os toros portugueses de Palha fueron cruz de sangre al aparecer en el ruedo de la plaza monumental de Las Ventas madrileña, en la parte final de la feria de San Isidro. El toreo, a pesar de los pesares no morirá, mientras salgan bureles como los que comento: toros de impresionante arboladura astifina, mirada fiera, musculosos, listos, bravos con los caballos, a los que embestían a la distancia junta y que llegaban a la muleta con encastada nobleza en busca de un matador poderoso que recreara el toreo de siempre: parar, templar y mandar.
Más las figuras no quieren ver estos toros ni en la televisión. Corridas que enfrentan toreros desesperados con aspiraciones de figurar y terminan en la enfermería del coso y de milagro no en el panteón. Dígalo, si no nuestro Mariano Ramos, que hace años enfrentó a estos temidos toros y salió del trance como pudo. Al terminar el festejo y ser entrevistado, un reportero le preguntó: ¿muy triste matador?
y respondió Qué triste, ni qué triste ¡estoy vivo!
Frase que repiten lo aficionados españoles.
Los toros de Palha fueron premiados como los mejores del serial isidril por los cronistas madrileños, en la misma forma que Morante de la Puebla fue declarado triunfador del ciclo, la mejor faena y los mejores lances. La revelación de la temporada fue un mozo de apellido Luque que, aparte de valor
La afición no se cansa de alabar las verónicas de Morante y su faena a modo de fresca palma, sombra a la pasión peregrina que busca una hora de reposo y calma. Lances encerrados en el infinito que a la fragilidad de la apariencia detuvieron el tiempo y el espacio. Para muchos de los cronistas los mejores lances que se han visto en la monumental de Las Ventas, independientemente del duende que llevaban.
En el festejo de triunfadores en la plaza La Florecita, de Ciudad Satélite, organizado ayer por la empresa encabezada por Fernando Servín, se lidió un encierro de Campo de Allende, fracción de Real de Saltillo, disparejo de presentación y de comportamiento que, sin embargo, permitió comprobar los niveles de actitud y de aptitud de los alternantes, todos con disposición y entrega; unos con más recursos e intuición que otros, y alguno hasta con posibilidades de actuar en la inminente temporada de la Plaza México.
Antes de que saliera el primero de la tarde hubo un homenaje a la brillante trayectoria artística del pintor taurino Reynaldo Torres por parte de la afición, las peñas taurinas Don Dificultades y Porra Libre, AC, del Distrito Federal, así como El Trincherazo, de Córdoba, Veracruz, y la propia empresa.
Caminando con lentitud pero con elegancia, el maestro tijuanense, quien hace unas semanas estuviera al borde de la muerte, agradeció en el centro del ruedo la sincera, cálida y prolongada ovación del público, levantando con la diestra la placa alusiva que acababa de recibir. ¡Vaya faena, Reynaldo!
Abrió plaza Bam bam, bien presentado pero manso. Gracias a un valeroso quite de José Miguel Parra por gaoneras, en el que fue cogido sin consecuencias; Pedro Núñez sacó la casta y respondió con saltilleras rematadas con la revolera. A ese novillo le colgó emocionante par el subalterno Tonatiuh Cruz, que aguantó en la cara una eternidad, dejó el par en todo lo alto y salió sin una zapatilla. En el tercio agradeció la ovación.
A su valor sereno, Pedro Núñez Chavalillo añadió cabeza torera frente a los arreones y gañafonazos del astado, ligando tandas de gran mérito con la derecha, ya que al retrasar la pierna de la salida y gracias al mando de su muleta logró darle más dimensión a los emocionantes muletazos. Dejó una estocada hasta las cintas, fue premiado con merecida oreja y recorrió el anillo. ¿Le valdrá esta hazaña para actuar en la México?
Triunfador fue un bello rey de astas agudas
, que dijera el poeta, hondo de caja y con calidad en su embestida, que correspondió a José Miguel Parra, quien veroniqueó con sabor y embarcó bien con la muleta, pero sin mandar lo suficiente en series por la derecha. Fue cogido en dos ocasiones, se ajustó en manoletinas y dejó una entera que bastó. Tuvo petición pero, con acierto, el juez no concedió la oreja. Dio la vuelta con fuerza.
Luis Conrado mantiene su valor incólume pero, como bien observó un aficionado, o no le entra la letra o debe cambiar de escuela
, pues la valentía sin criterio no es suficiente y el quietismo sin técnica, menos.
Jaime Adrián, luciendo una abultada coleta natural y una bella moza de espadas en el callejón, anduvo empeñoso y esforzado, logrando tandas por ambos lados a otro huidizo pero claro. Se repuso de impresionante voltereta y logró naturales largos y templados. Perdió la oreja por una estocada defectuosa y se retiró entre división de opiniones.
El espigado Carlos Peñaloza exhibió un toreo intuitivo, natural y gozoso, cubriendo con decoro los tres tercios y consiguiendo tandas con idea, temple y sello ante otro novillo serio y con recorrido. Ojalá conserve esa frescura cuando le enseñen
la técnica. Por cierto, ¿se reunieron ya las fuerzas vivas de la fiesta brava de México?, ¿lograron algún consenso?, ¿fijaron metas comunes y calendarizaron objetivos?