Trabajo en el campo, una apuesta al clima y a los precios
Domingo 24 de mayo de 2009, p. 30
Illinois, 23 de mayo. El granjero Monty Whipple sostuvo en la palma de su mano el problema de la franja del maíz del este de Estados Unidos: una bola de barro, densamente compactada.
Su granja de más de 160 hectáreas, a unos 150 kilómetros al suroeste de Chicago en el condado LaSalle, estaba llena de barro.
Varios campos que estaban a aproximadamente un kilómetro por el camino rural tenían alrededor de 30 centímetros de agua estancada.
Los granjeros en la región norte-centro de Estados Unidos prefieren tener su cultivo de maíz plantado ya. La regla general dice que por cada día que el maíz es plantado después del 15 de mayo, se pierden aproximadamente dos bushels (un bushel equivale a 25.4 kilogramos) de maíz por hectárea.
Pero un tractor en el barro se quedará atascado o comprimirá el suelo lo suficiente para evitar que las semillas se asienten.
“Uno siempre piensa, ‘si no lo siembro hoy, pasará otra semana’”, dijo Whipple, de 58 años, durante una entrevista la semana pasada.
“Ellos dicen que trabajar la tierra no es más que una gran apuesta –apostarle a los precios, al clima”, dijo Whipple antes de arrojar la bola de barro hacia un campo que se extendía hasta el horizonte. A largo plazo puedes obtener un buen sustento con una granja
, añadió el hombre.
Illinois y Iowa son dos de los principales estados productores de maíz en Estados Unidos, el mayor suministrador de ese grano del mundo.
En el oeste, 81 por ciento del cultivo de Iowa todavía no había sido cosechado hasta la primera quincena de mayo. En el este, sólo 10 por ciento del maíz de Illinois había sido plantado, 11 por ciento en Indiana y 22 por ciento en Ohio, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Los granjeros ahora se encuentran ante un menor rendimiento del maíz o ante la opción de sembrar soya.
Está previsto que los granjeros estadunidenses este año planten la tercera mayor cosecha de maíz que se tenga registro con 12 mil 900 millones de bushels (327.6 millones de toneladas).
Va a ser la cosecha más cara y frustrante
, dijo Ken Beck, de 48 años, quien trabaja unas 600 hectáreas de maíz y unas 200 de soya en Ophir Township, Illinois. Hemos tenido los más altos precios de inversión y todo está todavía asegurado
, agregó Beck y sostuvo que no planea pasarse a la soya porque ya pagó por la aplicación de un fertilizante para sus campos.
Los precios del fertilizante, las semillas y otros costos subieron el verano pasado junto al maíz, que el 27 de junio del año pasado llegó a un récord de 7.65 dólares por bushel.
Beck negoció los precios del fertilizante alrededor de ese momento con base en la premisa de que los costos del maíz y del fertilizante seguirían aumentando mientras disminuía el suministro de fertilizante.
Pero el precio del maíz y otros productos se desplomaron un mes después de llegar a ese récord cuando se profundizó la recesión internacional.
“Todos sabíamos que no podía durar. Pero era como el boom de la vivienda; fue bueno mientras duró”, dijo Beck.
Estimó que sus costos de inversión son de 600 a 700 dólares por acre. Si sus cultivos producen 200 bushels y vende al precio actual de cuatro dólares por bushel puede llegar a un neto de 100 dólares por acre.