No se encuentran en ninguna otra población del mundo, explica Gerardo Jiménez
Pueden ser la causa de que enfermedades como el cáncer de mama se desarrollen en mujeres 10 años más jóvenes que las estadunidenses, expresa el director del Inmegen
Jueves 14 de mayo de 2009, p. 2
Entre los mexicanos existen al menos 89 variaciones genéticas privadas (alelos), que no hay en ninguna otra población del mundo, las cuales provienen, casi en su totalidad, de los ancestros indígenas y podrían ser la causa de que enfermedades como el cáncer de mama se desarrolle en mujeres 10 años más jóvenes respecto de las estadunidenses, aseguró Gerardo Jiménez Sánchez, director del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen).
Señaló que luego de la elaboración del mapa genómico de los mexicanos, entre los pasos siguientes está realizar la resecuenciación del genoma completo: unos tres mil millones de nucleótidos en 300 personas, para identificar los alelos privados de nuestra población, porque seguramente son muchos más que los 89 encontrados ahora.
Éste es uno de los hallazgos del Inmegen durante la elaboración del mapa y fue posible por la exigencia de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), de Estados Unidos, de que se hicieran experimentos adicionales a los que ya se tenían para comprobar la presencia de los ancestros indígenas.
El trabajo de los investigadores del Inmegen fue sometido a PNAS en marzo de 2008 y autorizado para su publicación en marzo de 2009. Jiménez Sánchez explicó que la revista también los cuestionó sobre la importancia de tener el mapa de los mexicanos, cuando ya se contaba con otros de las poblaciones europea, asiática y africana.
Comprobación científica
Luego de un año de trabajo, se comprobó científicamente el antecedente indígena. Sabemos que provenimos de los indígenas, así lo dice la historia, pero para efectos de un trabajo científico de talla internacional teníamos que comprobarlo
, y se hizo con 30 muestras de sangre de una comunidad zapoteca de Oaxaca.
Jiménez Sánchez reconoció que al principio no se había incluido a las comunidades indígenas por la dificultad de llegar a ellas, y lo que podría considerarse una violación a sus derechos y tradiciones. Por ejemplo, la autoridad entre los indígenas es la persona más vieja. No es el presidente municipal ni ningún otro funcionario.
Las autoridades sanitarias estuvieron presentes, pero calladas. Fue un proceso complejo en general, pero se hizo más difícil cuando se intentó obtener las muestras sanguíneas de las mujeres. Primero se les explicó el procedimiento a los hombres, que aceptaron aportar sus muestras de sangre. El siguiente paso fue que ellos autorizaran que se diera la misma explicación a las mujeres, para que también entendieran y con toda la información decidieran participar en el estudio.
El objetivo era complementar la información que ya se tenía del genoma de los mexicanos en relación con que en el norte de la República predomina la ascendencia europea y en el sur existen componentes africanos.
Sin embargo, señaló el director del Inmegen, quedaba un espectro amplio que no se identificaba –como se preveía– con los asiáticos, por lo que lo más factible era que la población amerindia formara parte de los componentes principales del genoma de los mexicanos, y eso fue lo que exigió PNAS antes de aceptar el trabajo.
Así fue. El HapMap (mapa de haplotipos) nacional se distribuye en una franja que oscila entre los europeos y los indígenas, y en una pequeña fracción (de Guerrero y Veracruz) existe ascendencia africana.
Otro dato relevante es que al tomar sólo las poblaciones de Guerrero y Sonora se encontró que, a pesar del componente indígena que las unifica, algunos individuos tienen ascendencia predominantemente europea (los sonorenses), mientras otro sector (los guerrerenses) se acerca más a los indígenas.
Adicionalmente fue posible, explicó Jiménez Sánchez en entrevista, verificar si los mapas ya disponibles de Asia, África y Europa se podían copiar para aplicarlos a los mexicanos. Ya con los datos de la herencia indígena, se verificó que la cobertura de los otros HapMap va de 64 a 81 por ciento.
En cambio, con el mapa mexicano, el porcentaje de haplotipos comunes entre las subpoblaciones mexicanas es hasta de 97 por ciento. Significa, explicó el especialista, que para determinar la predisposición a la diabetes, por ejemplo, sin el HapMap mexicano se tendría que recurrir a los de las otras poblaciones y tener una aproximación de hasta 81 por ciento, con un costo hasta 35 veces más alto.
El mapa genómico de los mexicanos empezó a realizarse en 2005 con la recolección de muestras de sangre de diferentes estados de la República. Jiménez recordó que se obtuvieron mil 500 muestras, de las cuales se utilizaron sólo 300 para el trabajo publicado en PNAS.
Resaltó que los africanos utilizaron 60 muestras y los asiáticos 90, y también admitió que a más de dos años, la tecnología utilizada para el HapMap mexicano es obsoleta. En 2006 obtener 100 mil variaciones genómicas era la gran cosa
. Con este número de snips se hizo el HapMap de México.
Ahora, dijo, dos investigadoras del Inmegen consiguen, cada una, millón y medio de variaciones o snips a la semana. Hoy, esos equipos, que obtienen 100 mil snips con microchips, ya no se venden.
De hecho, con tecnología innovadora adquirida en años recientes, el Inmegen ha incrementado 10 veces la densidad del mapa genómico, es decir, cuenta con 1.5 millones de snips de 10 estados de la República, los seis que formaron parte del mapa genómico inicial: Sonora, Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Guerrero y Yucatán; y se sumaron Oaxaca, Tamaulipas, Durango y Campeche.