Las guerras por el líquido, un mito; la escasez alienta cooperación
Viernes 20 de marzo de 2009, p. 44
Estambul, 19 de marzo. Administrar ríos transfronterizos como el Amazonas, el Paraná o el Nilo es una apuesta crucial de la diplomacia del agua
en tiempos en que el calentamiento global acentúa la presión sobre los recursos, recordó el jueves el Foro Mundial del Agua de Estambul.
Según señalaron los expertos reunidos desde el lunes en esa sede, el cambio climático modificará la situación hídrica de numerosas regiones del mundo, como ponen de manifiesto las inundaciones más frecuentes y las sequías más fuertes.
Es imperativo lograr una cooperación estable antes de que la competencia por los recursos hídricos se agudice
, explica Flavia Loures, encargada de derecho internacional de la organización ecologista WWF.
La Tierra tiene más de 260 ríos transfronterizos repartidos entre 145 países. De éstos, menos de la mitad han firmado acuerdos de cooperación, que se resumen mayoritariamente en un convenio bilateral que excluye a los países vecinos.
En África, que cuenta con unos 60 ríos compartidos, la multitud de convenciones firmadas (Senegal, Volta, Zambez) son en su mayoría papel mojado.
En el plano internacional existe un texto que prevé la utilización de los cauces de agua transfronterizos de forma razonable y equitativa
.
Se trata de una convención de la ONU adoptada en 1997 tras 30 años de negociación. Pero aún no ha entrado en vigor porque sólo 16 de 35 países la han ratificado.
Francia anunció hace poco la ratificación del texto. Otros podrían seguir sus pasos, según el WWF, que espera su aprobación unánime.
Esto puede impulsar la diplomacia del agua
, estimó Chantal Jouanno, secretaria de estado francesa para Ecología, al considerar que será una referencia
.
Pero en algunas regiones el tema es todavía delicado. Los países con mayores recursos hídricos son reticentes con respecto a sus vecinos pues temen una injerencia de éstos en sus asuntos internos
, resume un diplomático europeo, citando el caso de China.
Lo irónico es que Turquía, organizadora del foro, es uno de los tres países, junto con China y Burundi, que votaron contra el texto en 1997.
Algunos advierten que, aunque la convención es considerada útil, las expectativas puestas en ella no deben ser desproporcionadas. Alejandro Iza, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN,) estima que si este texto es una referencia, la cooperación local es irremplazable.
Para Iza, las iniciativas concretas de cooperación son prueba de que las guerras del agua son un mito
y que si las tensiones por los recursos son reales y van en aumento, el agua es, ante todo, un catalizador de cooperación.