ecientemente visité Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, corazón urbano de La Laguna, la región conformada por más de un millón de hectáreas pertenecientes a cuatro municipios de Durango y cinco de Coahuila. La Laguna fue la más extensa e importante región agrícola durante el porfiriato y los gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana. Allí se concentró 40 por ciento de los ejidos colectivos establecidos en el gobierno del general Lázaro Cárdenas como forma de impedir el fraccionamiento de las haciendas que estaban en poder de corporaciones inglesas y estadunidenses. Fue igualmente, y durante casi un siglo, la principal área de siembra de algodón del país. Digamos de paso que en La Laguna se expresó en 1988, y como en ninguna otra parte, la inconformidad campesina ante la situación imperante. Los lugareños aún recuerdan el apoyo que brindaron al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y la repulsa que tuvo el candidato del partido que gobernó México durante siete décadas.
El suelo de La Laguna gozó siempre de fama por su fertilidad, condicionada por la disponibilidad de agua, proveniente al principio del caudal de los ríos Nazas y Aguanaval. Después se agregó la del manto freático. En contraste, imperaba la pobreza entre los peones que trabajaban en las haciendas. No dudó Cárdenas en expropiar esos latifundios el 6 de octubre de 1936 y, en vez de repartirlos a 30 mil peones, creó los ejidos colectivos que florecieron exitosamente durante varios años. El retroceso comenzó cuando el gobierno les retiró su apoyo e hizo su aparición la corrupción oficial (y de no pocos líderes agrarios), el manejo político de los campesinos y la división de los grupos ejidales.
Hoy el panorama de La Laguna es muy diferente al de hace apenas cuatro décadas. Torreón, Lerdo y Gómez Palacio triplicaron su número de habitantes, que ahora superan al millón, mientras las áreas rurales se despoblaron por falta de empleo. El mal uso del agua y su concentración en manos de propietarios particulares con recursos para extraerla del subsuelo, se encargaron de alentar el colapso agrícola del sector social, carente de apoyos suficientes de las instancias oficiales.
En contraste, y en unas cuantas décadas, los empresarios se encargaron de abatir el manto freático para asegurar las siembras de alfalfa destinada a sus hatos lecheros. En años recientes, buscaron otras fuentes de abastecimiento y siembra, como Cuatro Ciénegas, el santuario de la naturaleza en peligro permanente de desaparecer por la falta de medidas regulatorias que impidan, en especial, la extracción y mal uso del agua.
El abatimiento de los mantos freáticos trajo a su vez la presencia de arsénico en el agua que consumen los habitantes de Torreón y su área conurbada. Un asunto bien conocido por las autoridades y que sufren miles de personas que siguen en espera de medidas drásticas que protejan su salud.
Y como los males a veces no vienen solos, en plena zona urbana de Torreón funciona Peñoles, uno de los complejos en su tipo más importantes de América Latina, pero famoso también por el aporte de plomo que ha hecho a la población local, afectando especialmente a niños y a mujeres. Aunque los últimos 10 años se pusieron en marcha medidas diversas para evitar los daños que ocasiona ese peligroso contaminante, el problema está lejos de resolverse.
Ante la escasez de agua, la presencia de arsénico en la que consume la gente y los efectos nocivos del plomo, cierran filas grupos sociales y académicos de La Laguna y lo hacen en condiciones no siempre favorables por el peso político y económico de quienes controlan la región. Sin embargo, y como comprobé durante el séptimo encuentro sobre biodiversidad y desarrollo sostenible (celebrado recientemente y organizado por un sólido grupo de activistas encabezado por Francisco Valdés Perezgasga), la gente sabe que urge y exige un modelo agropecuario diferente al actual, depredador y concentrador de recursos y riqueza. Y que el sector público entienda y resuelva de una vez por todas los pendientes del agua, la salud, el empleo, la seguridad, para que La Laguna sea de nuevo una de las regiones más importantes de México.