Su estética refleja un original dominio del espacio, la luz y la materia
, evalúa el jurado
Maravilloso reconocimiento de la importancia del diseño como catalizador para mejorar la calidad de vida
, dice desde Londres el galardonado
Sus creaciones son iconos de la modernidad
Jueves 21 de mayo de 2009, p. 4
Madrid, 20 de mayo. Norman Foster, el arquitecto británico de la luz y la materia, el alquimista del paisaje urbano y rural, fue distinguido hoy con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009.
El jurado reconoció la obra de un arquitecto que ha dejado una huella singular en centenares de construcciones de su autoría, diseminadas en el mundo, pero muchas en Europa, sobre todo en Reino Unido, Francia y España.
Integrado por escritores, creadores y periodistas, el jurado resaltó que la obra de Foster tiene alcance universal, conjuga la calidad estética, la reflexión intelectual y el diálogo entre territorio y ciudadanía, a través de un original dominio del espacio, la luz y la materia
.
Se trata de “un arquitecto de la era global que anticipa con brillantez la única polis posible en el siglo XXI, la que está al servicio del desarrollo sostenible y de la libertad personal y social”.
Referente en Europa
Norman Foster, nacido en Manchester en 1935, estudió arquitectura en esa ciudad y se especializó en la Universidad Yale, donde abrevó de las vanguardias tecnológicas.
Sus primeras obras fueron definidas como creaciones high-tech, es decir, con alta dosis de tecnología de vanguardia aplicada a la creación arquitectónica. Desde sus orígenes se impregna de una vocación industrial que con el paso de los años se ha matizado pero que, al mismo tiempo, es uno de sus sellos.
Desde que era un joven creador, Foster se convirtió en referente de la arquitectura en Europa, tanto por su peculiar forma de interpretar el desarrollo industrial de la era que le tocó vivir como por la sutil manera que imprimió a sus creaciones de transformar los paisajes que intervenía, tanto los urbanos como los rurales.
Algunos ejemplos recientes podrían ser la construcción del aeropuerto de Pekín, donde creará un espacio capaz de albergar a 60 millones de pasajeros al año y costará más de 2 mil 800 millones de dólares. O las torres Hearst, de Nueva York. y The Gherkin, de Londres. O el Viaducto de Millau, en Aveyron, Francia, donde construyó el puente más alto del mundo, que alcanzó 343 metros sobre el río Tarn y una longitud de 2 mil 460 metros, que se sostiene gracias a siete grandes pilares de hormigón y un tablero de 32 metros de ancho.
Sus obras más emblemáticas se han convertido en iconos de la modernidad y en símbolos de la arquitectura del siglo XX y del XXI, una vez que Foster mantiene abiertos diversos proyectos en el mundo, como el hotel Tívoli de Copenhague o el que será el nuevo estadio del Club Barcelona.
Asimismo, el estudio de Foster, donde trabajan más de mil profesionales del diseño, la ingeniería y la arquitectura, es uno de los más influyentes.
Premio Pritzker
Norman Foster ha sido reconocido con los premios más importantes, como el prestigioso Pritzker en 1999, pero también ha recibido parabienes oficiales e institucionales del Reino Unido, donde tiene el título vitalicio de barón.
El arquitecto se convierte así en el primer británico de esa profesión en lograr el Príncipe de Asturias de las Artes, que en años anteriores ha recaído en figuras como Margaret Atwood, Óscar Niemeyer, Paul Auster, Woody Allen, Bob Dylan y Pedro Almodóvar.
El año pasado el galardón lo recibió el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, proyecto bolivariano creado por el maestro José Antonio Abreu.
Foster emitió un comunicado desde Londres para expresar que estaba emocionado
y que era un enorme honor y un maravilloso reconocimiento de la importancia del diseño como catalizador en la mejora de la calidad de la vida
.
Foster superó a figuras como la actriz Vanessa Redgrave, al cineasta español Carlos Saura, el escultor Richard Serra, el cantautor Joan Manuel Serrat y el compositor Cristóbal Halffter.
El Príncipe de Asturias, dotado de 50 mil euros y una escultura de Joan Miró, será entregado en Oviedo a finales de año.