Académicos congregados en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) coincidieron en que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene buena voluntad en política exterior, y en particular en relación con el resto de América; sin embargo, en la práctica no se producirán cambios estructurales respecto de la anterior administración.

En el seminario La nueva presidencia de Obama: los desafíos en las Américas, organizado por el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (Cisan) y la Facultad de Derecho de la UNAM, la Fundación Friedrich Ebert México y la embajada de Estados Unidos en México, académicos de diferentes instituciones nacionales e internacionales analizaron si en estos cinco meses de la presidencia de Obama se pueden observar indicios de que su gobierno será realmente transformador y satisfará las expectativas que su elección despertó alrededor del mundo.

En el auditorio Antonio Martínez, de la Facultad de Derecho, el director del Cisan, José Luis Valdés-Ugalde, dudó que Obama pueda transformar la relación de Estados Unidos con el mundo, debido a los tiempos tan cambiantes y a la complejidad de la herencia que dejó George W. Bush en política exterior.

Sostuvo que su política hacia México, a diferencia de la que se establece con Brasil, centrada en cooperación en materia energética, estará basada en la agenda de inseguridad y narcotráfico.

Recordó que alrededor de 230 ciudades de Estados Unidos están tomadas por los cuatro cárteles más importantes del narcotráfico, con lo cual en la relación México-Estados Unidos se presentarán episodios accidentados producto de un problema de carácter endógeno que en el país del norte se plantea como prioridad.

Por su parte, Jesús Velasco Grajales, académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas, sostuvo que los cambios que se pueden esperar en el gobierno de Obama son más de estilo que de sustancia, ya que su política, basada en la diplomacia, es complicada para lograr verdaderos cambios. Por ello habrá que ver cómo se desarrolla, si continúan en la línea diplomática y retóricamente correcta; si regresa al hard power de su antecesor, de tipo militarista, o busca un equilibrio para realizar cambios y contener a países como Corea del Norte o Irán en su avance nuclear.

Añadió que si el mandatario reconoció la corresponsabilidad de Estados Unidos en materia de narcotráfico y seguridad con México, hay cuestiones, como desarrollar programas de prevención o aumentar la transferencia de información de ese país al nuestro, y la corrupción, que no están resueltos en su proyecto político.

En tanto, Carlo Dade, de la Fundación Canadiense para las Américas (Focal, por sus siglas en inglés), se sumó a la falta de confianza en que el gobierno de Obama logre cambios en política exterior. Recordó que otros presidentes de Estados Unidos asumieron el cargo con proyección de cambio en las Américas, pero luego conflictos internacionales distrajeron su atención. Por lo tanto, aseguró, los cambios en las Américas dependen más de la relación que establezcan los países miembros con Obama que lo que él pueda aportar a la región.