Al apartarse de los conceptos estereotipados de masculinidad, son despreciados por otros, expresa Jonas Engelmann
Asociado al look visual kei, es una reimportación de Japón
Lunes 6 de julio de 2009, p. a11
Hamburgo, 5 julio. La palabra emo puede no significar mucho para el promedio de los padres. Sin embargo, deberían estar al tanto si quieren comprender el más reciente fenómeno de música y moda, que puede interesar a algún adolescente cercano.
La escena emo –que deriva su nombre de una popular corriente musical, más melódica, expresiva y emocional
del rock– frecuentemente se confunde con el visual kei o vk, que también se inspira en el cómic manga japonés. El nuevo estilo juega con los tradicionales roles de género y frecuentemente se expresa en un look andrógino.
Expertos en cultura juvenil dicen que la moda emo es la tendencia de mayor crecimiento en la actualidad. Sin embargo, debido a sus aspectos dramáticos, sus seguidores suelen ser objeto de acoso, especialmente porque heredaron elementos de la cultura gótica y el punk.
El nuevo movimiento ha causado muchos dolores de cabeza a los adultos.
El típico aspecto emo consta de flequillo largo, ropa oscura, jeans apretados y zapatos deportivos. También símbolos de calaveras, piercings en el labio y maquillaje oscuro de ojos. La androginia también es grande, ya que los emos son seguidores de cantantes como Marilyn Manson o Bill Kaulitz, el vocalista de la banda alemana Tokio Hotel.
Más estridente
El look visual kei es aún más estridente. No hay reglas claras respecto de la ropa y el maquillaje. Visos de color chillón en el pelo y la cara frecuentemente se inspiran en personajes de los cómics manga.
En el fondo, este look es una reimportación de Japón. Músicos nipones intentaron durante largo tiempo lograr el aspecto de las estrellas occidentales del pop de los años 80. Ahora la tendencia es al revés.
Esta moda se ha ganado algunos enemigos. Hay noticias de violencia contra emos en Sudamérica, ataques mediáticos en Egipto y debates para prohibir esta subcultura en Rusia.
“Los problemas que los emos o visual keis normalmente tienen con otros grupos radica en su aspecto”, dice Jonas Engelmann. Este investigador social de la ciudad alemana de Mainz trabaja en un libro sobre esa moda, que saldrá este verano.
Al apartarse de los conceptos estereotipados de masculinidad, los emos son despreciados por otros, dice Engelmann. Cuando David Bowie jugó con los roles de género no fue así, ni en los años 80, cuando grupos como Frankie Goes to Hollywood o Culture Club jugaron a lo mismo con las expectativas de género.
Engelmann sospecha que otros jóvenes son más conservadores y están menos dispuestos a permitir que se pierdan los tradicionales papeles de género.
Agrega que le parece interesante que tantos emos asuman la moda siendo muy jóvenes y la sigan a pesar de las acusaciones de ser afeminados. Es sorprendente que chicos de 14 años se expongan a posibles burlas de sus pares.
Entender la cultura emo es difícil para la gente corriente. Su origen es oscuro. Hasta los 90, el emo era básicamente un estilo de música metal, un subconjunto del hardcore estadunidense caracterizado por grupos como la banda Rites of Spring.
En aquella época, el objetivo era incorporar más sentimiento a su agresivo estilo musical. Ello llevó al término emocore, abreviación de emotional hardcore. Este estilo musical se convirtió en moda y en hogar de adolescentes que querían compartir su pena con el mundo.
Emily, de 16 años, de la ciudad alemana de Potsdam, cuenta que fue emo durante un año. Fue entre los 14 y 15. Tenía pelo largo, negro, usaba pañuelos en la cabeza y pensaba que era lindo.
Sin embargo, para los adolescentes la moda suele sufrir cambios bruscos. De repente lo encontré tonto y totalmente ridículo.