Bailarines comparten a La Jornada su pasión por el montaje que hoy comienza temporada
Sábado 28 de febrero de 2009, p. 3
El lago de los cisnes es uno de los ballets más representados en la historia de la danza. Los bailarines requieren de una formación física constante, además de estilo, precisión, técnica y flexibilidad en cada movimiento.
Los solistas de la Compañía Nacional de Danza (CND), que presentarán la obra clásica en la isleta del Bosque de Chapultepec, narran a La Jornada el entrenamiento físico que realizan para que la ejecución sea técnicamente limpia, así como brindar sentimiento y estética al espectador.
Previo al ensayo general de la obra, con música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía original de Lev Ivanov y Marius Petipa, los bailarines María del Mar Mazzaferro, Patricia Orozco, Hansell Nadchar y Héctor Jiménez, se definen como atletas de alto rendimiento y artistas.
Antes de salir al escenario, durante 40 minutos realizan calentamiento de músculos. Son ejercicios especiales para desarrollar fuerza que ayuda a concentrarse en la exactitud de la línea y en saltos y giros.
Hacemos entrenamiento del cuerpo completo, trabajamos de lunes a sábado seis horas. Es un trabajo constante como cualquier otro deporte. Estamos entrenados como atletas, pero también somos artistas que interpretamos, porque no se trata sólo de brincar y caminar
, dice Héctor Jiménez, quien hace cinco años se incorporó a la CND.
En los camerinos, instalados en el centro de la isleta, comienza la transformación de Mazzaferro en Odette, el delicado y frágil cisne blanco; de Orozco en Odile, el vengativo y cruel cisne negro, y de Nadchar y Jiménez en el apuesto príncipe Sigfrido.
Con zapatillas, vestidos, trajes y mallas, las piernas largas reflejan el trabajo de los músculos. Los bailarines salen al escenario para dar vida a la versión 33 de El lago de los cisnes, que a partir de hoy y hasta el 15 de marzo se presenta de miércoles a domingo, a las 20 horas, en la isleta del lago del Bosque de Chapultepec.
La magia de vivir un cuento
Hansell Nadchar, quien ha interpretado a Sigfrido con el cisne blanco y el negro, refiere el enorme esfuerzo físico. Mientras el espectador disfruta de fouttés en tournant y en dehors, adagio arabesque y pas de deux, no notan el cansancio ni el estrés físico. ‘Es como levantar pesas y sonreír”.
En medio del bosque con un lago, cisnes y caballos, y todas las noches una enorme luna y algunas estrellas que aún brillan en esta contaminada urbe, la fragilidad y la ternura del cisne blanco y la fuerza seductora del cisne negro resplandecen.
Elegancia, precisión y complicidad. Cómo olvidar los pas de deux del segundo acto, las finas siluetas entre los árboles de las jóvenes bailarinas que deben mantener las piernas completamente estiradas y los brazos cerca del rostro, mientras la tierna Odette baila con Sigfrido.
Docentes y coreógrafos ultiman detalles del ensayo e instruyen: más abajo el brazo
, necesitan estar más juntos e iguales
, pega el brazo casi a la cabeza
, el brazo a la altura del hombro
, vean las marcas y estiren los pies
.
La magia y la sensación de vivir un cuento ha logrado que El lago de los cisnes se mantenga en el gusto de miles de espectadores que han asistido a más de 800 funciones realizadas a la fecha.
Una hora con 15 minutos bastan para desarrollar la historia de amor de Odette y Sigfrido. El público se olvida del tiempo, del tráfico vehicular, de la crisis, para vivir un sueño que nació en el Teatro Bolshoi de Moscú en 1877 y que en México desde 1977 forma parte del repertorio de la CND, que dirige Sylvie Renaud.
La venta de boletos de la exitosa producción se realiza en las taquillas del Centro Cultural del Bosque (Reforma y Campo Marte) y el Palacio de Bellas Artes (avenida Juárez y Eje Central Lázaro Cárdenas).