l domingo, mientras daba los últimos toques a la Reflexión sobre Haití, escuchaba a través de la televisión la conmemoración de la Batalla de Pichincha, que tuvo lugar en Ecuador hace 187 años, el 24 de mayo de 1822. La música que ambientaba la actividad era bella y atractiva.
Me detuve a observar los vistosos uniformes de la época y otros detalles de la conmemoración.
¡Cuántos recuerdos emotivos en torno a la heroica batalla que decidió la independencia de Ecuador! Los ideales y sueños de la época estaban presentes en aquel acto. Junto al presidente de Ecuador, Rafael Correa, estaban como invitados de honor Hugo Chávez y Evo Morales –que hoy reeditan las ansias de independencia y justicia por las que los patriotas latinoamericanos lucharon y murieron. Sucre fue el protagonista principal de la inmortal proeza, impulsada por los sueños de Bolívar.
Aquella lucha no ha concluido. Resurge de nuevo en condiciones muy diferentes, tal vez ni siquiera soñadas entonces.
Vino a mi mente la versión de un discurso de Dick Cheney que había leído el sábado, sobre Seguridad Nacional, pronunciado el jueves a las 11 y 20 a.m. desde el Instituto de Empresas Estadounidenses y transmitido por CNN en español y CNN en inglés. Era una respuesta al discurso que pronunció el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a las 10 y 27 a.m. del mismo día en relación con el mismo tema, al que añadía una explicación sobre el cierre de la cárcel de Guantánamo. Yo lo había escuchado cuando habló ese día.
La mención a ese pedazo del territorio nacional ocupado por la fuerza me llamó la atención, aparte del interés lógico sobre el tema. Ni siquiera conocía que Cheney hablaría inmediatamente después. No es lo habitual.
Inicialmente pensé que podría ser un desafío abierto al nuevo Presidente, pero cuando leí la versión oficial comprendí que la rápida respuesta había sido concertada previamente.
El ex vicepresidente había elaborado su discurso con cuidado, en tono respetuoso y a veces edulcorado.
Pero lo que caracterizó el discurso de Cheney fue la defensa de la tortura como método para obtener información en determinadas circunstancias.
Nuestro vecino del norte es un centro de poder planetario, la nación más rica y poderosa, poseedora de una cifra de cabezas nucleares que oscila entre 5 mil y 10 mil, las que pueden hacerse estallar en cualquier punto del planeta con precisión de milímetros. Habría que añadir el resto de su equipamiento bélico: armas químicas, biológicas, electromagnéticas, un arsenal inmenso de medios de combates terrestres, navales y aéreos. Esas armas están en manos de quienes reclaman el derecho a utilizar la tortura.
Nuestro país posee cultura política suficiente para analizar tales argumentos. Muchos en el mundo comprenden igualmente lo que expresan las palabras de Cheney. Haré breve síntesis seleccionando sus propios párrafos acompañados de breves comentarios y opiniones.
Comenzó criticando el discurso de Obama: es obvio que el presidente sería sancionado en una Cámara de Representantes, porque en la Cámara tenemos la norma de unos minutos
dijo a modo de chiste, aunque él por su parte habló bastante tiempo, la versión oficial traducida tiene 31 páginas de 22 líneas cada una.
“…fui el primer vicepresidente que también se desempeñó como Secretario de Defensa… mis deberes lógicamente se inclinaban hacia la seguridad nacional, me concentré en esos desafíos mayormente… Hoy soy un hombre más libre. No tengo ninguna elección que ganar o perder, ni ando buscando favores.
“Yo no estoy aquí hablando en nombre de George W. Bush. Nadie más que nosotros quiere que el gobierno actual tenga éxito.
“Hoy quiero hablar de la filosofía estratégica detrás de nuestras políticas, lo hago como alguien que estuvo allí cada día de gobierno de Bush, que apoyó las políticas cuando se tomaron las decisiones y que, sin dudas, lo haría de nuevo en las mismas circunstancias.
El presidente Obama merece nuestro apoyo cuando toma decisiones sabias, como creo que lo ha hecho en ciertos asuntos relativos a Afganistán y en cuanto a revertir su plan de sacar a la luz fotos incendiarias y cuando culpa o desvirtúa las decisiones de seguridad nacional que nosotros tomamos, merece una respuesta.
Nuestro gobierno siempre tuvo que hacer frente a críticas, que en el caso de ciertos círculos fue siempre intensa, especialmente en los últimos años de mandato, cuando los peligros eran tan graves o más graves que nunca, pero el sentido de alarma después del 11 de septiembre ya se estaba desvaneciendo en la memoria.
Hace luego un recuento de los ataques terroristas cometidos contra Estados Unidos durante los últimos 16 años, dentro o fuera de sus fronteras, enumerando media docena de ellos.
El problema de Cheney era entrar en el espinoso tema de las torturas que tantas veces la política oficial de Estados Unidos ha condenado.
“El 11 de septiembre hizo necesario un cambio de política, orientada a una amenaza estratégica que el Congreso calificó como amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de E.U.A… Decidimos evitar ataques desde el primer momento”, aseguró.
