Opinión
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Desde el otro lado

Los dilemas de la reforma migratoria

E

n enero de 2004 el presidente Bush propuso al Congreso una reforma migratoria que a la postre fracasó, entre otras cosas porque no tuvo el apoyo de su propio partido y, según él mismo lo confesó, no hizo todo lo necesario para que fuera aprobada.

Hace unos días el presidente Barack Obama invitó a los líderes del Congreso para que una vez más se estudie la viabilidad de la reforma. Las condiciones ahora son distintas. Tal vez la diferencia más significativa sea que Obama, quien desde su campaña propuso la reforma, cuenta en el Congreso con una mayoría demócrata, cuya posición es más favorable a una reforma amplia que incluya la regularización de los indocumentados. Además, el electorado de origen latino ha demostrado creciente influencia en las urnas, por lo que los congresistas pensarán dos veces antes de negarse a dar su apoyo. A ello hay que agregar que desde hace meses organismos como las cámaras de comercio y las de industria han ejercido presión en el Congreso para que se realice una reforma que les garantice el insumo más importante de la producción: la mano de obra. Incluso en las organizaciones sindicales, donde había rechazo a la reforma, hay ahora una discusión sobre su pertinencia.

Entre los legisladores republicanos y demócratas parece haber consenso para elaborar una propuesta en la que, además de fortalecer los mecanismos de vigilancia en las fronteras y la verificación de documentos de quienes soliciten empleo, se estudie con cuidado la controvertida idea de regular la entrada al país de trabajadores de acuerdo a las necesidadesde la economía. Tal vez lo más importante es que se deja atrás la bizantina discusión sobre si la regularización de los indocumentados (se insiste en denominarlos ilegales, pero ésa es otra discusión) es una amnistía. El senador Shumer, líder de la subcomisión que analiza el problema migratorio y principal impulsor de la reforma, ha señalado que esa discusión debe ser superada por irrelevante.

Lo deseable es que se apruebe antes de que se inicie el proceso electoral de 2010, evitando que de nuevo sea rehén de las campañas que se efectuarán ese año para renovar el Congreso. El gran problema al que se enfrentará cualquier proyecto de reforma es el periodo de gran inestabilidad económica por el que atraviesa Estados Unidos y el grave desempleo derivado de ello. No faltará quien advierta que los desempleados ya son bastantes como para agregar 12 millones más. Sería una lectura equivocada, ya que éstos efectúan trabajos que otros no están dispuestos a realizar, pero que son necesarios para que diversos sectores de la economía funcionen, entre ellos construcción y servicios.