cultural y afán informativo que suelen propiciar a su paso, sólo puede ser motivo de regocijo. Durante cinco ediciones sucesivas el Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (Ficco) demostró a saciedad, bajo la conducción de su creadora Paula Astorga, que su interés central era perfilarse como una opción de resistencia cultural en un espacio de exhibición dominado en 90 por ciento por las superproducciones estadunidenses. Otros esfuerzos similares se han afianzado ya como alternativas de este tipo en Guadalajara, Morelia y Guanajuato, difundiendo por días el cine proscrito de las carteleras, la creación artística menospreciada por las grandes distribuidoras. A la par de los festivales establecidos surgen iniciativas por todas partes, de Monterrey a Ciudad Juárez, de Tijuana a Cancún, y todo esto combinado logra diseñar, año tras año, una programación paralela de cine de autor, de cine de arte, que sin rivalizar mínimamente con la presencia hegemónica de Hollywood, sí constituye una opción de entretenimiento de calidad y de puro goce estético para el público cinéfilo, variedad más extendida en México de lo que quisieran admitir los maquiladores de éxitos instantáneos.
El 6º Ficco refrenda hoy, a partir de un criterio de selección que en nada desmerece al espíritu de años anteriores, su voluntad de continuidad y un nivel de exigencia artística que promete mantener en el futuro. Su distinción central es presentar películas que en su gran mayoría no tendrán distribución posterior en México, reduce también la oferta a una cantidad de largometrajes más atractiva y mejor manejable; entre éstos destacan los trabajos de cineastas con sólida trayectoria e innegable compromiso artístico, Atom Egoyan, Laurent Cantet, Terence Davis, Jerszy Skolimowski, Olivier Assayas, Agnes Varda, Jia Zhang Ke, entre varios más en la sección Galas. Hay más de diez secciones: la selección oficial de Ficción, la selección oficial de Documental, la sección Tendencias, muestra del quehacer fílmico contemporáneo más novedoso; la sección México digital, con nueve películas nacionales filmadas en video digital; la muestra de un país invitado, en este caso Malasia, con 14 películas; la sección denominada Corte del director, integrada por películas del polaco Andrzej Wajda; la serie de retrospectivas de Friedrich Murnau, Jacques Tati, del cineasta experimental estadunidense Craig Baldwin, y de Roberto Gavaldón con diez largometrajes, y una notable muestra del trabajo fílmico del también fotógrafo y pintor estadunidense William Klein. En la sección Carte blanche hay también una selección de cortometrajes con curaduría del alemán Heinz Hermanns, director general del Festival Interfilm, de Berlín.
Hay también dos estrenos estelares, Milk, de Gus van Sant, y la formidable cinta de animación Vals con Bashir, de Ari Folman (ambas contendientes por el Óscar), y por último una sección favorita, “11:59”, con cintas de medianoche, películas de lo que suele llamarse, en jerga de cinéfilos, de culto instantáneo. Todo un programa, todo un placer renovable.
Ficco inicia sus funciones el 17 de febrero. Mayores informes (fichas, sinopsis, horarios, sedes) en la página www.ficco.com.mx