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El objetivo de mi defensa es lograr la absolución

Me golpearon hasta que se cansaron y no podía llamar a nadie...

El ingeniero guanajuatense estuvo preso poco más de 11 meses. El tiempo no ha pasado en vano, pero sí me han robado mi libertad y alteraron el curso de mis proyectos profesionales y personales... Asegura que cuando termine el juicio pondrá una demanda

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Alejandro Ordaz Moreno, estudiante mexicano de 29 años detenido en España hace poco más de 11 meses por haber enfrentado a policías que al parecer lo confundieron con un acosador, fue liberado sin fianza la semana pasada y espera fecha para el juicio
Periódico La Jornada
Lunes 23 de febrero de 2009, p. 26

Madrid, 22 de febrero. El estudiante mexicano Alejandro Ordaz Moreno, de 29 años, lleva algunos días fuera de prisión. Su vida cambió hace poco más de 11 meses, cuando unos policías lo detuvieron, confundiéndolo con un presunto acosador, él se asustó, los enfrentó y, tras ser sometido por los agentes, fue trasladado a una comisaría.

Este ingeniero de Salamanca, Guanajuato, becado por el Conacyt, fue puesto en libertad sin fianza el 18 de febrero, si bien todavía tiene por delante un duro trance: el juicio oral –aún sin fecha– que le hará verse de nuevo las caras con los policías españoles que le detuvieron y a quienes acusa de haberle torturado, vejado e insultado. En entrevista con La Jornada, Ordaz Moreno reconoció que durante su reclusión en una cárcel de Sevilla continuó sus estudios de doctorado en energías renovables, pero que en todo momento tenía la sensación de que le estaban arrebatando su tiempo, su libertad y su vida.

–¿Cómo se siente después de haber recuperado la libertad, 11 meses después de su detención?

–Estoy muy contento, con mi familia y mis amigos trato de recuperar el tiempo perdido. Aunque todavía me estoy adaptando a la vida en libertad, estoy muy inquieto en los lugares y a veces me siento como león enjaulado. Me ha dado por caminar y caminar.

–Una experiencia tan extrema supongo que le ha permitido tener enseñanzas, ¿cuáles serían las que usted destacaría?

–El tiempo que he estado en prisión me ha servido para reflexionar, para pensar y para crecer espiritualmente. Eso es lo positivo que sacaría de esto, pues he tenido tiempo para dedicar más a mi lado espiritual y crecer. También creo que salgo más fuerte por dentro, más maduro y a pesar de que nunca me he considerado débil, esta experiencia sirvió para demostrar lo que ya sabía y confirmar el apoyo y el amor de mi familia y de mis amigos.

–En estos meses, ¿a qué conclusiones ha llegado de lo que le ha ocurrido?

–Desde un principio he defendido mi versión y lo que es la verdad. Por eso he sufrido con mucha rabia la injusticia de la mentira de los policías, pero pienso seguir luchando por demostrar la verdad. Y creo que en este momento, con la concesión de la libertad sin fianza, mi caso ha tomado un rumbo que me favorece un poco. Una prueba más de que al parecer la balanza se inclina a nuestro lado es que la Fiscalía concedió la libertad provisional porque no vio la cosa muy clara por parte de la parte acusadora.

“Estoy consciente de que todavía falta la parte del juicio. Estamos esperando la fecha y entre tanto me presentaré cada 15 días en los juzgados, pero en libertad será más fácil preparar la defensa con mi padre y mi abogado.

“Creemos que con todas las pruebas que tenemos podemos desmontar fácilmente la versión de los policías y tratar de salir absuelto, que es nuestra meta final para dejar totalmente limpio mi expediente.

–¿Qué le dolió más: los golpes que recibió en la comisaría o que le llamaran indio de mierda te vamos a regresar a tu país de perros?

–Creo que lo que más me dolió fueron los insultos racistas y los ataques indiscriminados hacia México. Después de haber sido golpeado durante tanto tiempo y con técnicas que yo desconocía totalmente, llegó un momento en el que mi cerebro activó un mecanismo de autodefensa y empezó a drenar una sustancia que evita que el dolor te afecte. Así que llegó un momento en que los golpes ya ni me dolían, pero las palabras, los insultos y las descalificaciones sí fueron muy ofensivas. Me sentí absolutamente vejado y desprotegido.

–¿Llegó a sentir miedo de que los policías se descontrolaran del todo y llegase incluso a perder la vida?

–La verdad es que como no tenía idea de que existían este tipo de procesos, de torturas, ni de cómo funcionaban, pues sí tuve mucho miedo a que se fuera a alargar mucho. No podía llamar a familiares, amigos o a la embajada de México. Estaba a expensas de ellos, me golpearon hasta que se cansaron y al final pues claro que sentía temor de no salir con vida de ahí. Por eso voy a poner una denuncia cuando termine este proceso.

–¿Siente que le han robado casi un año de vida?

–Este año que me quitaron es irrecuperable, pero al menos he tratado de mantenerme al día en cuanto a mis estudios. Continué el doctorado y además me inscribí en un programa de educación a distancia, pues en la prisión te dan facilidades para estudiar una carrera e inicié filología inglesa. El tiempo no ha pasado en vano, pero sí me han robado mi libertad y alteraron el curso de mis proyectos profesionales y personales, como el estudio del doctorado o la boda con mi novia, por ejemplo.

–¿Qué espera del juicio oral?

–Nuestra meta es que salga absuelto, que mi expediente quede limpio, no tener ningún problema y si decido continuar aquí no tener miedo de estar fichado. Pero también si decido volver a México, me gustaría hacerlo limpio, sin tachaduras en mi expediente y habiendo resuelto este problema.

–¿Tienes miedo de que la justicia española dé la razón a los policías por la presunción de veracidad que tienen debido al hecho de ser agentes públicos?

–En un principio sí tenía miedo, pues por más que insistía con mis abogados y se reconstruían los hechos, yo seguía preso y daban más valor a su versión. Pero creo que ahora las cosas han tomado otro rumbo y tengo esperanza.

–Pero el temor de ser condenado a 13 años de cárcel, supongo que está ahí.

–Sí, eso no se puede evitar. Al menos tengo la confianza de que me apoya mi país, de que mi caso se ha conocido gracias a los medios de comunicación y si en un momento dado esto falla, espero al menos que se conozca. Vamos a hacer hasta lo imposible para demostrar mi inocencia.

Es difícil y complicado enfrentarse a una posible condena de 13 años, pero hay fórmulas para evitarla, pues este juicio no será determinante y todavía podríamos recurrir a dos tribunales superiores para tratar a toda costa de demostrar mi inocencia.