Maribel Portela exhibe 127 piezas en el recinto de Moneda 5
una época terrible, en Jardín onírico
Impatiens estresada, Corilácea fatigada y Stapelia frustrada, entre las que se muestran
La artista buscó crear un lugar que evocara paz
Lunes 16 de febrero de 2009, p. a12
Un jardín fantástico, habitado por flores y plantas de inquietante altura, ha invadido la planta baja del Antiguo Palacio del Arzobispado. A lo largo de cuatro años, la escultora Maribel Portela concibió y cultivó una serie de especies únicas en barro, de las que 127 trasladó al Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para su Jardín onírico, exposición montada en Moneda 5, Centro Histórico.
Un par de lecturas, Los jardines de Mogador, de Alberto Ruy Sánchez, y los tres volúmenes de Jardín del Edén, de Jean Delumeau, llevaron a Portela, conocida sobre todo por su trabajo en barro, a recrear, no el paraíso –eso sería una locura absurda
–, sino un espacio en que uno puede sentirse realmente a gusto, que da paz o que evoque cosas más agradables. Eso, porque siento que vivimos una época terrible en muchos sentidos
.
El título de esta instalación se refiere a que resultaba un sueño hacer un ambiente que llevara al espectador a todo tipo de sensaciones.
Pero, ¿de dónde salen Lagenifera de la melancolía, Corilácea fatigada, Stapelia frustrada, Impatiens estresada? Cabe apuntar que cada una tiene nombre y personalidad. Muchas de las piezas, explica Portela, están tomadas de la naturaleza, porque me asesoré con libros de botánica
. Sin embargo, no son copias de flores. Tú no puedes identificar una margarita, una begonia, una orquídea, sino son formas muy orgánicas. Traté de hacer mi versión de cada planta, de cada flor
.
Pérdidas y desgaste
Cada una es totalmente distinta. Hay texturas, pero no hay color, situación que cambia en la última sala, donde las piezas son negras; todas son de madera, algunas combinadas con barro. Este cambio
se debe a que después de tres años de trabajar sobre estas piezas yo estaba un poco saturada por la ausencia de color, también por el material. Entonces decidí irme a la aventura con otro material
.
Más o menos a la mitad del proyecto Portela perdió más de 30 obras: Las tenía montadas sin estructura y un día vino un viento y se cayeron, como efecto dominó. Una se llevó a otra y a otra y a otra. Quedaron muy dañadas, sólo pude rehacer dos o tres pares. Fue un proyecto emocionalmente muy desgastante, por todo lo que implicó. No hay ningún estímulo más que el que ves a tu alrededor. Notas que tu trabajo va saliendo, pero luego caes en conflictos de que si está bien. Te entra un poco de inseguridad, sobre todo cuando pasa tanto tiempo
.
Portela pudo encerrarse en su taller y llevar a cabo el proyecto gracias a una beca por tres años que le otorgó el Sistema Nacional de Creadores.
–¿Existe desprecio hacia el barro como material, a pesar de la tradición milenaria en México?
–Sí hay un desprecio, pero no creo que sólo sea por el barro. Ahora hasta hay desprecio por la pintura y la escultura. Creo que se debe a las políticas culturales, y un poco, o mucho, tiene que ver también con el mercado.
“Desde mi punto de vista estamos viviendo una irrealidad con todas estas nuevas disciplinas. Qué bueno que existen, bienvenidas, no estoy en contra.
Lo que me parece muy peligroso, muy triste, es que se les dé mucha más difusión, más cabida, que a lo que otros artistas proponen con la pintura y la escultura. Pero cuántas veces se ha dado por muerta a la pintura, y cuántas veces volvemos a sorprendernos con grandes pintores.
Portela hizo las últimas piezas de la presente serie en octubre pasado. Aunque le encantaría hacer un gran paraíso con miles y miles de piezas
, hasta aquí quedó. Después de tomarse un tiempo, quiere empezar un nuevo proyecto.
Dado el formato de Jardín onírico, sólo se admite la entrada a las salas a grupos de 25 personas, así que si llega y encuentra una fila, ésa es la razón.