Días de septiembre, novela del narrador y docente, circula ya en librerías
El ideal humanista de los profesores ha sido carcomido por el sistema, deplora
Entre el tema y la estética apuesto por la segunda
, manifiesta a La Jornada
Miércoles 8 de julio de 2009, p. 5
Como todas la vocaciones verdaderas, ser maestro es un destino cuyo ideal humanista ha sido carcomido por el sistema, afirma el escritor chihuahuense Raúl Manríquez, quien aborda en su novela más reciente, Días de septiembre (editorial Ficticia), las vicisitudes que deben sortear los mentores para cumplir sus sueños.
Desde saber enfrentar mafias sindicales o difíciles relaciones alumnas-profesor, hasta el desamor, las intrigas y la muerte están presentes en el relato, que fue galardonado con el Premio Nacional de Novela Justo Sierra O’Reilly de la Bienal de Literatura de Yucatán 2007.
Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia, sino producto de la labor que el propio autor realiza en el campo de la docencia.
Maraña institucional y sindical
En el magisterio, políticas van y vienen, pero la esencia de la educación está en las aulas. Entonces, los maestros deben ser conscientes de esto, asumirlo con entusiasmo y pasión. En la compleja maraña que existe en la vida institucional y sindical hay quien es indiferente y quien se mete en luchas, como algunos de los personajes de mi novela
, explica en entrevista el narrador.
Agrega que, al margen de lo que plantea en esa historia, “los maestros tendríamos que ser los primeros en reflexionar sobre qué pasa en el sistema educativo mexicano, qué nos falta para mejorar, pero para hacerlo tendríamos que poner nuestro oficio y nuestra propia circunstancia en un marco ajeno, para poderlo observar.
“Hay compañeros que se meten al fragor de las batallas, que toman las calles; eso genera mucho ruido y, si bien tienen razón en muchos de sus planteamientos, no queda espacio para la reflexión en torno a nosotros mismos. En buena medida, de eso trata Días de septiembre.”
Al respecto, puntualiza el novelista, su libro es una suerte de espejo: “hay lectores que me lo han señalado así, que lo que cuento es un reflejo no sólo del gremio magisterial, sino de quienes vemos cosas de nosotros mismos que no nos agradan, por lo que hemos hecho o lo que dejamos de hacer.
Sin embargo, en esa imagen que describo en la novela hay una esperanza de que se puede mejorar tanto el sistema como nuestra persona.
Si bien el autor tiene formación de maestro, asegura que pesa más en él la vocación literaria; por eso a la hora de escribir “no me interesa lo didáctico, ni dar lecciones a través de mis novelas. A la hora de decidir entre el tema y la estética apuesto siempre por esto último, planteo la historia para que funcione desde el punto de vista dramático, del lenguaje y de la evocación de imágenes.
“Claro, en esta ocasión el tema está documentado. Algunos de los hechos que aparecen se basan en la realidad, el tema tiene un peso importante, pero para mí es más relevante la veta literaria.
“Como decía William Faulkner, una novela puede ser la vida secreta de un escritor. Y mientras construía a los personajes o recreaba escenas me iba conociendo a mí mismo, entendiendo procesos interiores. Porque uno no es la misma persona después de escribir un libro.
“Esta novela la escribí de madrugada, durante el tiempo que me quedaba libre luego de mis ocupaciones como director de una escuela.
A lo mejor las circunstancias del día me destruían lo que había escrito en la noche o madrugada, pero al retomar la escritura se sigue construyendo. Es un proceso que enriquece la vida, por eso para mí escribir es una cuestión vital.
La novela Días de septiembre, de Raúl Manríquez, se encuentra ya en librerías.