Valientes y dignas
inguna de nosotras dice yo de grande quiero ser prostituta, pero ya en esto te enfrentas a la discriminación, a las golpizas, a la extorsión. No hay ninguna de nosotras a la que no le haya pasado nada malo. Todas en la calle le sufrimos. Sólo por trabajar…”
El rosario de calamidades es interminable. Las trabajadoras sexuales en México son asesinadas, desaparecidas, secuestradas, encarceladas, golpeadas, violadas y violentadas. Pero no se sienten víctimas. Son unas guerreras, mujeres valientes y, sobre todo, dignas. La calle les da para comer y para alimentar a sus hijos. No mucho, es cierto, pero ni siquiera ese es el problema. La desgracia mayor está en la cadena de agravios que padecen, en las extorsiones policiacas, en las credenciales de salud obligatorias, que generan corrupción y humillaciones, en la discriminación que padecen en hospitales y juzgados cuando a alguna presenta una denuncia.
Se reunieron en Apizaco, Tlaxcala, tierra de lenones. Llegaron de los rincones del DF, Guadalajara, Toluca, Orizaba y Morelos. Trabajaron en grupos y deshilvanaron sus tragedias y sus sueños. El marco: el 12 Encuentro Nacional de la Red Mexicana de Trabajo Sexual. Las anfitrionas fueron las mujeres del Colectivo de Mujeres en Pro de sus Derechos, pertenecientes al Consejo Nacional Urbano y Campesino (CNUC), recientemente reprimidas en su lugar de trabajo por el alcalde de Apizaco, quien promueve una zona de tolerancia que ellas, por supuesto, no van a tolerar.
El oficio más viejo del mundo… Sí, y el más difícil del universo
, se apresuran a responder una por una, uno por uno. Las vestidas
o travestis o como se les quiera llamar en este mundo en el que todo se quiere clasificar, narran las golpizas de la policía mexiquense en la carretera México-Texcoco y luego la tragedia en los juzgados cuando se atreven a denunciar a los agresores. Ahí mismo, afuera de la procuraduría, “te dicen que mejor le pares, que si no te vas a arrepentir…”
Las mujeres y hombres reunidos en Apizaco ya no están dispuestos a dejarse de la policía, ni de los lenones, ni de sus parejas, ni de las autoridades de salud ni de nadie. La sociedad no tiene que educarnos a nosotras, nosotras tenemos que educar a la sociedad
, coinciden.
Realizarse sus chequeos médicos periódicamente, mantener limpios sus lugares de trabajo, promover el uso del condón y negarse a tener relaciones sexuales sin él, no permitir el trabajo sexual de menores de edad, rechazar las credenciales de salud obligatorias y, sobre todo, organizarse de manera autónoma, sin esperar nada de los gobiernos, fue un pronunciamiento constante.
Ya no nos sabemos dejar
, gritan estas mujeres que han decidido no votar este 5 de julio.