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Tocando tierra busca mostrar la fuerza viva de la música mexicana, alejándose de esquemas

En riesgo de desaparecer nuestras raíces tonales por desdén o ignorancia, dice Eugenia León

En lo musical el son jarocho es el que está en las mejores condiciones de revitalización, de documentación, de comprensión, comenta la cantante, quien conducirá la serie de Canal 22

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Lo primero que se descubre en los músicos de los sitios recorridos es una actitud ética, de honradez, de compromiso. Viven la música al tiempo que siembran sus tierras, expresa la intérpreteFoto Ernesto Márquez
 
Periódico La Jornada
Jueves 9 de julio de 2009, p. a10

Con el propósito de formar la agenda temática de la serie Tocando tierra, referida a la música tradicional mexicana, que en breve se transmitirá por Canal 22, Eugenia León ha viajado hacia el México profundo en busca de nuestras raigambres tonales que, señala, por desdén o ignorancia están en riesgo de desaparecer.

En esta ruta itinerante que comenzó en el estado de Oaxaca y sigue su trazo por regiones de Veracruz, Chiapas, Yucatán y Nuevo León, a la cantante y conductora del programa lo acompaña un equipo de filmación de 28 personas encabezado por el cineasta Alejandro Strauss, responsable de la serie de 13 capítulos, con la que piensa lograr el registro del espíritu musical y la circunstancia de vida de nuestra gente.

El encuentro con La Jornada se dio en el rancho Luna Negra, ubicado en el municipio de Jáltipan, Veracruz. Allí, en un descanso de la grabación Eugenia dijo que la finalidad de este programa es mostrar músicos, estilos musicales, condiciones de su desarrollo y resguardo, así como la realidad y expectativas socioeconómicas de las comunidades indígenas y campesinas que aún conservan tales tradiciones.

“Tocando tierra será un programa bello, por los paisajes, la música, los rostros de las personas…, pero con una sustancia, un punto crítico acerca de la realidad de la música y de la gente, que hará reflexionar a muchos.”

Desde el inicio el proyecto tuvo dos objetivos: “Primero, acercarnos a las comunidades para identificarnos con los músicos, conocernos, hablarles del proyecto, generar confianza y a la vez observar la manifestación musical en su cotidianidad y el vínculo de ésta y su cosmovisión. Conocer a los maestros de la tradición, sus variantes musicales, los posibles herederos y las técnicas utilizadas en la construcción de sus instrumentos…

Segundo: alejarnos de los esquemas ya resobados, de lo convencional, del folclor musical turístico para, en cambio, destacar la parte viva de estas expresiones y quizá responder algunas preguntas que el público se hace con respecto de lo que está pasando con la auténtica música mexicana: ¿En qué condiciones se encuentra? ¿Tiene futuro? ¿Existen jóvenes músicos que realmente estén retomando la tradición?

Danzoneros, rumberos...

Tocando tierra comenzó en Oaxaca, donde Eugenia se entrevistó y participó con músicos de la Sierra Norte y la Mixteca baja. La siguiente escala fue el puerto jarocho. Allí se vio con danzoneros, rumberos y renovadores del son. Luego se adentró en las regiones rurales de Veracruz, donde se cultiva el son jarocho en su forma más pura, y se ecncontró con diferentes cadencias y expresiones tonales cantadas incluso en lenguas indígenas.

“Esta aventura ha sido emocionante en muchos sentidos –afirma la conductora–. Ver ejercer a los viejos, los que todavía quedan de la tradición, sus músicas, ha sido conmovedor. Ver que se consume su existencia un poco en ese olvido, sin que nadie lo reconozca, viviendo una dura situación económica. Es muy doloroso porque son gente valiosa que se está yendo y con ella se va el legado…”

Gente fantástica

Agregó: Por suerte nos encontramos con gente fantástica, como Rubén Luengas, de Pasatono, investigador oaxaqueño comprometido con su tradición ancestral, que se ha dado a la tarea de recuperar toda la memoria, toda la documentación, todos los instrumentos de la Mixteca baja. O aquí, en Veracruz, lo que está haciendo Ricardo Perry y Cojolites en el Centro de Investigación del Son Jarocho. Eso me da mucho gusto porque siendo muy jóvenes han tomado en serio la estafeta de continuar la tradición y aprender a tocar y a comprender lo sagrado de esta música, que es nuestra identidad.

–¿Qué cualidades destaca de estos músicos? ¿Cómo encuentra su desempeño y su realidad musical? ¿Estas expresiones están vigorosas o, por el contrario, nota síntomas de agonía?

–Lo primero que se descubre en ellos es una actitud ética, de honradez, de compromiso. Viven la música al tiempo que siembran sus tierras y, aún cuando no reciben ninguna subvención del gobierno, organizan espacios autosustentables para el bien de la comunidad. Ellos encuentran en la música formas de reivindicar preceptos morales, de valor de las personas. Es una actitud contemporánea, de pensamiento moderno, humano, avanzado.

En lo musical el son jarocho es, por supuesto, el que está en las mejores condiciones de revitalización, de documentación, de comprensión. Algo que debe ser ejemplo en otros lados, donde se encuentran cosas que alarman por el abandono en que se hallan.

–¿Cuál ha sido la experiencia y cuáles son las expectativas de Tocando tierra?

–La experiencia ha sido un aprendizaje impresionante. Con los músicos tradicionales hemos aprendido de su inteligencia, su sabiduría, su bondad, sus métodos para organizarse, la manera en que cuidan su entorno, el trabajo que hacen para la comunidad. Y en cuanto a expectativas, creo que Tocando tierra va a ser una serie histórica para México; por lo que toca, por lo que se descubre.