Ciudad Juárez-El Paso. Unas semanas después del asesinato del colono Luis Guerrero, Carmen y Magdaleno Villagómez, de tres y cuatro años de edad, murieron en el incendio de su vivienda, cuando su madre había salido a llevar a la escuela a la hermanita mayor. Oficialmente se trató de un accidente, pero el sacerdote William Morton y muchos de los habitantes de Lomas del Poleo tienen sus dudas.

Una casa no se quema en 10 minutos, dice el misionero. Varios de los colonos dijeron haber visto a un cholo cerca de la vivienda de los menores, antes del incendio. “Una casa no se quema en 10 minutos… Seguramente no sabían que los niños estaban adentro, pero tuvimos conocimiento de que los guardias recibían un premio por cada familia que lograran echar.”

Los interesados en terminar el problema querían que el sacerdote se sumara a los premiados. Funcionarios municipales le pidieron muchas veces que usara su influencia para convencer a los lugareños de abandonar sus casas y terrenos. Si ellos quieren vender por 10 pesos, está bien, pero no a fuerza, respondía Morton.

Ante esa negativa, los Zaragoza optaron por mover hilos en otros lados.

¿Por qué siendo sacerdote se involucra en la política en México?, preguntó un abogado de los Zaragoza, cuando Morton fue llamado a declarar a la Procuraduría General de la República (PGR).

Al día siguiente, una queja fue interpuesta ante el Instituto Nacional de Migración (INM) y el 11 de noviembre de 2006 Morton recibió un citatorio. Al ser recibido en la oficina migratoria supo que un abogado de nombre Juan Hernández Santacruz había puesto una queja en su contra, por su estancia irregular en el país durante 11 años. Le hicieron pagar mil pesos de multa y firmar un oficio de salida definitiva.

–¿Por qué no ha regresado a México?

–Cuando yo soy expulsado ya habían matado a Luis, a Magdaleno y Carmencita, ya habían agredido… Es obvio que son personas violentas que tienen la capacidad de cumplir sus amenazas.

Morton dice que temió que si no se iba tomaran represalias contra la gente. Claro, también tuve miedo por mí mismo.

Cuando se acabaron los marranos

En los primeros años del conflicto, los vecinos trataron a cuanto líder y funcionario creyeron podría ayudarles. De la mano de un par de dirigentes priístas que luego los abandonaron, organizaban comilonas. A todos se les mató un marrano, dice la colona Lucy Carrillo.

–¿Y qué pasó?

–Se acabaron los marranos.

Se acabaron los marranos y nada se resolvió. Hoy, Adelaida Plascencia señala un punto del terreno y luego otro y otro. Son los lugares donde hubo casas que los empleados de los Zaragoza tumbaron. Los empresarios aseguran que sólo se han derribado las casas de los vecinos que aceptaron un arreglo. Pero Adelaida nunca ha aceptado un convenio y le tumbaron una de las casas que su familia tenía en la colonia. Fue a presentar una demanda y la policía llegó hasta la cerca. No podemos entrar a hacer el levantamiento porque violaríamos la ley, les dijo un licenciado Chaires.

La escuela primaria, oficial y registrada, tampoco se ha salvado. En octubre le quitaron la electricidad.

Ángeles Espino y Liliana Flores, de la sociedad de padres de familia, narran que en agosto de 2008 los empleados de Zaragoza cavaron zanjas en los alrededores de la escuela para que los niños no pudieran entrar. Los padres los metieron primero a caballo y luego en un autobús, que no se salva de la revisión de los guardias, con todo y perros de ataque.

A pesar de que los Zaragoza construyeron otra escuela en un predio aledaño, la primaria de Lomas del Poleo sigue teniendo 80 alumnos.

