Los recursos servirían para enfrentar estos tiempos de vacas flacas, dice Moody’s
Viernes 29 de mayo de 2009, p. 33
En un momento de caída de los ingresos fiscales y contracción de la actividad económica, México paga las consecuencias de que el gobierno federal no ahorrara los recursos generados por el auge de precios del petróleo, que podrían ser gastados ahora “en los tiempos de vacas flacas”, consideró la firma de calificación de valores Moody’s.
La crisis internacional ha puesto en evidencia las carencias y debilidades de la economía mexicana, que está siendo arrastrada hacia una de las recesiones mas profundas de los últimos 15 años, comentó Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s.
Se necesita mejor blindaje
Inicialmente se pensó que la mejor situación macroeconómica iba a permitir al país salir bien librado de la crisis. La realidad actual no lo confirma, pero además pone en evidencia que lo hecho no ha sido suficiente y que la economía necesita un mejor sistema de defensa anti-crisis
, añadió.
Las políticas seguidas en el país durante los últimos años, basadas en los equilibrios macroeconómicos, finanzas públicas sanas, déficit externo financiable y baja inflación no estuvieron mal
, pero lo que se hizo para defender al país del vendaval externo fue más bien insuficiente, lento y tardado y sin margen de flexibilidad
, consideró Coutiño, autor del reporte México requiere un mejor blindaje económico.
En primer lugar, dijo, el estímulo fiscal que puso en marcha el gobierno para hacer frente a los efectos sobre México de la crisis económica de Estados Unidos no fue suficiente ni se dio oportunamente. “La razón principal es que el país no generó los ahorros fiscales suficientes en la época de bonanza para devolvérselos a la economía en tiempos de vacas flacas”.
Las medidas de apoyo fiscal con las que la administración federal busca contrarrestar el ciclo de caída de la actividad tienen un valor estimado en 1.5 puntos del PIB, unos 170 mil millones de pesos, según información del Banco Mundial.
Para Moody’s la razón principal de la falta de eficacia de las acciones de estímulo fiscal del gobierno –orientadas a generar empleo en la construcción de infraestructura y facilidades de financiamiento a empresas– es que el país no generó ahorros suficientes durante los años en que los ingresos públicos se vieron favorecidos con altos precios del petróleo, una actividad que genera uno de cada 3 pesos que gasta el gobierno.
Asimismo, las trabas burocráticas que aún existen no permitieron que el gasto público se ejerciera en tiempo y forma. En segundo lugar, el estímulo fiscal no fue acompañado por un relajamiento monetario oportuno, lo cual hizo que la economía enfrentara un freno adicional
, indicó Moody’s.
En la última década, el grueso de los excedentes fiscales del gobierno fue generado por el incremento del precio del petróleo a un nivel superior al previsto en la elaboración del presupuesto federal de cada año. Otra fuente de excedentes ha sido el ahorro generado por la reducción en el saldo neto de la deuda pública, que se comenzó a revertir este año.
Entre 2001 y 2006 el gobierno federal obtuvo ingresos extraordinarios por la exportación del petróleo –originados en un precio mayor al usado para elaborar el presupuesto– por 584 mil 654 millones de pesos, de acuerdo con un reporte del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados. Esa cantidad equivale a 3.4 veces el monto de los programas anti crisis puestos en práctica por la actual administración federal.
La economía mexicana aún mantiene una debilidad de sus fuentes fundamentales de crecimiento, aún no aptas para resistir tormentas externas ni para sostener crecimientos por encima de 3 por ciento anual. Todo esto hace que aún sea bastante vulnerable a los choques externos, como lo confirma la profunda contracción que ya se registra en el año, la cual será incluso muy superior a la esperada para la economía estadunidense
, añadió el reporte de Moody’s.
Es claro, apuntó, que el problema tiene solución y que la economía mexicana puede quitarse de encima la maldición de verse siempre arrastrada cuando a los Estados Unidos le va mal en su ciclo económico.