Opinión
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Argentina: el irresistible ascenso de un burgués nacional
D

e la mano de mis mayores, evoco los paseos sabatinos por el centro de Rosario. Casa Tía era ineludible sitio de parada. A bajo precio, la gente compraba prendas de vestir, lápices y cuadernos, golosinas, utensillos varios, billetes de lotería o, simplemente, tomaba un helado.

Mi abuelo cristiano admiraba la capacidad empresarial de Casa Tía, y el abuelo judío aclaraba que el nombre venía de te-ta (tía, en checo), comercio fundado por un par de judíos de Praga: Carlos Steuer y Federico Deutsch. Poco antes de la invasión nazi (1939), Steuer y Deutsch emigraron a Colombia y años después, en Buenos Aires, registraron la firma Tiendas Industriales Argentinas (TIA, 1946, Tata en Uruguay).

Doris, hija de Steuer, se casó en Bogotá con Juan de Narváez, bisnieto de un presidente de Colombia y terrateniente cafetalero que tuvo el acierto de promover el grano tomándole una simpática foto a Juan Valdez, alias de un argentino que los exportadores convirtieron en icono mundial del café colombiano.

Siguiendo la ruta de los negocios, el matrimonio se instaló en Buenos Aires. Pero el mayor de los hijos, no quiso estudiar. Francisco (Bogotá, 1953) entró a trabajar en Casa Tía a los 17 años, y en 1980 ya era gerente general de las 65 tiendas que cubrían todo el territorio, de La Quiaca (Jujuy) a Tierra del Fuego. Mucha chamba. ¿Qué hacer en un mundo donde el dinero empezaba a contar más que el trabajo?

En 1983, Francisco de Narváez se naturalizó argentino, y votó por el radical Raúl Alfonsín. Pero a inicios de 1990 descubrió a su ídolo: el presidente Carlos Menem. No fue un proceso fácil. Deprimido y sin saber qué hacer con tanta lana, intentó el suicidio en un cuarto del hotel Hyatt, de Buenos Aires (1992).

No… Mejor, no. ¡Mejor ser moderno! Junto con su fiel amigo, el magnate Mauricio Macri (actual jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), Francisco se incorporó a la fiesta menemista. La noche porteña supo de él. Las mejores chicas le llamaban billetera mata galán. Y así acabó con Casa Tía, símbolo de la movilidad social y expansión del mercado interno. Valuada por Carrefour en mil 500 millones de dólares, la empresa familiar se vendió en 700 millones (1998).

En la Universidad de Harvard, De Narváez fue sensación. ¡La teoría llevada a la práctica! Sin un título de secundaria, Fernando explicó a la demudada crema académica mundial: “La mayoría de la gente que despedí tenía más de 25 años de experiencia; en conjunto me deshice de 3 mil 500 empleados con 5 mil años de experiencia… despedí a todos, desde cajeros a gerentes. Fue una decisión difícil de tomar y aún vivo con eso… No tiene sentido pensar en forma justa. No hay justicia”.

Superado el trance, el joven se dedicó a comprar medios de comunicación y empresas fantasmas domiciliadas en islas del Caribe. En agosto de 1999 se estrelló el vuelo de una línea aérea de la que era parte del directorio. Murieron 65 personas. De Narváez fue procesado por recortar gastos de mantenimiento. Entrevistado por sus propios medios, explicó que Argentina entraba en un proceso de globalización y de “modernización de los sistemas de distribución… Yo soy un tipo concreto. No me permito fantasear”.

Pues bien. Si en este mundo no hay justicia… ¿por qué no apoyar al Partido Justicialista? Siempre fui peronista, asegura De Narváez. En una larga entrevista con el periodista Jorge Fontevecchia comentó: “En 1993 compré la biblioteca del general Perón por sólo 148 mil dólares, y su traje de gala en 93 mil…” Y fue honesto: Quienes tenemos poder adquisitivo superior a la media, tenemos muy poco compromiso con la historia y con el país.

–¿Y esa serpiente de agua tatuada en el cuello?

–Es del horóscopo chino, y en el brazo tengo un anagrama chino que dice crisis es oportunidad. Pero de vez en cuando recurro a la carta solar. No son la verdad revelada, pero dan una orientación en épocas de desorden. También creo en la rencarnación budista. En otra vida fui guerrero, y en algún momento cruzado.

En 2002, el pragmático empresario sin empresas se afilió al Partido Justicialista (PJ). Apoyó a Carlos Menem en 2003, a Néstor Kirchner en 2004, y en 2005 ganó una banca de diputado en las listas del ex presidente Eduardo Duhalde. Durante tres ciclos legislativos, de cada 100 sesiones faltó 61 veces en 2006, 69 en 2007 y 86 en 2008. El único proyecto que presentó en tres años de gestión fue para conmemorar el trigésimo segundo aniversario del fallecimiento de Perón.

Desencantado con el gobierno de Cristina Fernández y distanciado de Néstor Kirchner (presidente del PJ), De Narváez consiguió el apoyo de los agresivos terratenientes soyeros de la Sociedad Rural, y la derecha del PJ. El domingo pasado, De Narváez ganó las elecciones legislativas en el estratégico bastión electoral de la provincia de Buenos Aires, cosa que al oficialismo le representó la pérdida de la mayoría en ambas Cámaras del Congreso. Y de paso, acabó con los Kirchner.