La autobiografía no escrita de Jorge Reyes
esconcertante y tristísima fue la noticia de la muerte del músico Jorge Reyes, ocurrida tan de repente el sábado 7 de febrero. Nos quedamos con momentos fraternos de su generosidad, su inteligencia y su pasión por la vida.
Recuerdo la música de Jorge amenizando la fiesta de 15 años de la revista Generación en el cabaret Bombay y cuando me invitó de guía de aquel recorrido para grabar los sonidos de la vida nocturna del Distito Federal, de sus decadentes antros y cantinas. También tengo muy presente la noche en que me confesó su inquietud de contar su biografía; al respecto le envié el siguiente texto hace ya más de un año:
“La otra noche en la barra del bar Mestizo estaba el pintor Carlos Gutiérrez Angulo. El tema de aquel encuentro fortuito, y obviamente etilizado, fluyó espontáneo. Me habló de lo ocurrido en una fecha ubicable entre 1996 y 1997. El poeta y periodista Roberto Vallarino citó al pintor a las 10 de la mañana para conocer su trabajo. Carlos recuerda que antes de mostrar las pinturas que llevó a la casa del escritor, se tomaron las primeras chelas.
“El día transcurrió entre excesos diversos de la complicidad creativa. Cerca de las tres de la tarde, Vallarino propuso a Gutiérrez Angulo que lo acompañara a la comida que tenía programada con el músico Jorge Reyes, quien esa noche participaría con su música en vivo en la presentación del libro de Vallarino: Las noches desandadas en la Casa Lamm.
“El pintor recuerda que siguieron fluyendo todas la fragancias posibles del exceso. Y en un acto performativo, esa noche el poeta leyó, el músico reinventó la música y el pintor plasmó los colores en un lienzo, todo eso por primera vez ante un público que se emocionó en algún salón de Casa Lamm. Tiempo después los tres alucinados artistas repitieron el performance en la ciudad española Mojacar. Vallarino murió meses después.
“Esta evocación de Gutiérrez Angulo me recordó otra alucinada propuesta que algunas semanas antes elucubramos en una mesa del rincón derecho de la bulliciosa cantina Covadonga, el mismísimo Jorge Reyes y quien esto escribe: redactar una biografía autorizada, pero incorrecta e incluso blasfema del ex integrante del legendario Chac Mool, con una estructura no convencional en su lógica de tiempo y sin esa tramposa autocensura de toda biografía que sólo suscribe el deber ser de una vida contada a modo del personaje.
Quedamos sin quedar en nada concreto y nos encontramos días después de aquel covandongazo en el departamento que comparten Jorge y su esposa Ariane Pellicer, en los edificios Condesa. Ya no volvimos a tocar el tema de la biografía...
Margarita Peña, en Filosofía y Letras
Más de 40 académicos, literatos y periodistas se reunieron el jueves y el viernes de la semana pasada en el aula magna de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México, para rendir un homenaje a la maestra Margarita Peña, quien no sólo ha construido una prolífica trayectoria académica, sino que es una de las presencias más relevantes en el acontecer de la vida cultural del México contemporáneo.
El homenaje reunió a especialistas que abordaron los diveros temas en los que Margarita ha incursionado, como la traducción, la crítica, el periodismo cultural, el ensayo, la cuidadosa investigación en torno del arte novohispano e inclusive la literatura erótica.
Aniversario de Almadía
Ya está todo listo para celebrar cuatro años de la editorial oaxaqueña Almadía. En el festejo, que se efectuará mañana en el bar Covadonga, se presentará el más reciente título de esa casa editorial; se trata de la redición de la novela ya emblemática del escritor Guillermo Fadanelli ¿Te veré en el desayuno?
Homenaje a Anabel Ochoa
Hoy, en la librería Profética de la ciudad de Puebla, se recordará a la erotómana Anbel Ochoa, a quien se rinde homenaje en el más reciente número de la revista Generación, titulado Elogio a la masturbación
. La presentación en será este a las 19 horas, en 3 sur 701, centro.
El sábado 21 también se rendirá tributo a la sexóloga, en Casa de la Niña Yhared (1814), en la calle de Buenavista 36, en Coyoacán.