El escritor, quien ayer cumplió 80 años, recibió la medalla de oro de Bellas Artes
por su vasta labor en las letras
Las obras maestras de México nunca han sido subvencionadas por el Estado
, expresó
Antes, la literatura nacional tenía un peso indiscutible, dijo en el contexto de su homenaje
Viernes 3 de julio de 2009, p. 4
Después del aroma de la piel femenina, el olor más lindo para Emmanuel Carballo es el de la página escrita, según manifestó el escritor, periodista y crítico literario al recibir la medalla de oro de Bellas Artes, la lluviosa noche del pasado miércoles.
Esa fue su manera sintética de refrendar su amor y compromiso por la literatura, los cuales lo han conducido, a lo largo de casi seis décadas, al ejercicio de la escritura, la investigación histórica, el periodismo cultural, el ámbito de la edición y la crítica literaria.
Una vasta labor en el campo de las letras
que le valió dicho reconocimiento por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), otorgado en el contexto de sus 80 años de edad, los cuales se cumplieron este jueves.
La ceremonia ocurrió en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y, además de la entrega de la presea, hubo una extensa y amena conversación pública entre Carballo y su amigo, el escritor y periodista Juan Domingo Argüelles, durante la cual el homenajeado refrendó algunas de esas convicciones y formas de pensar que lo han erigido en una figura molesta
, como se ha autodefinido, en la cultura nacional.
Así, con esa etiqueta, entre otros aspectos lamentó el estado que mantienen la literatura y la cultura mexicanas hoy día, no obstante que, dijo, nunca como en los 40 o 50 años más recientes el Estado había ayudado tanto a los artistas
.
Es una subvención que no ha producido los efectos para los cuales fue creada
, sostuvo. “Me pregunto qué Muerte sin fin ha aparecido en los pasados 30 o 40 años; qué novela como La sombra del caudillo ha aparecido en este lapso; qué ensayo como los de Jaime Torres Bodet o Salvador Novo; ninguno”.
Del cielo al infierno
Carballo inquirió asimismo dónde están ahora las generaciones como la del Ateneo de la Juventud, los narradores de la Revolución, los Contemporáneos, la de Octavio Paz, Juan José Arreola o Juan Rulfo.
Rechazó que la crisis económica sea factor que influya de modo determinante en el aspecto de la creación y de las artes, y subrayó que las grandes obras maestras de México nunca han sido subvencionadas por el Estado
.
Enlistó a escritores que hicieron una gran obra sin participación alguna de apoyos institucionales: Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, José Revueltas, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis.
Toda la generación de los (años) 20 es honra para un país que en un tiempo era la locomotora de América Latina y ahora es el cabuz. Antes, la literatura iba hacia donde nosotros la llevábamos; la literatura mexicana era de un peso indiscutible; te-níamos la mejor editorial que ha tenido un país de América Latina e incluso de España
: el Fondo de Cultura Económica (FCE).
Respecto del FCE, destacó que de unos años a la fecha ha recuperado prestigio y capacidad de competir con las mejores casas libreras de Iberoamérica, luego de que la aparición de otras editoriales y algunos manejos erróneos la habían puesto en situación difícil.
Consideró que la industria editorial nacional va por buen camino, opinión que no mantiene acerca del periodismo, el cual, según dijo, ha dejado de lado su deber de fungir como aula cultural para sus lectores.
Para Emmanuel Carballo, los años 50 y 60 fueron una etapa realmente extraordinaria para todas las artes en México, pero particularmente para la literatura, representó su época de oro.
Por todos lados, el rumbo era perfecto. No se estimulaba, pero tampoco se estorbaba; se reconocía el talento
, señaló, y contrastó con lo que ocurre ahora, cuando la burocracia y el amiguismo se han convertido en los peores enemigos del país
.
Esa época de oro de la literatura, según el homenajeado, comenzó a desfallecer tras la hecatombe de 1968, si bien reconoció que en los años 70 y 80 hubo obras y autores interesantes: Pasamos del cielo al purgatorio y del purgatorio al infierno; vamos a ver cómo salimos ahora del infierno para volver al cielo
.
Antes había buena crítica literaria
En un contrapunto entre aquella época de oro y la actualidad, Carballo indicó que, además de escritores muy talentosos, también había una cosa que parece muy rara: buena crítica literaria
.
Un libro que aparecía en aquellos años merecía 20 notas en periódicos y revistas literarias, en contraste con lo que ocurre ahora, donde prácticamente han desaparecido las secciones culturales en los diarios y se han convertido en apéndice de las de sociales o la policiaca, observó.
Hay menos lugar donde publicar crítica. Además, si una persona era nuestra enemiga social, ideológica o de grupo, tratábamos de olvidarnos de eso y hablar de las virtudes o defectos de su trabajo, y no hacer crítica porque sí. No endiosábamos ni satanizábamos a nadie por ser amigo o enemigo.
Puntualizó que en la actualidad no hay crítica literaria, en primer lugar, porque no hay donde publicarla
y, en segundo, porque las editoriales prefieren, en las cuartas de forro o las solapas de sus libros emitir un juicio crítico que no siempre se corresponde con el contenido.
La plática llegó a su fin tras una hora y fue enseguida cuando la titular del CNCA, Consuelo Sáizar, entregó la medalla de oro y un diploma a Carballo, para después cerrar la velada con la partida de un enorme pastel, en festejo por el cumpleaños 80 del homenajeado.