n 1994 William Osborne fue condenado por supuestamente haber asesinado a una mujer en Alaska. Desde entonces ha insistido en ser inocente y ha empleado todos los recursos legales a su alcance, incluyendo la aplicación de la prueba del DNA, que pudiera ser definitiva para determinar su inocencia o culpabilidad. La semana pasada la Suprema Corte de Justicia de EU le negó esa posibilidad en una decisión dividida en la que prevaleció el criterio de los jueces más conservadores.
Vale decir que 240 supuestos delincuentes han sido exonerados del delito de que se les acusaba una vez que se les aplicó la prueba del DNA, y debido a ello salvaron la vida. Parece que Osborne no tendrá esa oportunidad. Por tratarse de la vida de una persona, asombra el argumento de uno de los jueces, que aludió al costo monetario que la aplicación de la prueba implica para el estado.
El fallo de la Suprema Corte da mayor relevancia a la decisión del presidente Obama de postular a esa institución a una persona con las características de la magistrada Sonia Sotomayor. Al margen de la importancia de que una mujer de origen hispano se integre al máximo tribunal, destaca su impresionante trayectoria profesional y su visión de la justicia. Para ella, la ley es un instrumento que debe estar sujeto no sólo a decisiones técnicas, sino también a la consideración de que quienes están sometidos a juicio son seres humanos y no meros objetos en su aplicación no exenta frecuentemente de carga ideológica.
En un cuerpo en el que los tecnicismos suelen dejar de lado la trascendencia de sus decisiones y el importante papel que juega en modelar la cultura e idiosincrasia de la nación, la presencia de la magistrada Sotomayor será refrescante. No es extraño que los conservadores más recalcitrantes la ataquen por ser mujer de origen latino con el argumento de que en sus decisiones pesarán estas características. A quienes así opinan hay que preguntarles cómo votaron en el pasado los magistrados conservadores en el momento de otorgar el voto a la mujer, o de acabar con la segregación racial, o más recientemente de dar el derecho a la mujer de decidir sobre la terminación del embarazo.
Si los conservadores insisten en continuar enajenando su relación con el voto femenino y el de origen hispano, ésta sin duda será una excelente oportunidad.