Lunes 2 de marzo de 2009, p. a17
El pasado sábado falleció el presbítero Javier González Tezcucano, quien consagró su vida al arte musical y a esa rara y especial vocación de entrega incondicional que es la enseñanza, cuya capital importancia en el desarrollo de nuestros talentos es muy escasamente reconocida. Fue un auténtico propulsor de profesionales, como Ramón Arturo Vargas, entre muchas generaciones que me sería difícil enumerar
, informó a La Jornada Francisco Núñez Montes, su amigo de corazón
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Añadió: “Desde que llegué a la ciudad de México para tratar de estudiar en el taller del maestro Carlos Chávez, en 1963, lo conocí y supe de su trabajo y dedicación. El año pasado, la Escuela de Laudería del INBA, en Querétaro, le rindió uno de esos también raros y muy escasos homenajes, en el cual lo pude abrazar por última vez, como parte de una amistad de preclaro reconocimiento a tan loable vida y labor.
Siempre estuvo al tanto del desenvolvimiento de la música mexicana contemporánea y de sus compositores, y nos encontrábamos regularmente en todos los festivales que para ello se desarrollaban.
Debilitamiento de un movimiento musical
Con palabras plenas de emoción, agregó: “Desde estos lares provincianos debo señalar acre y duramente a la ciudad de México que ha ido debilitando un movimiento que existió en la primera mitad del siglo XX gracias a Manuel María Ponce y, por encima de todos, a Carlos Chávez, de cuya obra aún se cuelga todo el sistema nacional de música. El padre Javier fue muy cercano al taller de composición. Su obra al frente de la Escuela de Música, Liturgia y Arte Cardenal Miranda transformó los equívocos de la Iglesia cuando retiró el latín de la liturgia católica en 1960, perdiéndose también con ello la única infraestructura musical que existió en nuestro país desde tiempos de la colonia.
“Dicha infraestructura, que para nuestros actuales y pasados gobiernos da cabal cuenta en y desde el Inegi, la SEP, el CNCA-INBA, de la no existencia en sus estadísticas de este rubro. Me refiero a la educación artística; proporcional, cualitativa y cuantitativamente no existimos. El único esfuerzo es el individual, pues no contamos con un sistema nacional de educación artística.
Con la partida del padre Javier se pierde uno de los pocos individuos de real y verdadera convicción de entrega y, sobre todo, de la generosidad que distingue al auténtico artista. Hasta los últimos días, antes de ingresar al hospital, continuó dando clases.