Aunque sólo tres de las 19 terminales aéreas que administra Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) son rentables, es función y responsabilidad del Estado mantener la infraestructura aeroportuaria del país, dijo el director general del ASA, Gilberto López Meyer, quien descartó en este momento la posibilidad de privatizar el suministro de combustible para las aeronaves, pese a las múltiples solicitudes presentadas por inversionistas privados.

En entrevista, el funcionario aclaró que se trabaja con números negros, donde las utilidades que obtiene ASA Combustibles, encargada del suministro y comercialización del combustible para la aviación, y ASA Consultoría, que ofrece asesoría para el desarrollo y operación de instalaciones aeroportuarias, permiten equilibrar la balanza en el conjunto del organismo, integrado también por ASA Operaciones, responsable directa de administrar su red aeroportuaria.

En 1998 comenzó un proceso privatizador en los aeropuertos mexicanos, y se conformaron tres grandes grupos aeroportuarios privados: del Pacífico, Centro Norte y Sur (GAP, OMA y Asur, respectivamente), que obtuvieron a través de un proceso internacional la licitación para operar y explotar los aeropuertos durante 50 años.

En este proceso, explicó López Meyer, ASA –que este 10 de junio cumple su 44 aniversario– se quedó a cargo de ciertos proyectos aeroportuarios que aunque no tienen un rendimiento comercial atractivo, sí representan un valor estratégico en términos de desarrollo para el país. Administrar un aeropuerto que maneja diez millones de pasajeros al año no es difícil que sea rentable, pero sí lo es para el que sólo moviliza 100 o 200 mil viajeros en ese lapso. Entonces debe haber mucho cuidado en la administración; tenemos la tarea de cumplir con la responsabilidad de mantener aeropuertos en condiciones adecuadas, pero también buscar un punto de equilibrio en lo económico, dijo.

El funcionario destacó la función social y el valor estratégico de varios aeropuertos administrados, como es el caso de Ciudad del Carmen, que es la terminal con mayor número de vuelos de helicópteros en el mundo, y pieza clave en la comunicación aérea con los cientos de plataformas petroleras ubicadas en el Golfo de México. También citó el caso de aeropuertos de varias capitales de estados que no son rentables, pero cuyos centros poblacionales necesitan estar comunicados también vía aérea.

ASA, señaló, sigue siendo un elemento muy importante que tiene el Estado mexicano para coadyuvar en la planeación del desarrollo aeroportuario del país, y participa, además de administrar su red de 19 aeropuertos, en la conformación de sociedades que permitan desarrollar nuevos aeropuertos, pero con una visión diferente. Citó como ejemplo el Sistema Metropolitano de Aeropuertos, que en conjunción con los gobiernos del estado de México, Morelos, Puebla y Querétaro ayudan a soportar la demanda aeroportuaria de la ciudad de México.

Con una formación de piloto aviador, con nueve meses al frente de ASA, y casi seis años previos en la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), López Meyer defendió el esquema mediante el cual se unen recursos de los gobiernos federal y estatal con inversiones privadas en la administración y toma de decisión para operar terminales aéreas. Este sistema, señaló, ha sido muy positivo, y en el caso particular del Aeropuerto Internacional de Toluca, sumamente exitoso, pues en sólo cuatro años pasó de manejar 100 mil pasajeros a casi 4 millones de usuarios en 2008.

Realmente nos encantaría que tuviéramos más proyectos como éste ya sea para nuevos aeropuertos o inclusive para los actuales. Estoy seguro que iremos incorporando cada día más aeropuertos a este esquema virtuoso de participación de gobiernos y capital privado, afirmó.

En los aeropuertos de Toluca y Puebla los gobiernos federal y estatales tienen 25 y 26 por ciento, respectivamente, de las inversiones, mientras el sector privado posee 49 por ciento, que es lo permitido por la ley. Se aspira a que el sistema se repita a mediano plazo en Querétaro y Cuernavaca, donde todavía no hay inversionistas privados.

Por otra parte, reconoció que existen múltiples solicitudes de particulares interesados en comercializar y suministrar el combustible (turbosina) para las aeronaves, actividad hasta ahora reservada exclusivamente para el Estado, a través de ASA. Sin embargo, señaló que en este momento no hay ninguna señal que apunte a una modificación del régimen actual.