xiste un consenso sobre la respuesta ejemplar que ha dado la sociedad mexicana ante la alerta sanitaria para enfrentar al virus A/H1N1, pero no la misma opinión sobre la forma en la que el gobierno mexicano ha manejado los datos acerca de la evolución de la enfermedad. Cuando la noche del 23 de abril José Ángel Córdova, secretario de Salud, alertó sobre la epidemia y se establecieron las medidas iniciales de prevención, incluida la suspensión de las actividades escolares, la primera reacción fue de pánico; pero aun así, todos los mexicanos cumplieron al pie de la letra las recomendaciones de las autoridades. La manera de manejar una contingencia sanitaria debe incluir, sin dudarlo, la información oportuna y confiable a la población, para que las comunidades afectadas puedan protegerse y saber qué hacer en cada momento. Sin embargo, éste no ha sido el caso.
No me voy a referir aquí a la disputa sobre si se informó oportunamente o no a la comunidad internacional sobre los primeros casos de la nueva epidemia. Tampoco al evidente cantinfleo al dar a conocer las cifras de casos probables, confirmados, hospitalizaciones o muertes, especialmente en la última semana de abril. Seguramente no van a faltar los estudios que documenten estas fallas. Me voy a referir aquí a los datos actuales. A la manera en que la Secretaría de Salud (Ssa) maneja hoy la información sobre la epidemia que, pese al optimismo oficial, seguimos viviendo.
La decisión de retornar a las actividades normales se anunció el 3 de mayo (las actividades económicas se reanudarían al día siguiente y las educativas a partir del 7 de mayo en la enseñanza media superior y superior, y en todos los niveles educativos a partir del día 11); la información de la que disponía en ese momento la sociedad era nula. La población solamente contaba con los dichos de los funcionarios que afirmaban que el número de casos se encontraba en descenso. Pero a excepción de un pequeño grupo, las cifras nadie las conocía, pues fue el 6 de mayo cuando se incluyeron en la página de Internet de la Ssa. Los datos publicados en esa fecha mostraban claramente que los casos de influenza A/H1N1 (confirmados por pruebas de laboratorio) se habían reducido drásticamente, pues habían pasado de más de 150 el 27 de abril a casi cero el 5 de mayo, lo que daba la imagen de que la epidemia había cedido… Pero esto resultó falso.
Aquí es importante señalar que se han tomado decisiones muy importantes, que afectan y ponen en riesgo a toda la población sobre datos imprecisos. Como puede constatarse en las propias cifras de la Ssa publicadas el 15 de mayo, el número de casos nunca llegó a cero. Peor aún, se produjo una nueva curva de ascenso de los casos confirmados entre el primero de mayo (con 87) que alcanzó un nuevo pico el 5 de ese mes (112), el mismo día que el licenciado Calderón se declaró salvador de la humanidad. Si la determinación sobre el levantamiento de las medidas de emergencia se hubiera dado con estos datos a la vista, seguramente algunos de los expertos involucrados en esa decisión lo hubieran dudado. Como sea, lo que resulta incuestionable es que hay un retraso inaceptable de más de una semana de la información. Sólo cabe una explicación: se ocultan deliberadamente los datos y se retrasa su presentación a la sociedad.
Lo que viene haciendo la Ssa es publicar gráficas sobre la evolución de la epidemia, a las que se añaden cada día los resultados de pruebas correspondientes a fechas anteriores. Pero nunca nos da a conocer con precisión, no digamos los datos del día de hoy, sino los de hace una semana. Se trata de un manejo perverso de la información sobre una enfermedad que pone en peligro la salud y la vida de los mexicanos. Todavía no podemos saber, por ejemplo, cuál es el impacto del levantamiento de las medidas de emergencia. Para colmo, los fines de semana la Ssa interrumpe la información, como si el virus se fuera de vacaciones.
La epidemia no ha cesado ni en México ni en el resto del mundo. Pero la Ssa nos oculta la evolución de los casos al día de hoy. A cambio nos ofrece boletines de prensa, que, como es su costumbre, no aclaran nada, pues se trata de datos acumulados de fechas anteriores. Lo único cierto es que el número de muertes ha aumentado; hasta ayer eran 70.
La epidemia no ha cesado. La sociedad mexicana se ha portado a la altura de las circunstancias pero las autoridades no, pues manipulan descaradamente una información que es vital. ¿A qué le temen?