El enredo legal

En el último capítulo de la historia, y luego de varios meses de dilaciones, el tribunal agrario admitió la demanda de una parte de los colonos de Lomas del Poleo. De octubre de 2008 a la fecha, los Zaragoza no han acudido a la cita o han enviado un representante legal, pero no un abogado. Han intentado retrasar el procedimiento agrario, porque no deben tener documentos que acrediten la propiedad, dice Bárbara Zamora, abogada de una porción de los colonos.

Hasta la fecha, se han diferido cuatro audiencias.

Los colonos tienen la posesión por más de 30 años, y desde hace 15 han estado demandando a la Secretaría de la Reforma Agraria la regularización, sin obtener respuesta. Esto, frente a los derechos que los Zaragoza eventualmente pudieran tener, que no lo creo, dice la abogada.

La próxima audiencia está fijada para el 6 de abril. En esa diligencia se ratificará la demanda, y los Zaragoza deben ofrecer las pruebas de propiedad que hasta ahora no han presentado.

Los agoreros del desastre

Pedro Zaragoza Fuentes nunca ha visto a los colonos y sólo ha dado una entrevista sobre el tema, a una periodista estadunidense. Ha respondido a las acusaciones mediante desplegados, dirigidos a atacar a los grupos civiles que han concitado apoyos internacionales. Agoreros del desastre, les llama.

En octubre pasado, por ejemplo, replicó así a un desplegado que exigía garantías para los colonos: “Señor gobernador: en la publicación estos grupos de membrete lo acusan a usted y al alcalde de esta ciudad de ‘lo que pueda sucederles a los colonos al permitir esta gravísima situación de violencia, inseguridad y violación a los derechos humanos en la colonia Lomas del Poleo’. Al aparecer como firmantes varios grupos y personajes desconocidos para los juarenses, nos preocupa que algún grupo extremista, amparado como agrupación civil, pueda utilizar estos difíciles momentos de violencia que se viven en Ciudad Juárez para agredir, detener ilegalmente y hasta quitarle la vida a una persona con la finalidad de responsabilizarlo a usted, al alcalde y a nuestro grupo empresarial de ‘lo que pudiera ocurrir’ en la colonia del poniente.”

En el predio que donaron al municipio se levantan un dispensario, un jardín de niños, una escuela primaria, dos templos y un centro comunitario que lleva el nombre de Cuquita Zaragoza, madre de los Zaragoza Fuentes.

La patología de los ricos

En un balance de las acciones de la sociedad civil juarense, Dora Dávila Corella señala que el proyecto de San Jerónimo, que requiere de los terrenos de Lomas del Poleo, fue retomado en 2006 pese a que expertos urbanistas y ambientales demostraron su inviabilidad. Se apuesta, dice, por la construcción de esa nueva ciudad para favorecer los intereses del empresario más poderoso del estado de Chihuahua (Eloy S. Vallina). Con ello se vulnera en principio el Plan de Desarrollo Urbano, que considera a San Jerónimo una zona de protección y conservación ecológica, se comprometen las reservas de agua, y se ha generado un desvío impresionante de los escasos recursos disponibles con que cuenta el municipio para la elaboración de vialidades que lo conecten con la ciudad, que deberían utilizarse para abatir el rezago urbano y social.

Lo dice de otro modo el misionero Morton: “Es la patología de los ricos en México, derivada de que controlan todo. ¿Cómo puede ganar la gente pobre si ellos tienen los medios, los políticos, los gobernantes, todo? Pedro Zaragoza destruyó una comunidad a propósito… todos los días rezo por su conversión.”

Del otro lado de la frontera, en la casa de Lucy Carrillo desentona una camioneta pick up nueva y negra, que ella compró con su trabajo de niñera. Los guardias se burlan cuando la ven al volante, quizá porque creen que no merecería sino una carcacha. Alfaro, uno de los empleados de los Zaragoza, trata a veces de ser condescendiente con la anciana: Yo voy todos los domingos a misa, le presume. Lucy cuenta su respuesta entre carcajadas: ¡Sí, y sales como ratón remojado, porque sigues haciendo lo mismo!