a rápida expansión de la influenza humana A/H1N1 en 21 países del orbe expresa que actualmente las enfermedades infecciosas se mueven global e inevitablemente, tanto como las canciones, las películas, las mercancías, las finanzas y la gente.
Independientemente de los estragos económicos que nos mantendrán sin dormir (y a muchos sin comer) por mucho tiempo, hoy los mexicanos estamos menos tensos por la baja letalidad que el virus muestra hasta ahora y por la efectividad del tratamiento. Pero además porque, pese a la desconfianza prevaleciente hacia los políticos y al mal manejo de las cifras, la gente comprende la emergencia y ha colaborado de manera ejemplar al ajustarse a las medidas sanitarias difundidas en las campañas, al menos en la ciudad de México, donde, al parecer, las prácticas preventivas y la vida cotidiana están cambiando de manera sustancial.
Nos corresponde celebrarlo y hacer visibles los aprendizajes, porque en este país las buenas noticias brillan por su ausencia, particularmente en los rubros de salud y educación.
Las y los ciudadanos hemos aprendido mucho en pocos días, entre las mejores lecciones quiero destacar la toma de consciencia sobre:
1) La desnaturalización de la gripa; hay que asumirla como una enfermedad que puede ser grave, que exige cuidarse y evitar los contagios.
2) La importancia de acudir oportunamente al médico y no esperar a estar grave.
3) La capacidad de la población para superar el auge del individualismo.
4) La desigualdad del derecho a la salud y a la vida. ¿Por qué hay más mexicanos y más mujeres muertas por influenza?
5) La responsabilidad de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal para actuar de manera inmediata y solidarizarse con el gobierno federal, dejando a un lado que este último ha actuado obstaculizando las políticas de salud reproductiva y los derechos de las mujeres protegidos en la ciudad de México, al deslindarse de su obligación de atender la interrupción legal del embarazo en los hospitales federales.
6) El costo en muertes por el desmantelamiento sistemático de la salud pública y el desprecio a la inversión en investigación biomédica (y en todos los campos) por parte del Estado neoliberal.
7) La malas condiciones de salubridad que prevalecen en las escuelas (más de 26 mil carecen de agua, y casi en ninguna hay jabón ni toallas sanitarias), y en comercios, fondas, restaurantes y medios de transporte colectivo.
8) La eficacia de la educacion preventiva por vía de los medios electrónicos de comunicación.
Uno de los grandes aciertos fue haber sustituido tiempos oficiales de radio y televisión del gobierno y del Instituto Federal Electoral (IFE) con campañas sanitarias e informativas sobre la situación de la emergencia epidemiológica. Entiendo que estos días se discute la posibilidad de que los partidos políticos cedan minutos en las próximas semanas a los mensajes de sostenimiento de la campaña preventiva. Considero, y hago un llamado urgente a todos (sé que implica cambiar leyes y acuerdos políticos), para solicitar que los candidatos presenten sus plataformas electorales, utilizando los tiempos oficiales del gobierno, y que los partidos políticos y el IFE mejor cedan 100 por ciento de sus tiempos a la educación y sensibilización de docentes, a fin de incrementar el conocimiento y las competencias de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, así como contribuir a mejorar los lamentables niveles educativos del país. De paso evitan torturar a la ciudadanía con miles de promesas que ya nadie cree.
Entre los principales retos, pese a la flexibilización de las medidas preventivas, se mantiene la necesidad de cambiar los hábitos de higiene, así como de regular los modales y la distancia social: evitar el saludo de mano y el beso, no acercarse a otros en actos ni reuniones. Se necesita invertir mucho en la educación y en campañas masivas, pues se trata de cambiar pautas culturales que han permanecido por siglos y que se apoyan en largas raíces históricas. Las medidas recuerdan los tiempos del doctor Kellog, cuando en el país del norte se promovieron medidas higiénicas compulsivas al grado de recomendar reducir los contactos corporales y la estimulación sexual para evitar el contagio de gérmenes.
Pero los mexicanos actuamos como los virus, nos movemos entre las paredes de células vivas para perpetuarnos y propagarnos.
No sé si somos los más besucones del mundo, pero si Bésame mucho fue reconocida como la canción en idioma español más cantada y gravada del siglo XX, por algo será. Ahora tendremos que actualizar su letra para lanzarla a todo el planeta y posicionarla en el nuevo siglo: No quiero tenerte muy cerca, ni mirarme en tus ojos, ni verte junto a mí. Piensa que tal vez mañana yo ya estaré lejos, muy lejos de ti. Bésame, bésame poco… que tengo miedo perderte, perderte después.