Huevos Duros
Para entrarle de lleno a los experimentos con sartenes, especias, cuchillos, aceites y verduras sólo se necesitan unas cuantas noches de insomnio y el canal de cocina por cable. Se va descubriendo entonces un mundo de pequeños secretos que convierten una simple ensalada en una delicia tan sólo agregando alguna hierba de olor a la vinagreta; el agua de jamaica adquiere un sabor más delicado al invertir el proceso: las flores no se hierven sino que el agua hirviendo se echa sobre las flores, así se evita que el agua se amargue.
A partir de ahí todo es cuesta arriba, cambian los sabores, las texturas y se busca experimentar cada vez más y más, con el peligro de que el canal de cocina sea insuficiente y lleguen entonces los recetarios que, afortunadamente, van desde los platillos más simples hasta los más complicados. Ni preocuparse por no encontrar títulos: basta hacer acto de presencia en alguna librería, encontrar el espacio dedicado a la cocina, cerrar los ojos y tomar cualquier volumen al azar para comenzar su propia colección, que para mí deben incluir algo tan básico como la preparación de huevos duros.
Y es que no sé si a usted le pase con algún platillo en específico pero hay cosas que no salen jamás de los jamases. Me defiendo muy bien con el horno y las recetas, pero lo que es con los huevos duros… Lo he intentado mil veces, contando con el reloj en la mano los minutos que deben pasar en el agua hirviendo (siete, 10, 15, dependiendo del recetario, la madre o la amiga), y lo único que he obtenido son huevos duros con la yema cruda o huevos duros cuya clara se queda pegada al cascarón. Así que mientras sigo experimentando con ellos le ofrezco cuatro buenos libros de cocina.
El primero es el de Narda Lepes, una de las chefs favoritas del canal de cocina El gourmet (el pasado 19 de agosto se publicó en este diario una entrevista divertidísima con ella) y ya publicó su primer libro de experimentos, digo, de recetas.
Lo divertido del caso es que Comer y pasarla bien, publicado por Planeta y con un precio de 348 pesos, va desde los instrumentos que hay que tener en la cocina si es principiante o avanzado; desde lo simple de las ensaladas, vinagretas o risottos, hasta cosas complicadísimas como un cordero braseado con papas aplastadas o un paté de conejo con jalea de manzanas (hasta ahí francamente no me he animado).
Hace no mucho tiempo dejé de comer carne y pollo, no porque tratara de sumarme a las filas vegetarianas, sino porque simplemente no podía comerlos. Los preparaba de la forma que más me gusta (que en el caso del pollo es al horno). La cocina se llenaba de aromas deliciosos, pero hasta ahí… ni carne ni pollo llegaban a mi boca y mucho menos al estómago, digamos que me cansé de toda una vida carnívora y esto, ahora lo sé, le ocurre a buen número de personas.
Después de un periodo de ensaladas con queso panela y calabazas al horno, cayó en mis manos un excelente libro: Principios básicos: cocina vegetariana para disfrutar de la cocina… sin carne ni pescado. Es un poco difícil de conseguir en las librerías mexicanas, pero en Internet se localiza con facilidad.
Aquí se explica todo de todo: las razones para ser vegetariano, qué se pierde al comer practicando ese estilo (la respuesta es nada de nada porque las propiedades de carnes y pescados se sustituyen con otras cosas); y dentro del vegetarianismo que es, por ejemplo, ovolacto o vegan (por cierto, lindos nombres para tribus perdidas). Y qué decir de las recetas: deliciosas y fáciles. No me convertí en vegetariana, pero sí aprendí que cuando la carne y el pollo cansan, existen otras alternativas y para eso hay libros como éste o el de Cocina vegetariana, publicado por Parragon en su serie Sabor Perfecto y que cuesta 109 pesos.
Si lo que se busca es mantener las calorías a raya la alternativa es el título Con sólo cien calorías (cuyo costo es de 159 pesos) que incluye recetas como pollo con limón al estilo chino, huevos al horno con espinacas y queso o arroz salteado con verduras.
Si no encuentra estos títulos, no se preocupe; compre cualquier otro, el que más le llame la atención. De lo que se trata con todos estos libros es atreverse a jugar con los alimentos y perderle el miedo a los olores y sabores nuevos. Los comales y las ollas son para divertirse no para padecerlos... aun si los huevos duros quedan blandos.
Texto: Ericka Montaño Garfias