Sergio Flores se revela como promesa al cortarle dos orejas a excelente novillo de Garfias
Enrique Espinoza El Cuate sale de terapia intensiva tras perder varios litros de sangre en Puebla
Lunes 15 de junio de 2009, p. a50
Después de obtener las dos orejas de su segundo enemigo, en premio a una gran faena en la plaza tlaxcalteca de Apizaco, Rodolfo Rodríguez El Pana le arrancó el rabo al toro y se lo mostró desafiante al juez, para satisfacer la petición de los pañuelos y de los silbidos que exigían el máximo trofeo.
Internado por su propia voluntad en una clínica donde lidia contra el alcoholismo y de la cual entra y sale exclusivamente para torear –este sábado estará en el Palacio del Arte, en Morelia, y el domingo en Martínez de la Torre, Veracruz–, El Pana alternó anteayer con Rafael Ortega, Uriel Moreno El Zapata y José Luis Angelino, para matar un encierro de El Grullo.
Por su parte, Enrique Espinoza El Cuate abandonó el jueves la sala de terapia intensiva donde permaneció cinco días, luego de recibir una cornada en la plaza de El Relicario, Puebla, que le abrió un boquete en la pierna, por el cual, mientras era conducido a la enfermería, se le escaparon varios litros de sangre.
Este viernes, allí, en El Relicario, habrá un festival a beneficio, para ayudarlo a pagar los gastos del hospital Betania, donde aún se recupera. La Asociación de Matadores se negó a cubrirlos debido a que el diestro de Nuevo León está atrasado tres años en el abono de sus cuotas. Desde España, el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza ofreció hacerse cargo de la mitad de la factura médica.
Entre tanto, Sergio Flores, capitalino de 19 años, alumno de la escuela Tauromagia, se reveló ayer como una promesa de la fiesta brava, al cuajar cuatro soberbias tandas, dos por la derecha y dos por la izquierda, templando prodigiosamente a un excelente novillo de José Garfias, que mereció arrastre lento y al que le tumbó dos orejas, durante la segunda fecha de la temporada del Apartheid en la Monumental Plaza México, a la que acudieron menos de 3 mil personas, entre cadeneros de discoteca y accesos prohibidos a los tendidos generales.
El queretano Santiago Fausto, triunfador del festival del domingo pasado en el mismo coso, no pudo ratificar nada, y por el contrario oyó dos avisos, uno al pinchar a su primer enemigo y otro al asestarle un espadazo trasero y contrario a su segundo. Quien también repitió en Mixcoac, tras su debut del año pasado, fue Salvador López, chilango, de 24 años, que desaprovechó lastimosamente al primero de su lote, otro espléndido ejemplar de Garfias.
El encierro estuvo bien presentado pero resultó disparejo, ya que el primero y el tercero de la tarde, sin tirar jamás una cornada, fueron dulces y nobles, en tanto el segundo y el cuarto presentaban mayores dificultades, mientras el quinto, desde que saltó a la arena, se quedó parado, soseando y barbeando las tablas para tratar de irse.
Del sexto nada hay que decir, pues el animalito, un castaño bocinero con bastante menos kilos de los 422 que pregonaba la pizarra, salió a escena sangrando por el hocico y mutilado del diamante del asta derecha, que pronto se despitorró al rematar en un burladero. Aunque el público chillaba, el juez Balderas –o su holograma– tardó varios minutos en ordenar que lo sustituyeran.
En su lugar vino a cuento un sobrero de Campo Real –del encierro de la semana pasada–, ante el cual Sergio Flores volvió a mostrar su aprovechamiento escolar en Tauromagia, buscándole y encontrándole la distancia adecuada, con mucho aguante y tesón, para obligarlo a embestir y, lo mejor del caso, templarlo como bien sabe, en dos series de derechazos y una de naturales, que sacaron de su letargo a los pocos pero acalorados asistentes.