El prestigiado sello Virgin Classics ha puesto en los anaqueles de novedades discográficas una caja de tres discos bajo el título Altus. From castrato to countertenor. Se trata de la recuperación de tesoros luego de una sacudida social. La vuelta de las aguas a sus niveles permite al público disfrutar de la música y dejar en el archivo de lo que no debe suceder de nuevo la parte negativa que produjo estas músicas delicadas.

La sacudida a la que nos referimos fue activada por un filme, Farinelli, que puso en el tapete un tema que antes era solamente de especialistas, historiadores, antropólogos y amantes de lo freak. Además del glamour hollywoodense, el cultivo de la leyenda de que los eunucos eran los mejores amantes de las damas de sociedad y de todo aquello caro a la prensa del corazón.

El gran público tuvo ante sus ojos y junto a sus oídos un repertorio que le resultó completamente novedoso a pesar de contarse siglos de haberse producido a partir de una aberración social: la misoginia de la Iglesia católica, en aquel entonces aplicada a la expulsión de las mujeres cantoras de los templos y para suplirlas simplemente castraban a los niños que demostraban talento canoro. Antiguos los métodos de abuso infantil, para vergüenza de la humanidad.

En un Disquero anterior recomendamos Opera proibita, un disco donde la mezzo romana Cecilia Bartoli canta el repertorio que el Vaticano prohibió a las mujeres.

La reivindicación es ahora extensa. Dejado de ver como escándalo, el hecho creativo se puede percibir en su integridad. Además de mezzosopranos, el repertorio que desarrollaron los castrati lo cantan ahora hombres con tesitura contratenor, falsetistas, sopranistas y contraltistas, todos ellos mediante una técnica musical que implica disciplina, talento natural y mucho trabajo, es decir, todo lo contrario de las mutilaciones de la doble moral católica.

En México hubo hace pocos años un hecho artístico superior a la película Farinelli, no solamente porque eludió la falsedad en que sí incurre el filme, sino por su alta calidad de concepción estética. Se llamó De monstruos y prodigios. La escribió Jorge Kuri y en la puesta en escena, dirigida por Claudio Valdés Kuri, participaron, entre otros, Mario Iván Martínez, Hernán del Riego y Javier Medina, quien mantuvo su voz de niño por una enfermedad.

El disco triple que ahora nos ocupa reúne a las grandes personalidades del género y partituras verdaderamente sublimes (Vivaldi, Monteverdi, Bach, Handel, Britten, Bellini, Purcell, et al). Al final se incluye una grabación que hizo el último castrato, Alessandro Moreschi (exacto, Farinelli) en 1902.

Además de lo sublime, la parte deliciosa por el elevado sentido del humor del exquisito panzón Rossini es el track 12 del disco 3, el Duo de Gatos. En efecto, maullidos, maullidos, enternecedores, misteriosos, divertidos, el universo entero e insondable de los gatos en un fragmento musical.

Hasta Chabelita, que así se llama la gatita de Dalis, se puso a cantar con los contratenores:

Miaaaauuuuuu.