Las granjas industriales, caldo de cultivo de enfermedades, dice
Jueves 4 de junio de 2009, p. 39
Ante la presencia de la gripe A/H1N1, el gobierno federal debe detener la campaña que promueve el consumo de carne de cerdo hasta que la comunidad científica internacional acredite totalmente la falta de riesgo que conlleva la ingestión de este producto, advirtió la investigadora del Instituto estadunidense World Watch, Danielle Nierenberg.
Al dictar una conferencia magistral en las instalaciones del Senado –a invitación del grupo parlamentario del Partido Verde Ecologista de México (PVEM)– la científica pidió a los gobiernos del mundo no dejarse presionar por las agroindustrias y que no antepongan los intereses económicos de éstas a los de la salud humana y ambiental.
No digo que la gente deje de consumir carne de cerdo si sabe su origen, es decir, si es de una granja que conoce y que maneja prácticas sanitarias correctas. Pero si se desconoce su origen, sí es un riesgo
, precisó la investigadora.
Esta idea fue respaldada por el presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados, Diego Cobo Terrazas, quien reforzó el llamado que realizó Nierenberg y propuso, ante la incertidumbre científica, atenerse al principio precautorio.
Intereses económicos
“Si no hay certezas científicas respecto a las consecuencias de comer carne de cerdo, es un acto de irresponsabilidad que, por obedecer a intereses económicos, se promueva el consumo de esa carne. Primero, antes que lanzar una campaña para el consumo, tendríamos que contar con el consenso científico –no de la voz de una sola autoridad– que asegure que este producto no causa daño y, entonces, sí comer tranquilamente la carne. Entendemos que mucha gente vive de ese producto pero, según el principio precautorio, primero es la salud y más vale prevenir que lamentar”, sostuvo el diputado federal.
Nierenberg señaló en su conferencia, denominada Enfermedades zoonóticas emergentes y granjas fábrica, las condiciones de hacinamiento, suciedad y estrés fisiológico en que se encuentran los animales en estas agroindustrias, así como el riesgo de que en esos sitios se generen virus como el de la influenza humana.
El confinamiento de animales, la falta de limpieza que existe en esos lugares sin aire y sin luz, propicia que se conviertan en incubadoras de virus. Las granjas industriales son un caldo de cultivo de enfermedades entre los cerdos y esto permite la contaminación hacia los humanos
.
Explicó que posiblemente el virus resurja con más fuerza en el invierno, por lo que se deben mejorar los métodos de respuesta ante una nueva situación de esta naturaleza. Para ello, no sólo es aconsejable incrementar la capacitación en las granjas del personal que maneja animales para consumo humano, sino también brindar mayor atención veterinaria a los animales para evitar nuevos brotes más virulentos. Propuso que, tras experiencias como la de la epidemia de la influenza humana o fiebre aviar, las agroindustrias deben restructurarse y empezar a producir su producto de otra forma y sacar a los animales del hacinamiento.