La cronista Ángeles González Gamio y la Universidad del Claustro de Sor Juana fueron distinguidas con la medalla al mérito que desde 1998 otorga el Festival de México en el Centro Histórico a personas e instituciones cuya labor ha hecho posible el rescate del patrimonio de la zona más antigua de la ciudad.

El pasado lunes se hizo la entrega de las preseas en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, antes del concierto del quinteto alemán Salaputia Brass.

González Gamio, colaboradora de La Jornada, recibió la medalla al mérito personal de manos de Sergio Autrey, presidente del consejo directivo del festival, porque mediante sus publicaciones ha dado a conocer las transformaciones del centro de la ciudad, logrando así el aprecio y revaloración de la gente por la zona.

Las narraciones de la abogada de formación han sido recopiladas en el libro Corazón de piedra: crónicas gozosas del Centro Histórico.

La periodista recordó el nacimiento del festival hace 25 años, cuando “Cheque Saldívar y un grupo de personas muy entusiastas empezaron a descubrir lugares que realmente nadie conocía prácticamente del Centro: antiguos templos, plazas, recintos como el claustro de La Merced.

Confieso que nunca pensé que el festival iba a madurar de esta manera y llegar a ser lo que es ahora. Creo que parte de su éxito es que se ha ido renovando con personas muy jóvenes. Aparte de la promoción de los lugares, con los fondos que recauda el festival hace relevantes obras de restauración como, por ejemplo, el óleo de Villalpando, actualmente a la vista en la Catedral Metropolitana, que ahora está más bella que nunca. En gran medida se ha hecho gracias al apoyo que se ha recibido del festival, de modo que en muchos sentidos su labor ha sido fundamental para el Centro Histórico.

La cultura como compromiso

Carmen Beatriz López Portillo, rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana, recibió la medalla al mérito institucional de manos de José Wolffer, titular del Festival de México en el Centro Histórico. La casa de estudios, que ocupa el ex convento de San Jerónimo, mantiene su compromiso de conservar y mejorar el espacio arquitectónico de su sede, así como de educación continua y apoyo comunitario. Se ha destacado por la recuperación de su entorno y es gracias a su labor educativa que se ha repoblado y revitalizado la zona del centro, entre las calles de Izazaga y Regina, se señaló.

Desde hace un cuarto de siglo, expresó López Portillo, el festival ha sido una instancia que nos ha permitido recuperar el Centro Histórico: oírlo con los ojos, escucharlo con la piel y las entrañas. Ese centro cuya belleza le otorga un rostro a nuestra historia de encuentros, desgarramientos, de rupturas y entrecruzamientos, de diálogos y silencios.

Con el festival, continuó la rectora, nos hermana una manera de entender la cultura, no como un simple catalizador del crecimiento económico, sino como lo que da sentido a nuestra existencia, a la forma en la que nos vinculamos con nosotros mismos, con los otros, con lo que nos rodea, con lo que nos trasciende, como el fundamento de cohesión y de identificación de la sociedad.

Mediante la cultura y la educación, las comunidades hacen conciencia de lo que son y lo que quieren ser, ejercen su libertad, se identifican y se expresan, cultivan una forma de ser, se viven a sí mismas y se actualizan. Es entonces cuando la cultura cobra su real sentido como compromiso y como forma de ser. Ese es el mérito del Festival de México en el Centro Histórico, que nos permite cultivar las múltiples manifestaciones de lo que somos, de lo que podemos ser en este Centro Histórico, en el que día a día con los ojos oímos la itinerancia de los rostros.

Entre quienes han sido galardonados con la medalla al mérito figuran Jacobo Zabludovsky, Alfredo Harp Helú, Roberto Hernández Ramírez, Guillermo Tovar de Teresa y, entre las instituciones, la Universidad Nacional Autónoma de México, los museos Franz Mayer y de Arte Popular, Fomento Cultural Banamex y el gobierno de España.