Señala el número de personas que perdieron la vida el 11 de septiembre. Lo compara con el ataque a Pearl Harbor. No explica por qué la compleja acción pudo organizarse de forma relativamente fácil, qué noticias previas de la inteligencia poseía Bush, qué pudo hacerse para evitarla. Bush llevaba ya casi ocho meses en la Presidencia. Se sabía que trabajaba poco y descansaba mucho. Constantemente se marchaba para su rancho de Texas.
“Al Qaeda buscaba tecnología nuclear –afirma– y A.Q.Khan estaba vendiendo tecnología nuclear en el mercado negro”, –exclama y añade: “Teníamos los ataques con ántrax de fuente desconocida, los campos de entrenamiento en Afganistán y dictadores como Saddam Hussein, con nexos conocidos con terroristas en el Oriente Medio.
Como recordarán yo estaba en mi oficina en esas primeras horas cuando el radar detectó un avión que se dirigía hacia la Casa Blanca a 500 millas por hora, el vuelo 77, el que acabó golpeando el Pentágono. Con el avión aún volando, los agentes del Servicio Secreto entraron a mi despacho y me dijeron que debíamos partir de inmediato. Momentos después estaba en un puesto de mando fortificado en algún lugar debajo de la Casa Blanca.
La narración de Cheney evidencia que nadie había previsto aquella situación y le presta un flaco servicio al orgullo de los norteamericanos al suponer que alguien encerrado en una cueva, a 15 o 20 mil kilómetros de distancia, podía obligar al Presidente de Estados Unidos a ocupar su puesto de mando en el sótano de la Casa Blanca.
“Desde entonces –narra Cheney– he escuchado especulaciones ocasionales de que yo cambié después del 11 de septiembre, yo no diría eso, pero debo admitir que observar un ataque coordinado y devastador contra nuestro país desde un bunker bajo tierra en la Casa Blanca puede afectar la visión que uno tiene de sus responsabilidades.”
“Como las guerras no se pueden ganar en la defensiva, actuamos directamente contra los terroristas, sus guaridas y santuarios.
“Las políticas fueron aplicadas con apoyo bipartidista.
“No inventamos la autoridad. Aparece en el artículo dos de la Constitución.
“Después del 11 de septiembre el Congreso y una Resolución Mixta autorizaron todo lo necesario para proteger EE.UU.
“Esta iniciativa nos permitió interceptar llamadas y rastrear contactos entre operadoras de Al Qaeda y personas dentro de EE.UU.
“El programa fue ‘top secret’ y por una buena razón, hasta que los editores del New York Times lo obtuvieron y divulgaron en primera plana. Después del 11 de septiembre, el diario pasó meses publicando fotos de los muertos a cargo de Al Qaeda ese día.
“Eso impresionó al Comité de Premios Pulitzer, pero evidentemente no sirvió a los intereses del país ni salvaguardó al pueblo.
“Años después nuestro gobierno comprendió que la seguridad del país requería reunir información que en algunos casos solo podría obtenerse a través de interrogatorios fuertes.
Yo fui y sigo siendo un fuerte defensor del programa de interrogatorios.
(Se refiere a los interrogatorios con empleo de torturas.)
“Ese método se usó con terroristas después que fallaban otras técnicas.
“Eran legales, esenciales, bien justificados, exitosos y la manera correcta de actuar.
“Pero nuestros sucesores tienen su propio punto de vista sobre el particular.
“Por decisión presidencial, el mes pasado vimos cómo se divulgaban documentos relacionados con esa práctica de interrogatorios. Se hizo como ejercicio pleno del gobierno para honrar el derecho del pueblo a saber la verdad.
“…El público recibió menos de la mitad de la verdad.
“Es difícil imaginar un precedente peor que ver una administración entrante incriminando las decisiones políticas de sus predecesores.
Una de las personas que se opuso a liberar los memos sobre técnicas de interrogar fue el director de la Agencia Central de Inteligencia, Leon Panetta.
Cheney, al llegar a este punto, sin embargo, tenía que explicar lo ocurrido en la prisión de Abu Ghraib, que llenó de horror al mundo. “Allí reinaba el sadismo –dijo– y nada tenía que ver con los interrogatorios en busca de información.
“En Abu Ghraib, guardias sádicos abusaron de prisioneros violando las leyes de EE.UU., reglas militares y la decencia.
“Conocemos la diferencia entre justicia y venganza. No andábamos intentando vengarnos de los autores del 11 de septiembre.
“Desde el inicio del programa solo nos enfocamos en la prioridad más importante, obtener información sobre los planes terroristas.
Por el daño que causaron a los presos iraquíes y a la causa de Estados Unidos, merecían y recibieron justicia.
Independientemente de los miles de jóvenes norteamericanos muertos, mutilados y heridos en la guerra de Iraq y los fabulosos fondos invertidos allí, cientos de miles de vidas de niños, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres que no tuvieron culpa alguna del ataque a las torres gemelas han muerto en ese país después de la invasión ordenada por Bush. Esa enorme masa de víctimas inocentes no recibió siquiera una mención en el discurso pronunciado por Cheney.
Las pasa por alto y prosigue:
“Si los liberales están inconformes con algunas decisiones y los conservadores con otras, parecería como que el presidente está en la senda de una solución sensata.
“Pero en la lucha contra el terrorismo, no hay puntos medios, y medias medidas te medio exponen.
“Cuando dejas de conocer una sola pista, eso nos puede llevar a la catástrofe.
“En un segundo día de gobierno el presidente Obama anunció el cierre de la prisión de Guantánamo. Ese paso se dio con poca deliberación y sin plan.
“A esta administración (Obama) le ha resultado fácil recibir aplausos en Europa por la clausura de Guantánamo, pero le resulta difícil encontrar una alternativa que sirva a los intereses de la justicia y la seguridad nacional estadounidense.
“En la categoría de eufemismo, el premio lo obtendrá un editorial reciente en un diario conocido que refiere a terroristas que hemos capturado como ‘secuestrados’.
“Tenemos a enemigos de nuestro país, denominados por un diario como víctimas de secuestro.
“Los interrogatorios y el Programa de Vigilancia, sin dudas, han hecho a este país más seguro.
“Cuando Obama y su administración hablan de interrogatorios, lo hacen como si hubieran resuelto el dilema moral de cómo extraer información vital de boca de los terroristas.
“En realidad, están dejando de lado las decisiones, mientras presumen de una superioridad moral.
“Desclasificar esos memorandos es contrario a los intereses de la seguridad nacional.
“El daño comienza con información de alto grado de secreto que ya está en manos terroristas.
“Gobiernos del mundo que nos han apoyado en maniobras conjuntas, ahora temen porque ven otras operaciones comprometidas.
“El presidente Obama ha usado su poder para revelar lo que pasa en los interrogatorios…
“El propio director de Inteligencia Nacional del presidente Obama, Denis C. Blair, lo dijo de esta manera: ‘La información de alto valor provino de los interrogatorios en los que fueron usados esos métodos y nos dio una mayor comprensión de la organización de Al Qaeda que atacaba nuestro país’.
“El almirante Blair dijo esta conclusión por escrito; pero esta desapareció en una versión posterior dada a conocer por el gobierno.
“Esas 26 palabras faltantes decían una verdad inconveniente; pero no pudieron cambiar las palabras del director de la CIA en los gobiernos de Clinton y Bush, George Tenet, quien dijo claramente: ‘Sé que este programa ha salvado vidas. Sé que hemos desbaratado planes. Sé que este programa por sí solo vale más de lo que el FBI, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional juntas han podido darnos.’
“Si los estadounidenses tienen oportunidad de saber qué fue lo que se evitó en el país, esto llama a aclarar la urgencia y el carácter correcto de estos interrogatorios en los años posteriores al 11 de septiembre.
“Nos ocupamos en obtener sus secretos en lugar de compartir los nuestros con ellos.
“Es algo que se debe mantener hasta que el peligro haya pasado. En el camino ha habido que tomar decisiones difíciles.
“Ninguna decisión de seguridad nacional se tomó a la ligera ni en forma apresurada.
Como en cualquier conflicto ha habido costos. Ninguno más alto que los sacrificios de aquellos muertos o heridos sirviendo al país.
Como muchos otros que prestan servicios a los Estados Unidos ellos no son de los que piden agradecimientos pero yo les estaré agradecido.
Sus ataques a la administración de Obama fueron realmente duros, pero no deseo emitir opiniones sobre ese tema. Me corresponde sin embargo recordar que el terrorismo no bajó del cielo: fue el método ideado por Estados Unidos para combatir a la Revolución Cubana.
Nada menos que el general <http://dwight-eisenhower.pais-global.com.ar/> Dwight Eisenhower, Presidente de Estados Unidos, fue el primero en utilizar el terrorismo contra nuestra Patria, y no se trató de un grupo de acciones sangrientas contra nuestro pueblo, sino decenas de hechos desde el propio año de 1959, que se incrementaron después a cientos de actos terroristas cada año, con empleo de sustancias inflamables, explosivos de alta potencia, armamentos sofisticados de precisión con rayos infrarrojos, venenos como cianuro, hongos, dengue hemorrágico, fiebre porcina, ántrax, virus y bacterias, que atacaban cultivos, plantas, animales y seres humanos.
No fueron solo acciones contra la economía y el pueblo, sino también las destinadas a eliminar a los dirigentes de la Revolución.
Miles de personas fueron afectadas, y la economía, cuyo objetivo es sostener la alimentación, la salud y los servicios más elementales del pueblo ha sido sometida a un implacable bloqueo que se aplica extraterritorialmente.
No invento estos hechos. Constan en los documentos desclasificados del Gobierno de Estados Unidos. En nuestro país, a pesar de los gravísimos peligros que durante decenas de años nos han amenazado, jamás se torturó a nadie para obtener información.
Por dolorosas que fuesen las acciones contra el pueblo de Estados Unidos el 11 de Septiembre de 2001, que todo el mundo condenó con energía, la tortura es un acto cobarde y vergonzoso que no puede ser jamás justificado.
Mayo 27 de 2009
12 y 54 p.m.